Por Esteban Lafuente - Una montaña silenciosa se acumula en el Banco
Central (BCRA), que siguió incrementando sus pasivos y llegó ya a superar los
$7 billones. Más allá de los anuncios y promesas de campaña del entonces
candidato Alberto Fernández, la deuda de la entidad monetaria creció en más de
US$36.000 millones durante su gestión, el equivalente al 80% del crédito que el
país recibió del FMI (por US$45.000 millones).
En la actualidad, entre letras de liquidez (Leliq) y pases, los dos
instrumentos que utiliza el BCRA para “aspirar” pesos, acumulan $6,9 billones.
Es un número creciente y convertido a dólares al tipo de cambio oficial
representa unos US$52.900 millones. En diciembre de 2019, ese stock era de
US$17.000 millones.
Con una política monetaria expansiva implementada por el Gobierno desde
2020, acelerada por las necesidades financieras asociadas con la pandemia de
covid-19 y luego con los pedidos de asistencia para cubrir el déficit del
Tesoro, el BCRA intensificó el uso de la “maquinita” de emisión de pesos, que
luego debió “retirar” con instrumentos de esterilización como las Leliq y los
pases.
Más allá de los números, hoy ese stock de pasivos se duplicó en términos
del producto. Según estimaciones del economista Fernando Marull, al momento en
que Alberto Fernández llegó a la Casa Rosada representaban el 5% del PBI, y
actualmente llegan al 11% del producto.
“Lo que estamos viendo son las consecuencias de haber emitido 11 puntos
del PBI en dos años. Eso no es gratis y acá se ven las consecuencias”, advirtió
el analista, titular de FMyA Consultores, en referencia al impacto de esa
política expansiva sobre la inflación y el deterioro del patrimonio del BCRA.
Porque mientras el BCRA acumula US$53.000 millones en sus pasivos
remunerados, hoy cuenta con alrededor de US$2362 millones en sus reservas
netas. Es el número que surge de restarle al valor de las reservas brutas
(US$39.214 millones, según el último dato informado ayer), componentes como los
encajes de los depósitos privados en dólares o el swap de monedas con China, entre
otros.
En el organismo advierten que el crecimiento en las últimas semanas en
sus pasivos tuvo como contracara la compra de un activo (los bonos del Tesoro),
cuyo rendimiento es superior al de los pasivos. Es que, mientras las Leliq
rinden actualmente un 52% anual, los títulos públicos que adquirió el ente
monetario tienen su rendimiento ajustado a la evolución de la inflación (CER),
superior al costo de las Leliq.
“Parte del crecimiento de los pasivos que se registró por la
intervención en el mercado secundario fue a cambio de la adquisición de un
activo que tiene una rentabilidad superior al pasivo que genera”, remarcaron
desde el BCRA.
La “montaña” de pasivos en el BCRA también creció en la gestión de
Mauricio Macri, y fue uno de los factores que aceleró la corrida cambiaria que
se desató desde 2018. Ese año, el BCRA llegó a tener acumulados en sus ya
extintas Lebac unos US$70.000 millones, y contaba con US$40.000 millones de
reservas netas.
A diferencia de la foto actual, marcada por el rígido cepo cambiario y
las restricciones que permiten únicamente a los bancos tener Leliq, en 2018
cualquier inversor privado podía colocar inversiones en Lebac. En aquella
ocasión, el desarme de estas posiciones en pesos llevó a que los inversores se
deshicieran de esos instrumentos en moneda local y demandaran dólares, dinámica
que empujó hacia arriba el tipo de cambio y arrasó con las reservas del BCRA.
“El cepo sostiene la dinámica y la hace más manejable porque los pesos
están atrapados. Cuando explotan los pasivos del BCRA como pasó con las Lebac,
era porque tenían el acceso al dólar oficial, entonces la corrida fue muy
rápida porque el mecanismo de transmisión era mucho más rápido”, explicó Juan
Ignacio Paolicchi, economista de Empiria Consultores.
El analista advirtió también por la reciente expansión del total de
Leliq, que se disparó en junio. Fue cuando el BCRA debió emitir más de $1
billón de pesos para intervenir en el mercado financiero y comprar bonos del
Tesoro para evitar un desplome de su valor, en un contexto de creciente
desconfianza entre los inversores. Luego, el organismo que preside Miguel Pesce
debió absorber esos pesos emitidos con más Leliq, que alcanzaron un valor
nominal récord.
El crecimiento de estos pasivos silenciosos en los números del BCRA
también supera a los indicadores de 2018 si se los compara con la base
monetaria. Entre Leliq y pases, ese total representó en promedio el 138% de la
base monetaria durante el primer semestre de 2022, de acuerdo con estimaciones
de Consultora Ledesma. Es el valor máximo en dos décadas: en el primer semestre
de 2018, el conjunto de Lebac, Leliq y pases representaba un 126% de la base
monetaria.
El problema de este desequilibrio es, además, el costo que le genera al
BCRA. Es el déficit “cuasi fiscal”, que implica las necesidades de emisión
monetaria que la entidad debe enfrentar para cubrir los intereses de esos
pasivos (luego de la suba de tasas, las Leliq le rinden a los bancos un 62%).
Y su crecimiento contradijo a las promesas del entonces candidato a presidente
Alberto Fernández quien anunciaba que dejaría de pagar los intereses de las
Leliq y, al mismo tiempo, aumentaría las jubilaciones. Según estimaciones de
Marull, con estos niveles de interés y pasivos el BCRA debe pagar alrededor de
$346.000 millones al mes a los tenedores de Leliq, mientras el estado gasta
alrededor de $400.000 millones al mes en jubilaciones.● |