Domingo 28 - Por Hernán
Cappiello - “Vamos a la guerra”. Esa es la convicción que les trasmitieron a
jueces federales y fiscales de todo el país dirigentes y legisladores del
kirchnerismo, una idea que domina entre consejeros de la Magistratura
oficialistas y de la oposición. Este es el clima que dejó la embestida del
presidente Alberto Fernández contra la Justicia, al sumarse a las críticas de
la vicepresidenta Cristina Kirchner al alegato en el que pidieron que sea
condenada a 12 años de prisión. Los jueces y fiscales aseguran que no buscan
ese enfrentamiento, pero hoy domina una sensación de hastío y mucho enojo,
transversal a todos los colores políticos, y del otro lado una convicción de
que el avance sobre Cristina Kirchner es una maniobra del macrismo.
El descontento de los jueces con Fernández es profundo y extendido. La
Corte no tiene previsto hacer una declaración sobre el asunto, pero escucha las
decenas de llamadas recibidas esta semana de jueces de todo el país y de todas
las listas políticas que los agrupan. “La Corte no contiene, la Corte conduce”,
señalan en los tribunales para explicar por qué el máximo tribunal no se puso
públicamente al frente de este reclamo de los magistrados. Se prevén anuncios
sobre “modificaciones estructurales” y alguna sentencia con impacto político,
acaso en el macrismo. “La fortaleza de los jueces es la lapicera, dejar que
traben con libertad e infraestructura”, reflexionan.
De todos modos, la expectativa de los jueces está puesta en lo que diga
el presidente de la Corte, Horacio Rosatti, en la charla de cierre del evento
de este martes del Colegio de Abogados de la Ciudad y en lo que suceda en la
reunión de septiembre de la Junta de Presidentes de Cámaras Federales de todo
el país, los jueces federales de toda la Argentina, de donde puede salir un
pronunciamiento contra Fernández. Se acabaron los buenos modales. La lista
Bordó de la Asociación de Magistrados -la más crítica del Gobierno- reclamó que
el organismo le pida al Consejo de la Magistratura que se pronuncie sobre la
crisis entre el Poder Ejecutivo y el Judicial. Pero la iniciativa no tiene
chances de prosperar.
El enfrentamiento entre la Justicia y el Gobierno es abierto y uno de
los escenarios donde se da es la calle, especialmente después de lo ocurrido
ayer. Es el más temido por jueces y fiscales. En redes sociales se siguen
repitiendo mensajes de Sweater que llaman a “escrachar” a los jueces y fiscales
en sus domicilios. En los grupos de Whatsapp de algunos legisladores del Frente
de Todos se suceden mensajes que alientan estos escrasucedió dijo un testigo
que los vio. “Los escraches puede ser que ocurran, va a pasar. No podemos
pretender que ataquen a Cristina Kirchner y que nadie haga nada. Nosotros
también nos bancamos los escraches de los republicanos embanderados”, reconoció
un dirigente del kirchnerismo, de los más moderados.
Este clima generó que la Corte Suprema y la Cámara de Casación, mediante
su presidente, Alejandro Slokar, pidieran a la Policía Federal reforzar la
custodia de los jueces. Hubo dos notas enviadas a la Policía Federal. De hecho,
se decidió que en los casos de los jueces del tribunal que juzga a Cristina
Kirchner se sumen más efectivos al único que estaba destinado a esas tareas y
en horario de trabajo. El procurador interino, Eduardo Casal, recibió a los
fiscales Diego Luciani y Sergio Mola y les garantizó la continuidad de sus
medidas de seguridad.
Tal es la sensibilidad del asunto que al día siguiente del alegato del
fiscal Diego Luciani, el martes por la tarde, tras el mensaje en Youtube de
Cristina Kirchner para responderle, un hecho que generó alarma en los
tribunales. Un hombre fue apuñalado en Lavalle entre Talcahuano y Uruguay, en
la vereda del Palacio de Justicia. El herido es un oficial del Servicio
Penitenciario Federal, testigo clave en un caso de corrupción penitenciaria. El
atacante, que usó un cuchillo de caza, quedó preso. Pero en un primer momento,
en el Palacio de Justicia, se relacionó el caso con la tensión política.
El otro escenario donde se generó esta mayor tensión política es el
Consejo de la Magistratura, donde el senador kirchnerista Martín Doñate y su
colega Mariano Recalde ya mostraron las uñas. En la reunión de la Comisión de
Disciplina de la semana pasada pidieron actuar con rapidez en las denuncias
contra los jueces que fallaron en favor de Mauricio Macri: en particular
Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi, de la Cámara Federal, este último con un
concurso en marcha para ser reemplazado. “Se picó, ya venía picándose el clima
y se va a picar aún más. En términos personales hay respeto y buen trato, pero
en términos políticos se agudiches, zó el enfrentamiento”, afirmó un dirigente
del kirchnerismo.
El dilema es si el conflicto termina en la ruptura entre los consejeros
del Frente de Todos y los consejeros opositores o si aún hay margen para la
negociación. En los consejeros de Juntos por el Cambio la convicción es que las
posturas se van a endurecer y todo se va a trabar.
El martes el expresidente Mauricio Macri convocó a los consejeros de la
Magistratura que le son más afines: el abogado Diego Marías, el diputado Pablo
Tonelli y la abogada Jimena de la Torre. La reunión con Macri se prolongó más
allá de mediodía. Se hizo un repaso del estado de situación del Consejo, de
cómo estaban los casos y los concursos. Es posible que luego de esta semana
haya mas rigidez de ambos lados.
Fuera del Consejo hablan de que este endurecimiento se traduciría en que
no se iba apoyar ningún concurso hasta 2024. Si se cumple el mandato, la
parálisis del Consejo será inevitable.
Claro que no todos los estamentos del Consejo de la Magistratura y no
todos los sectores políticos tienen los mismos intereses. En octubre son las
elecciones de consejeros de la magistratura y los actuales, recién llegados,
aspiran a la relección. Deben mostrar resultados, conseguir que se aprueben
ternas, cubrir vacantes. Los jueces se debaten en esta disyuntiva: endurecer
posiciones ante las expresiones de Alberto Fernández, pero no frenar el
funcionamiento del Consejo. La situación en el Consejo es un directo reflejo de
las tensiones que atraviesan el vínculo entre el oficialismo y el Poder
Judicial.ß |