Por Pilar Vázquez - “El sector agroindustrial tiene un rol protagónico
en la economía argentina y los mercados internacionales, pero su contribución
podría ser muy superior. El sector viene creciendo por
debajo de su potencial, siendo que el país tiene los atributos para aprovechar
las oportunidades que ofrece el desafiante mercado mundial. Por eso, con
mejores políticas, este sector puede convertirse en uno de los ejes del
desarrollo de nuestro país”.
Esa fue la radiografía sobre el campo que dio Agustín Tejeda Rodríguez, economista de la Bolsa de Cereales de
Buenos Aires, en la apertura de la 7º edición de Negocios del
Campo: “Los referentes del futuro y las perspectivas de un sector clave”,
organizado por LA NACION.
Según detalló, la agroindustria representa el
17% del PBI y el 24% del empleo, “siendo prácticamente el único sector oferente
neto de divisas de la economía”, y el 16% de la recaudación fiscal. “Son
números muy importantes que han crecido significativamente durante 2021 y 2022
gracias a un escenario de precios altos”, sostuvo.
En lo que respecta a la liquidación de divisas por exportaciones de
granos y subproductos, expresó que durante 2021 llegaron 32.800 millones de
dólares, “un crecimiento de más del 60% en relación con lo que se había
liquidado en 2020 y al promedio de los últimos 10 años”. En tanto,
indicó que entre enero y julio de 2022 ya ingresaron US$22.300 millones. “Es
más de todo lo liquidado en 2020 y por encima de lo que se llevaba a esta fecha
en 2021, que había sido récord”, expuso.
También remarcó que “la mayor contribución del
sector no está en lo macroeconómico, sino en el aporte al desarrollo
territorial, con presencia”.
Por otro lado, destacó que este sector no solamente es muy importante
puertas adentro, sino que también tiene un rol preponderante en el mercado
internacional. “Con un mercado doméstico relativamente
pequeño en relación con las capacidades de producción y competitividad que
tiene este sector, la mayor parte de las toneladas de producción se destinan a
los mercados internacionales, convirtiéndose las exportaciones en la mayor
fuente de crecimiento de la producción”, indicó.
Rol clave
En rigor, precisó que, entre otros rubr la Argentina es el primer
exportador mundial de aceite y harina de soja [entre el 40% y el 50% de las
exportaciones del mundo salen del país], tercero en maíz y séptimo en trigo.
Si bien en valor la Argentina está creciendo, alertó que el crecimiento
en las cantidades exportadas, molidas y producidas, “ha sido menor al promedio mundial”. Sobre todo frente a
los países competidores e incluso a los socios del Mercosur que comparten el
mismo acceso a mercados internacionales.
En ese sentido, explicó: “Cuando se desagrega ese crecimiento vemos que
está explicado por las cadenas agrícolas de base pampeana que tienen ciclos más
cortos de producción, menores requerimientos en inversión en activos físicos y
estructuras más flexibles de producción. También menores avances en
transformaciones de granos y economías que son las que les han permitido sobrevivir a un entorno bien desafiante, sobre
todo en términos de políticas públicas”, agregó.
Alertó que se “ha generado una estructura subóptima del
sector agroindustrial en donde hay menos avances en los eslabones de la
transformación de los granos y menor presencia de las cadenas regionales”.
Para Tejeda, las causas de este crecimiento menor al potencial es
consecuencia de las políticas, sobre todo las sectoriales en términos de
derecho de exportación y restricciones. “En lugar de generar incentivos
para que el sector crezca, han generado distorsiones muy importante de precios
relativos que ha impactado sobre las decisiones de producción”, dijo.
“Entre 2002 y 2021 el sector ha transferido casi US$200.000 millones vía
recaudación por derecho a la exportación y precios más bajos de los productos
que produce [por las intervenciones en los mercados], casi cinco préstamos del
FMI”, indicó.
Para el especialista, a lo ya mencionado se le suma la situación de la
coyuntura que, sostuvo, agrega una “nueva fuente de incertidumbre de cara a la
próxima campaña”. En ese sentido, hizo referencia a la volatilidad
macroeconómica y a la brecha cambiaria, los cambios en políticas, los aumentos
en los costos, la disponibilidad de insumos, la volatilidad de los mercados
internacionales y el clima, que no parece ser alentador para la campaña.
“La situación podría ser muy distinta, el mercado internacional está
frente a una crisis de seguridad alimentaria y energética que genera un interés
en la región y en la Argentina; nuestro país tiene la capacidad para responder
a eso”, concluyó. |