Por Esteban Lafuente - Pese a caminos, formaciones y esquemas políticos
diferentes, el exministro de Energía Juan José Aranguren y el actual ministro
de Economía, Sergio Massa, comparten una decisión: ambos impulsaron
recomposiciones tarifarias para los servicios de luz y gas, que implicaron
subas en las boletas y apuntan a reducir el gasto en subsidios. Con todo, el
peso de este rubro en las cuentas públicas seguirá siendo importante.
Con los ajustes impulsados por Massa (llegarán al 88% para el gas y,
según cálculos privados, a casi 200% en la luz para los usuarios del nivel 1,
que pasarán a pagar tarifa plena), Emilio Apud, ingeniero industrial y
exsecretario de Energía y Minería de la Nación, estima que podría reducirse al
55% la incidencia de los subsidios sobre el costo económico total de esos
servicios.
Cuando Cambiemos llegó al poder, en diciembre de 2015, el país llevaba
una década de congelamientos tarifarios. En ese momento, en promedio, los
montos de las facturas de luz y gas representaban alrededor del 20% del costo
económico de los servicios y el 80% restante se cubría con subsidios. “El ajuste
que hizo Macri en el sector energético, hasta las PASO de 2019, permitió
revertir la situación y redujo del 80% al 20% promedio el peso de los subsidios
en las tarifas”, recordó Apud.
Hoy, según estimaciones del especialista, la foto es similar a la de
2016: los usuarios pagan en sus facturas entre el 20% y el 30% del costo
económico de los servicios energéticos, mientras que los subsidios cubren entre
el 70% y el 80% restante.
“Con el ajuste que se está proponiendo, en el mejor de los casos y si se
fuera actualizando por inflación, eso [el 55%] podría ser lo mínimo que va a
recibir el próximo gobierno. El año que viene es electoral y posiblemente no
habrá [más] ajustes”, agrega.
Luego de los ajustes tarifarios de la gestión de Cambiemos, el monto de
subsidios energéticos se redujo de US$15.000 millones anuales a alrededor de
US$6000 millones, según estimaciones del especialista en energía Daniel
Montamat.
“La gran mentira que se engendró en la época del congelamiento es que la
contracara de estas tarifas de gas y electricidad casi regaladas era el gasto
en subsidios, que habían crecido. La administración Kirchner los dejó en más de
US$15.000 millones y se financiaban con emisión inflacionaria. Los subsidios no
son indoloros desde el punto de vista económico: se financian con el peor
impuesto, que es la emisión inflacionaria”, plantea el analista, exsecretario
de Energía de la Nación y expresidente de YPF.
En términos de PBI, los subsidios energéticos representaron un 3% del
PBI en 2016, y cayeron al 1,6% en 2019, según estimaciones del economista
Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma. Pero la tendencia se invirtió desde
2019. Al llegar al gobierno, el Frente de Todos impulsó la ley de solidaridad y
reactivación productiva, que extendió el congelamiento de tarifas que había
dispuesto Macri sobre el final de su mandato
, en una dinámica que volvió a expandir el gasto en subsidios a la
energía.
De acuerdo con las estimaciones de Caamaño, ese rubro, que explica gran
parte del incremento en el déficit del sector público, llegó al 1,9% del PBI en
2020 y al 3% del PBI en 2021. Así, la ecuación se invirtió, y hoy las facturas
representan a entre un 20% y un 30% del costo económico de los servicios. El
resto se cubre con subsidios.
En términos operativos, existen diferencias que impiden una comparación
estricta entre ambos ajustes de tarifas. “En la gestión de Cambiemos aumentaron
los precios y se recompusieron los costos de distribución. Pero ahora no se
habla de costos de distribución”, dice Julián Rojo, economista del Instituto
Argentino de la Energía General Mosconi.
Los ajustes de precios se aplicaban a todos los usuarios (con montos
diferenciados según la categoría de los hogares por su nivel de consumo) y se
creó el sistema de tarifa social, un esquema que mantenía los valores de las
tarifas con mayores subsidios a los sectores de menores ingresos. Este régimen,
que hasta 2018 estuvo a cargo de la Nación y luego se transfirió a las
provincias, alcanzó a tres millones de hogares para el servicio eléctrico y a
1,8 millones para el gas natural.
La recomposición tarifaria impulsada por Massa llega luego de una
primera recomposición del orden del 20%, concretada en el primer semestre.
Ahora, se mantiene el esquema de tarifa social (el grupo de usuarios del
denominado nivel 2), pero aplica un aumento segmentado, a partir del modelo que
en su momento había diagramado el equipo de Martín Guzmán. Mientras los
usuarios de menores ingresos no tendrán aumentos, a los de mayores ingresos
(nivel 1) se les realizará una quita progresiva de subsidios para llegar a
facturas con tarifa plena.
En el segmento de ingresos medios, en cambio, se aplicarán subsidios,
pero habrá topes de consumo tanto para la luz como para el gas. Por encima de
esos volúmenes (400 kWh mensual o 550kWh mensual para los usuarios que no
tienen conexión a gas de red; un volumen de gas variable según zona
geográfica), los usuarios pagarán tarifa plena.
Hacia adelante, en principio, los segmentos de usuarios subsidiados
tendrán recomposiciones, pero asociadas (y menores) a la variación de los
salarios, un punto que, advierte Rojo, genera distorsiones e impide el recorte
de subsidios. “Esta vez, una gran parte de la demanda mantiene subsidios que,
incluso, será un atraso tarifario hacia el año que viene”, concluye el
analista. |