Por Pablo Sieira - La masiva
movilización de la CGT, la CTA y movimientos sociales ligados al
oficialismo fue una demostración de fuerza para el gobierno del
presidente Alberto Fernández, al que le reclamaron palabras más palabras
menos una recomposición salarial y, entre líneas, que el
ajuste que empieza a ponerse en marcha no afecte el ya deteriorado
poder adquisitivo de los trabajadores sindicalizados que coparon el centro
porteño.
Los referentes de las centrales sindicales hicieron un esfuerzo
discursivo y gestual para que la marcha del Obelisco al Congreso no fuera leída
como una protesta "contra el Gobierno" sino contra "los
formadores de precios" y los "especuladores", a quienes le
atribuyeron una responsabilidad sobre la escalada inflacionaria que no le
cargaron a la gestión de Fernández.
No obstante, la movilización fue una demostración de fuerza que no puede
tener otro destinatario que no sea el Gobierno, al que le envían entre líneas
el mensaje de que esa
masiva marcha sindical hoy es un apoyo para enfrentar a los "formadores de
precios" y cuidar los salarios con medidas concretas pero que, si no lo
hace, mañana esta misma manifestación puede ser en contra.
Se trató de una suerte de movimiento defensivo, sin romper la
relación. Y es que en la CGT saben tan bien como en la CTA -más
cercana al kirchnerismo- y los movimientos sociales como el Evita que el
Gobierno está empezando a aplicar un ajuste económico. La conferencia de prensa
sobre los detalles de la segmentación de subsidios que generará un aumento de
las tarifas fue el primer paso en ese camino.
En ese marco, hay una tensión latente entre los líderes sindicales,
obligados a defender a sus representados frente a la inflación que deteriora
aceleradamente su poder adquisitivo, y el Gobierno que está resignado
a encarar el ajuste para cumplir con el FMI y evitar una crisis económica
mayor.
La CGT intentó
disimular esa tensión en los discursos de casi todos sus dirigentes, que
evitaron las críticas al Presidente y al oficialismo en general (al que
todavía pertenecen), pero está allí. Una muestra de ello fue que el
ministro de Economía, Sergio Massa, intentó en los días previos desactivar la
movilización.
Mientras se desarrollaba la marcha, la cúpula de la CGT ofreció una
conferencia de prensa en la sede de la central gremial, donde dejó en
claro que la movilización "contra los formadores de precios" fue en
realidad un mensaje al Gobierno con la intención de marcarle la
cancha frente al ajuste: "Que tome las medidas que tenga que
tomar", fue la exigencia.
El primero en tomar la palabra por parte del triunvirato que encabeza la
CGT fue Héctor Daer, quien sostuvo que "es necesario encontrar una
salida a favor y no llevar una salida como pretenden los sectores de
concentración económica que presionan en favor de un proceso devaluatorio que
empobrecerían al pueblo y aumentaría la masa de pobreza estructural".
Luego fue el turno del líder Camionero, Pablo Moyano, quien fue más
concreto en la advertencia y lanzó: "Esta
puede ser la primera marcha que realicemos porque si siguen sacándole el plato
de comida a los argentinos, nos vamos a seguir movilizando". El
dirigente del Frente Sindical se
diferenció del resto de la CGT con el tono de los planteos que realizó a
lo largo de la jornada.
En este sentido, se refirió directamente a Alberto Fernández y expresó:
"Que tome las medidas que tiene que tomar, que lo vamos a
acompañar, que los siente en la mesa a los que remarcan los precios. No se
la pueden llevar de arriba, porque se la vienen llevando de arriba desde la
dictadura".
Evitar la confrontación, sin dejar los
reclamos
La decisión de la CGT de concentrar en el microcentro porteño y marchar
desde allí hacia el Congreso, sin pisar en ningún momento la Plaza de
Mayo y las cercanías de la Casa Rosada -a donde sí fueron las agrupaciones
de izquierda- fue un gesto meditado previamente que pretendió
reforzar la idea de que la marcha no fue "contra el Gobierno".
Esto fue acompañado por las declaraciones de los distintos dirigentes
como Andrés Rodríguez, líder de la Unión de Personal Civil de la Nación
(UPCN), quien sostuvo que la marcha "no es a favor ni en contra del
Gobierno, es contra los que especulan para generar una devaluación".
También Moyano intentó dar esa señal, aunque con su estilo más combativo
que el de sus colegas de la cúpula sindical (donde hay algunos
desacuerdos) dejó filtrar la tensión entre el Gobierno y la CGT que
estuvo por detrás de la movilización.
Durante el breve discurso que brindó antes de la movilización hacia el
Congreso, Moyano se refirió a Fernández con el amistoso epíteto de
"compañero", pero a la vez le dejó al mandatario -y a través suyo a
Massa- un pliego de reclamos muy concreto: un bono para compensar a
los trabajadores y reapertura de paritarias sin condiciones.
"Alberto, Presidente, poné lo que tengas que poner para terminar
con los especuladores. No podemos
seguir
con estos niveles de inflación. Alberto,
saca ese bono y esa suma fija, y mantené las paritarias libres. También con las
asignaciones familiares", lanzó Moyano.
La declaración pareció responder a una versión que corrió en los últimos
días sobre una supuesta intención de Massa de postergar negociaciones paritarias
ante la necesidad de empezar a desindexar la dinámica económica.
Moyano, el más duro de una "marcha a
favor"
Las diferencias entre Moyano y sus pares del triunvirato de la
CGT no son una novedad y radican, principalmente, en el tono de los
reclamos al Gobierno y las formas para canalizarlo. La marcha de este miércoles
y la conferencia de prensa de la central gremial volvió a mostrar esos matices,
en los que es clave la relación con la Casa Rosada.
En la sede de la CGT, el triunviro Carlos Acuña se mantuvo en
la misma línea que Daer y otros dirigentes al pedirle al Gobierno simplemente
que "tome las medidas que tiene que tomar para el bien del pueblo
argentino".
Moyano, otra vez, se diferenció. En primer lugar, fue el único que hizo
hincapié en los reclamos de "paritarias libres" para ganarle a la
inflación, un bono para quienes no cubran la canasta básica con su salario y
"universalizar las asignaciones familiares por hijo" que, según
afirmó, solo la cobran 2 millones de empleados registrados entre los 6 millones
que hay. Todas medidas que solo puede tomar el Gobierno.
Pero además, luego de advertir que puede haber más movilizaciones si el
Gobierno no acciona sobre los "formadores de precios", afirmó
que "el campo no paga el 33% de retenciones sino el 26%" porque,
según sostuvo, una parte de sus cargas que se mueven en camiones salen "en
negro".
De esta manera, el líder del sindicato de Camioneros planteó de manera
más clara el reclamo de fondo y la tensión detrás de la "marcha a
favor" con el Gobierno: que las medidas a tomar estén dirigidas a que el
ajuste impacte en las grandes empresas y el campo y no en los trabajadores
asalariados. Y que de lo contrario habrá más protestas, al menos de su sector. |