Por Ricardo Carpena - Sorpresivamente, bajó la tensión interna en la
Confederación General del Trabajo (CGT): los sectores alineados con el kirchnerismo desistieron de
su propuesta de realizar un paro general en repudio al intento de
atentado que sufrió Cristina Kirchner, acompañado de
una movilización ante la Corte Suprema para protestar contra quienes “instalan
el discurso del odio” contra la Vicepresidenta. En
minoría, aceptaron el planteo de sus rivales internos, que ya habían
frenado esa iniciativa el viernes pasado y aceptaron debatirlo de nuevo esta
tarde. La reunión fue levantada.
En la práctica, fue otro triunfo político de la alianza sindical
que maneja la CGT, integrada por “los Gordos” (Héctor Daer, de
Sanidad, y Armando Cavalieri, de Comercio), los
independientes (Andrés Rodríguez, de UPCN; Gerardo Martínez, de la UOCRA,
y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias) y el barrionuevismo (Carlos
Acuña, de estaciones de servicio). Esta fracción es la que se resistió a
la protesta moyanista-kirchnerista y se propuso el fin de semana rechazarla de
nuevo.
Alineados con el kirchnerismo, Pablo Moyano (Camioneros) y sus
aliados del Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona) y
la Corriente Federal de Trabajadores, que integra Sergio
Palazzo (bancarios), impulsaban de nuevo una huelga de 24 horas y una
marcha callejera, en sintonía con la CTA kirchnerista, de Hugo Yasky,
en contra de la Justicia, los partidos de la oposición y los medios
“hegemónicos” que, a su juicio, crearon un clima propicio para el
ataque a la Vicepresidenta.
“Ya nos movilizamos el viernes para repudiar el atentado, así que ahora
hay que dejar que actúe la Justicia y en la CGT tenemos que retomar la agenda
de los trabajadores para hacer nuestros reclamos específicos”, fue el
argumento de los Gordos”, independientes y barrionuevistas. Esta mañana,
Pablo Moyano comunicó la decisión de su sector de no insistir con la protesta.
En un comunicado de prensa, la CGT destacó este mediodía que “el
maravilloso debate desarrollado en la última reunión de Consejo Directivo y la
decisión unánime de marchar a la Plaza de Mayo en defensa de la
democracia dotaron de contenido y significación a la monumental
demostración popular desarrollada en todas las ciudades del país”. Y agregó:
“Las columnas de trabajadores organizados que marcharon bajo las consignas
elaboradas en el seno de nuestra organización de defensa irrestricta de la democracia,
condena absoluta al atentado, justicia independiente y terminar con el odio y
la de violencia política mostraron nuevamente la fortaleza de la CGT en
las calles”.
“Debemos mantenernos unidos para ponerle un límite social a la
confrontación política”, afirmó la central obrera, luego de lo cual
sostuvo: “Frente a la respuesta contundente de los trabajadores a la
convocatoria efectuada y por las razones expuestas en la última reunión,
corresponde dar por superada la reunión del Consejo Directivo convocada para el
día de hoy, seguir la evolución de los acontecimientos y mantener el estado de
alerta”.
En el encuentro del viernes hubo un fuerte
cruce Daer y Moyano, dos viejos enemigos que
conviven forzadamente en la estructura cegetista. El líder de Sanidad
argumentó que la CGT ya había decidido marchar ese día hacia la Plaza de
Mayo y que una protesta como la que querían sus rivales podía contribuir
a empeorar el clima político. Para el dirigente camionero, si no
realizaban una fuerte medida de fuerza, que incluyera una movilización ante la
Corte, “nos van a llevar puestos la derecha, la Justicia y los
medios”. Daer le replicó que la mayoría de la central obrera “no
compartía ese diagnóstico” y fue respaldado por la mayoría
de los dirigentes del Consejo Directivo.
Para evitar que se formalizara una ruptura, se acordó reunirse
nuevamente este lunes para analizar una medida de fuerza, que la coalición
moyanista-kirchnerista quería que se concretara esta misma semana, el
miércoles o el jueves. Sus adversarios estuvieron en contacto todo el fin
de semana y acordaron oponerse de nuevo a esa idea. Finalmente, lograron
su objetivo.
En el fondo, la alianza que controla la CGT no quiere adoptar como
propia la agenda del kirchnerismo duro, que pone a la Justicia, los
empresarios, la oposición y los medios como los responsables de los
principales problemas que atraviesa el país, mientras que el moyanismo y la
Corriente Federal defienden las mismas posiciones de La Cámpora y de
Cristina Kirchner.
Sergio Palazzo, Pablo Moyano, Mario Manrique y Cristian Jerónimo, de la
alianza moyanista-kirchnerista de la CGT
Para el sector dominante de la CGT hay que retomar “la agenda de
los trabajadores”, como insistir ante el Gobierno en mantener las
paritarias libres y actualizar el piso salarial del Impuesto a las
Ganancias, mientras espera que se concrete la promesa del ministro de
Economía, Sergio Massa, de devolverles a las obras sociales unos 21.000
millones de pesos hasta fines de año que están retenidos en el Estado. Ese
dinero compensará el ajuste que se instrumentó
en el presupuesto del Ministerio de Salud, que iba a determinar
que desde octubre no quedaran fondos en la Superintendencia de Servicios
de Salud para compensar los reintegros de las prestaciones de alta complejidad
y medicamentos.
Esa delicada situación, según advirtió la central obrera, pondría
al borde de la quiebra al sistema de obras sociales si desde el Gobierno no se
brindaba una solución.
Sin embargo, Massa no les concedió a los sindicalistas ninguna
solución rápida vinculada con las prestaciones por discapacidad en los
rubros de transporte y educación, que representan casi un 70% de la
recaudación del Fondo Solidario de Redistribución y que están desfinanciando a
las obras sociales. El ministro de Economía, urgido por frenar el aumento del
gasto público, propuso que se incorpore en el Presupuesto 2023 una partida
especial para que las prestaciones por discapacidad sean financiadas por el
Estado. Los dirigentes de la CGT afirman en privado que esa
solución no les convence, pero cerca de Massa aseguran que le
dijeron que están de acuerdo. |