Por Claudio Zlotnik - Un integrante del equipo económico se
entusiasma hasta la exageración. "Le ganamos la primera pulseada al
mercado", asevera. Refuerza la palabra "primera" ya que -está
más que claro- "en la Argentina actual, nunca se sabe". El
funcionario se refería a la incipiente racha de alzas en el mercado
bursátil, donde los
bonos de la deuda argentina anotó alzas consecutivas desde que empezó la
semana.
En el equipo de Sergio Massa creen que ese hilo positivo se
relaciona directamente con la decisión de recortar el gasto público en unos
$200.000 millones para cumplir con el FMI. Una medida que se puso en marcha el
lunes con la publicación en el Boletín Oficial.
En simultáneo se oficializó el ingreso de Gabriel
Rubinstein como viceministro, que es la otra cara de la misma moneda: la
señal de Massa de que el ajuste del gasto público va en serio.
Para Massa, esta primera etapa -justamente- es la del reordenamiento de
las cuentas públicas, que el propio ministro anunció apenas asumido pero
que recién ahora aparecen en medidas concretas.
Además del recorte en los gastos, el ministro puso en marcha
el anticipo del pago de Ganancias para las empresas más grandes y la
prohibición de agrandar el plantel de personal en el Estado nacional.
La quita de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos tendrá
un efecto muy limitado en esta última parte del año, pero está claro que se
acabó con el esquema de subsidios generalizados que corría desde 2019. Incluso
antes del traspaso de poder entre Mauricio Macri y Alberto
Fernández. Junto con los anuncios, queda claro que Massa tiene el espacio
político para concretar el plan de acomodar las cuentas al acuerdo con el FMI.
La próxima etapa: dólares para anclar los
precios
Antes del anuncio
del ajuste de las cuentas públicas, el ministro coordinó con el
Banco Central una fuerte suba de las tasas de interés. Acá también hay una
diferenciación notoria respecto de la gestión de Martín Guzmán. Y nada
está dicho de que ese proceso haya finalizado. Más bien lo contrario: el hecho
de que la brecha cambiaria se mantenga por encima del 100% hace prever ajustes
adicionales en la política monetaria.
Hoy en día, el ministro luce más preocupado por conseguir
dólares para las reservas que en seguir elevando el costo del dinero.
Lo dicho: con una brecha tan exuberante, el Gobierno tiene enormes dificultades
para atraer divisas. Más bien todo lo contrario. Como no hay suficientes
dólares, el Gobierno apelará a reforzar las trabas a las importaciones de
productos y servicios.
Desde Comercio Interior dijeron a iProfesional que pasarán de
"licencias automáticas" a "licencias no automáticas" una
serie de productos que, de ahora en más, estarán obligadas a contar con
autorizaciones para entrar al país. Un trámite que, encima, demora varias
semanas.
Además, habrá controles estrictos a las importaciones de
servicios, un mecanismo a través del cual empresas y profesionales les
sacan dólares baratos al Banco Central. Entre ambas medidas, el Gobierno
prevé un ahorro cercano a los u$s3.000 millones en lo que resta del
año. En las últimas diez ruedas cambiarias, el Banco Central logró
recomponer las reservas a través de compras de dólares en el mercado. Pero aún
así, el balance de agosto se mantiene en negativo por unos u$s500 millones.
Ayudaron los menores gastos en energía, que parecen alejarse de los
picos del invierno, con erogaciones de hasta u$s200 millones
diarios. Aun así, el ahorro ya sea por menos importaciones innecesarias
para los procesos productivos -que es lo que en definitiva privilegia el
Gobierno- o por menos gastos en energía parecen no alcanzar para que crezcan
las reservas del BCRA.
¿Se aleja la posibilidad de una devaluación?
A esta altura, Massa está jugado a que, día tras día, se aleje la
percepción de una devaluación abrupta. Algo de esto empezó a visualizar el
mercado, lo que explica la racha ganadora en los bonos de la deuda y en las
acciones empresarias.
Sin embargo, admiten en el gabinete económico, las presiones recién se
van a disipar cuando entren dólares al Banco Central.
Mientras tanto, la estrategia pone a la inflación como centro de las
miradas. El dólar quieto y la incipiente recuperación de los activos
financieros deberían servir para morigerar las remarcaciones de precios. Sobre
todo en los alimentos, que son los que más subieron en las últimas dos semanas.
Esa realidad quedaría plasmada si se proyecta lo sucedido en las
primeras dos semanas y mes al resto de agosto. Si el mes termina así, es
muy probable que agosto cierre con una inflación en 7%, o incluso algunas
décimas por encima de ese tope. Muy cerca del nivel de julio, que tuvo el
récord del año, en el 7,4%.
Durante julio último, la suba de los alimentos había sido del 6%,
por detrás del promedio del 7,4%. En el comienzo de agosto, esa relación se dio
vuelta, lo que provocó la preocupación en las filas oficiales.
La reunión que el ministro y el titular del Central, Miguel Pesce,
mantuvieron con las seis empresas líderes de la alimentación sirvió para
intentar coordinar expectativas para las próximas semanas.
El Gobierno les garantiza a las compañías que no tendrán inconvenientes
para las importaciones de sus insumos. A cambio, les dijeron que habrá
un monitoreo diario de los precios y el abastecimiento en las
góndolas.
Massa le pone
concentración a aclarar el panorama lo más pronto posible. No tiene mucho tiempo
ni tantas herramientas. PROFESIONAL |