Por Damián Di Pace - La tarea de Gabriel Rubinstein, flamante
secretario de Programación Económica del Palacio de Hacienda, será ardua.
Encuentra un déficit fiscal de un punto por encima de la meta del 2,5% prevista
en el acuerdo con el FMI, con brechas en el mercado cambiario ampliadas que son
desincentivo hacia la liquidación de exportaciones, con restricción externa sin
reservas en el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y con una
inflación camino a superar el 90% hacia fin de año de difícil retorno incluso
con las medidas ortodoxas que pueda llegar a tomar.
En
julio, el termómetro de la inflación marcó el dato más elevado del año
7,4% y de las últimas décadas. La variación acumulada fue de 46,2% e
interanual de 71 %. Hasta ahora, la estrategia monetaria que se
adoptó fue el uso de letras del Banco Central.
El BCRA genera
deuda monetaria en un determinado plazo, con dos objetivos claros: bajar
la
presión sobre el dólar con una tasa de interés atractiva en pesos para que el
tenedor vaya sobre esas letras en lugar del dólar y bajar la inflación ya que,
al usar los pesos en esas letras del BCRA se evita que se vuelquen al consumo y
presionen sobre la demanda agregada.
Si hacemos un recorrido histórico sobre este instrumento,
veremos que nació en el 2002, en medio de una crisis económica para evitar la
corrida cambiaria con rendimientos de hasta 140%. En números se colocaron unos
$38.000 millones por 7 días a tasas altas, en palabras de Mario Blejer.
La lógica de
este instrumento es que la codicia supere al pánico; pero su mayor auge
fue en el 2015, después de la salida del cepo en donde el BCRA inició una
política agresiva de uso de Letras de la autoridad monetaria con tasas
altas en un corto plazo, si queremos ver un ejemplo, podemos ver
que se subastaban 85.739.382.000 Lebacs en un plazo de 35 días a una TNA de 57
por ciento.
La situación se agravó después del 28 de diciembre del 2017 cuando
las Lebacs junto a los pases representaban el equivalente a
u$s70.000 millones. La consecuencia directa eran los vencimientos cada vez más
altos en un cortísimo plazo, lo cual tuvo su contra partida directa sobre la
inflación en donde el gobierno de Mauricio Macro finalizó con una inflación
acumulada para todo su gobierno de 293,97 por ciento.
Todos los ingredientes para una explosión
inflacionaria
Este gobierno
no está escapando del mismo desajuste monetario de la gestión
anterior, pero con otro instrumento financiero como son las Letras
de Liquidez (Leliqs).
A diferencia de
las Lebacs, que las podía adquirir cualquier persona, las Leliqs solo
están disponibles para entidades financieras. Es importante recordar que este
instrumento nació en la gestión anterior para mantener la circulación
monetaria controlada. Gabriel Rubinstein encuentra un escenario saliendo de
control cuando en la actualidad el stock de Leliqs pasó de $1,2 billones a $7
billones entre instrumentos de deuda como las Leliqs y los pases.
La situación se agrava cada vez más si el BCRA emite pesos para afrontar
los vencimientos y en conjunto de una tasa de política monetaria que paso del
52% al 60%, son los elementos perfectos para
una explosión inflacionaria. Las Leliqs pagarían intereses por $355.000
millones, mientras que el mes pasado se habría pagado $226.000 millones.
En el medio de la pandemia, el propio Rubinstein expresó: "Si tanto
lo quieren a Néstor que vayan al superávit fiscal como tuvo él". Todo lo
anteriormente mencionado, sirve para comprender la relación directa entre lo fiscal y
monetario en pos de mantener contenido el dólar (recordemos que Argentina,
usa al tipo de cambio como ancla inflacionaria) y bajar la inflación (porque la
lógica de estos instrumentos es que los pesos sobrantes en la economía no
presionen sobre la demanda y menos aún que vayan al dólar paralelo).
Sin embargo, actualmente esta gestión se encuentre arrastrando una
inflación acumulada de 208,27% y con perspectivas que la implosión
inflacionaria continué su camino en ascenso.
De acuerdo a un informe de INVECQ, en los últimos 60 días se efectuó una
emisión de $1,7 billones para intervenir en la esterilización de pesos
(colocando Leliqs y aumentando la tasa). Es decir, un equivalente a un 45% del
stock de la base monetaria.
En el medio hemos argumentado que la culpa de la inflación es por la
pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, mientras los países de
América Latina tanto en pandemia como en la guerra mantienen inflación de un
dígito la Argentina va camino hacia los 3 dígitos.
Después de este recorrido monetario de la estrategia del BCRA para
luchar contra la inflación, podemos
entender que el único culpable de la actual tasa de inflación en el
desequilibrio fiscal y monetaria que viene acumulando a lo largo de toda su
gestión.
Continuar buscando distintas causalidades para la escalada de precios,
no solo nos genera un mal diagnóstico para resolver la inflación. Al
diagnosticar "causas que solo afectan a nuestro país y no a demás países
de la región" subestimamos la gravedad del problema que estamos
transitando.
La realidad es que a medida que el tiempo pasa las medidas que no se tomen
por las buenas, el mercado
las tomará por las malas. Rubinstein no puede emerger como el
"salvador" de tanto desequilibrio.
La bola de
Lebacs con las cuales se le iban a pagar a los jubilados se convirtieron en
bola de Leliqs. Se han logrado rolear vencimientos de deuda para el año que
viene despejando incertidumbre actual para ganar tiempo presente, pero generar mayor
riesgo y volatilidad futura de corto plazo.
Desarmar la bola de Leliqs requerirá de una sintonía con otras
correcciones como la baja del déficit fiscal, reducción de emisión monetaria,
desarme gradual de estas Letras a medida que lleguen los vencimientos y pagos
de interés correspondientes, recomposición de precios relativos de la economía
como tarifas y tipo de cambio lo cual implica reducción de la brecha cambiaria
y un sendero consistente entre esa reducción de la inflación y el aval de una
coalición de gobierno que hasta ahora fue fiel representante de un
desequilibrio de opinión y gestión que se trasladó al desequilibrio macroeconómico
donde estamos actualmente parados. |