Por Claudio Zlotnik - Un miembro del flamante equipo económico lo
admite sin dudar: "No podemos seguir así. Tenemos que revertir las
expectativas. Y la única
manera es consiguiendo dólares para las reservas". Más
claridad, imposible.
El funcionario, que prefiere el anonimato para evitar algún cimbronazo
extra, da cuenta de la obsesión de Sergio Massa: conseguir dólares rápidamente
que evite un salto cambiario brusco. Algo que el ministro no está dispuesto a
efectuar. Al menos sin antes conseguir un respaldo de billetes verdes en el
Banco Central.
Lo que parece innegable es la descoordinación en el gabinete económico,
algo que parecía superado tras la eyección de Martín Guzmán. Massa dio una
fuerte señal apenas asumió que está dispuesto a mantener la pauta de
déficit fiscal del 2,5% del PIB para este año, algo que lo obligará a un fuerte
ahorro de acá hasta fin de año.
Pautó, para conseguirlo, una corrección
de las tarifas de los servicios públicos mucho más fuerte que el anunciado
por Guzmán, primero, y por Silvina Batakis, después. Además, tiene la idea de
mantener pisado el gasto público en función de los fondos que ingresen al
fisco. Tampoco les permitirá a los funcionarios a recuperar el dinero que no
hayan utilizado (subejecutado) durante la primera parte del año.
Se trata de un ajuste considerable, nunca visto bajo un gobierno
kirchnerista. Massa asegura que está dispuesto a tolerarlo con tal de recuperar
la confianza y mejorar las expectativas de corto y mediano plazo.
Nadie lo dice abiertamente, pero la idea es mantener sin más sobresaltos
a la economía hasta principios del año que viene, cuando ya se empalma con la
campaña electoral. Esa será otra historia.
Los dólares, la principal preocupación de
Massa
Todos los focos están puestos en la recuperación de las reservas del
Banco Central. Esta semana será clave para eso. El ministro se juntará con las
entidades del campo, con quienes intentará cerrar un acuerdo que asegure
la liquidación de dólares de la última cosecha, parte de la producción de soja
que quedó retenida en los silobolsas en medio de la creciente incertidumbre
cambiaria.
¿Habrá pacto?
¿Qué pedirán a cambio los productores y las cerealeras? Massa ya dijo que
no quiere aceptar un desdoblamiento formal del tipo de cambio, pero está más
que claro que sólo otorgando un mejor tipo de cambio, los chacareros
y las cerealeras aceptarán el convite.
La idea de que haya bancos del exterior que financien a la Argentina a
través de créditos "repo" (con garantías) luce lejana. Básicamente
porque, en medio de la crisis de confianza, los bonos de la deuda valen muy
poco y habría que poner entre tres a cinco veces el capital que los bancos de
afuera están dispuestos a prestar. No más de u$s1.000 a u$s2.500 millones. Muy
poco, en relación a las necesidades de la Argentina.
¿Se viene una fuerte suba de la tasa de
interés?
Descartada una devaluación en el mercado oficial o un desdoblamiento
cambiario, las alternativas que escucha el ministro se reducen. El "algo
hay que hacer" se alinea con la posibilidad de una fuerte suba de la tasa
de interés, por parte del Banco Central.
"No puede ser que los bancos ofrezcan líneas baratas a los
productores agropecuarios, que son los mismos que necesitamos que liquiden
para que los exportadores traigan las divisas al Banco Central",
argumentan desde el equipo económico.
Desde el
entorno del ministro ponen bajo la lupa a Miguel Pesce. El titular del BCRA
está fuertemente respaldado por Alberto Fernández. Massa logró colocar en el
segundo lugar de la estructura del Banco a Lisandro Cleri. Sin
embargo, habrá que ver con el correr de los días si Cleri logra acceder a la
botonera de la mesa estratégica mesa de operaciones del Banco Central. Algo que
no logró hacer Martín Guzmán.
Economistas de distintas vertientes e ideologías le recomendaron a
Massa tomar medidas urgentes que le permitan al Banco Central recuperar la
posición compradora en el mercado de cambios para engrosar las reservas.
Una de las posibilidades a mano es decidir una suba de las tasas de
interés, que quede por encima de la inflación proyectada para este año, que los
economistas ya estiman por encima del 90%, como quedó plasmado en el último
relevamiento REM, que organiza el Banco Central.
Frente a todos los interlocutores con los que interactuó desde que
asumió como ministro, Massa descartó una devaluación, de manera tajante. Lo mismo cuando menciona la chance de un
desdoblamiento cambiario. No quiere ni siquiera dejar abierta la posibilidad de
dar ese salto.
La situación luce apremiante: este viernes, el Banco Central vendió
otros u$s95 millones en el mercado de cambios oficial, y la dinámica no se
desacelera: las ventas de divisas para evitar una devaluación alcanzaron los
u$s700 millones tan sólo durante esta primera semana de agosto.
La preocupación por la constante caída de las reservas es extrema: la
brecha cambiaria conspira contra cualquier plan de estabilización. Después de
la fuerte baja que mostraron las cotizaciones de los dólares alternativos, esa
tendencia bajista se detuvo ante la incertidumbre de lo que puede ocurrir en el
corto plazo.
Se abre una semana determinante: otra vez se acercan definiciones (esta
vez de un equipo económico que no lleva ni una semana en la gestión) para
apaciguar las tensiones cambiarias y normalizar la economía. Algo que, está
claro, no se logra solamente con palabras. |