Por Maia Jastreblansky - A menos de un mes de asumir como titular del
Palacio de Hacienda con la botonera de toda la macroeconomía, Silvina Batakis
pasará a conducir el Banco Nación. Ayer al mediodía la funcionaria conversó dos
horas a solas con Alberto Fernández, y se fue de la Casa Rosada con un pedido
del Presidente para que se quedara en la gestión. La ministra de Economía buscó
exhibir entereza frente al desembarco de Sergio Massa como un “superministro”
coordinador del equipo económico, aunque en su círculo íntimo la describían muy
dolida. De palabra, ella le transmitió al Presidente que su renuncia estaba a
disposición. Pero el jefe del Estado le pidió que se quedara en la
administración nacional y durante la tarde se resolvió su pase a la entidad
financiera.
La funcionaria había aterrizado ayer por la mañana en Buenos Aires, tras
su viaje a Washington, en medio de un festival de trascendidos que la tomaron
por sorpresa en pleno vuelo de regreso, que se demoró casi un día por un
problema en la conexión. A comienzos de esta semana, ella se había presentado
ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) como la principal autoridad
económica del Gobierno.
Fuentes oficiales rechazaron que Batakis haya presentado su renuncia y
aseguraron que ella y el Presidente hablaron sin testigos. Según pudo saber la
nacion, la funcionaria no se esperaba este giro a menos de un mes de asumir.
“Abatida”, fue la palabra con la que la describieron colaboradores cercanos.
En su paso por Washington, Batakis, acompañada en todo momento por el
embajador argentino Jorge Argüello, se entrevistó con Kristalina Georgieva, del
FMI. En ese marco aseguró que contaba con un “apoyo fuerte” en el Frente de
Todos para implementar un ajuste en los próximos meses, pese al silencio de la
vicepresidenta Cristina Kirchner.
“Estamos en una coalición de gobierno, y dentro de esa coalición de
gobierno hay un equilibrio, que efectivamente está dado para que podamos
implementar estas medidas y vayamos desarrollando todo lo que tenemos que
desarrollar para calmar la economía argentina”, había asegurado Batakis en un
encuentro con la prensa en la embajada argentina, un rato antes de partir al
aeropuerto para volver a la Argentina. “Hay un apoyo fuerte de todos los
sectores de nuestro espacio político”, había subrayado.
Mientras eso sucedía, en Buenos Aires sobrevolaban versiones de
eventuales cambios de gabinete, incluido su cargo, en el que fue designada el
domingo posterior a la renuncia de Martín Guzmán, cuando el Presidente y su
vice acordaron su nombramiento por teléfono.
“Silvina es una mina extraordinaria, tiene una entereza que no se encuentra
mucho en la política”, la elogió ayer un importante funcionario de la Casa
Rosada cuando se conocía su permanencia en la gestión nacional a pesar de la
desprolijidad con la que fue tratada.
El desembarco de Massa ya provocó tres renuncias: Daniel Scioli dejará
el Ministerio de Desarrollo Productivo (volverá a la embajada argentina en
Brasil), Julián Domínguez renunció al Ministerio de Agricultura y Gustavo Beliz
dejó la Secretaría de Asuntos Estratégicos.
Scioli –que fue el jefe de Batakis cuando ella era la ministra de
Economía en la provincia de Buenos Aires– venía manteniendo un diálogo
cotidiano con la ministra, para destrabar los problemas de la industria por las
restricciones a las importaciones. El tándem quedó muy golpeado con la llegada
de Massa.
Cuando su cargo no estaba en duda, Batakis les había pedido a los
ministros que se ajustaran el cinturón y redujeran sus gastos corrientes, tras
advertir que los números del Estado están en rojo.
La funcionaria había logrado mantener interlocución con Cristina
Kirchner y parte del kirchnerismo, incluido el equipo de Energía, que responde
a la vicepresidenta, cuyo futuro en el nuevo esquema se desconoce. También –por
pedido de la expresidenta– había restablecido el diálogo con Axel Kicillof.
Quienes conocen de larga data a la titular del Palacio de Hacienda saben que
debió digerir con antiácidos la idea de debatir el rumbo económico con el
gobernador bonaerense, por el retaceo de fondos que ella sufrió como ministra
de Scioli cuando Kicillof era ministro de Cristina Kirchner.
Fernández no podía demorar los cambios mucho más, tras la expectativa
que se generó en las últimas horas en los mercados. El jefe del Estado, además,
había buscado contener a los gobernadores y anteayer les había prometido que
tomaría medidas para mejorar la coyuntura económica. Los jefes provinciales le
pidieron soluciones rápidas. Estaban muy irritados por el fuerte impacto de la
crisis económica en sus provincias. ● |