Por Fernando Gutiérrez - El ruido en torno a una eventual devaluación o desdoblamiento cambiario como resolución inexorable de la crisis financiera ha dejado en
segundo plano otros temas que, sin embargo, también aparecen en el menú de
medidas de emergencia. Un ejemplo claro de ello es la tasa de interés, que
sigue siendo fuertemente negativa, en contra del compromiso asumido con
el Fondo Monetario Internacional.
Y
la nota extraña de los últimos días es que el reclamo por una
suba en las tasas ya no se restringe exclusivamente a los economistas "ortodoxos"
sino que desde el propio kirchnerismo se empiezan a escuchar
quejas por la existencia de un subsidio estatal a los mismos empresarios que
demandan divisas.
El debate se intensificó a partir de la escapada
del blue y de las noticias sobre el volumen de soja retenido en las silobolsas. De acuerdo con estimaciones de la Cámara de la Industria
Aceitera, ese stock asciende a unos 29 millones de toneladas, que a la
cotización de hoy equivale a unos u$s15.000 millones.
La protesta que se hace en la interna del propio
Gobierno es que esos mismos productores rurales -para los cuales se especula
con alguna medida de incentivo que implicaría una pérdida de ingresos fiscales-
se están viendo beneficiados por tasas activas en torno al 60% anual en el
sistema bancario. Dado que la expectativa inflacionaria ya está bien por
encima de 80% para el año, esto implica que el productor agropecuario, a la
hora de decidir cómo financiar los costos de la próxima campaña, tenga mayor
incentivo en endeudarse en pesos que en apurar la venta de la soja.
La tentación del crédito
prendario
Y, de hecho, la compra de maquinaria agrícola es
uno de los rubros que está creciendo, de la mano de la financiación. Las
estadísticas más recientes, correspondientes al primer trimestre, marcan que,
medida en cantidad de unidades, la venta del rubro de cosechadores crece al 43%
interanual, mientras los tractores lo hacen al 26% y las sembradoras al 19%.
De la misma manera, se están beneficiando
compradores de bienes de consumo de alto valor, como los autos. Una situación
que tiene como protagonista a una clase media-alta que, simultáneamente,
adquiere dólares para atesoramiento o para vacacionar.
"Los
concesionarios nos estamos desestockeando cada vez más porque la gente entiende
que sigue siendo un excelente momento para comprar autos, motos
y maquinarias agrícolas. El momento de
las oportunidades es ahora", argumenta Ricardo Salomé, presidente
de ACARA, la gremial de concesionarias automotrices.
Y a pesar de las dificultades que implica la
restricción de dólares para la industria, y que está ralentizando la oferta,
sobre todo en el rubro de autos cero kilómetro, el directivo se muestra
optimista sobre la posibilidad de vender este año 400.000 unidades -una cifra
modesta en términos históricos, pero que implicaría una mejora de 5% respecto
del año pasado.
Los últimos números sobre créditos
prendarios dan la pauta de cómo las tasas están resultando atractivas para
los usuarios, sobre todo cuando se trata de comprar bienes
durables que, a la hora de la evaluación económica, son valuados por la
sociedad argentina en términos de dólares.
Hablando
en números, mientras la cantidad de autos vendidos muestra una escasa variación
respecto del año pasado, los créditos prendarios para adquirir vehículos
nuevos suben a un 13,4% anual. Y el fenómeno es
particularmente visible en el mercado de los autos usados, donde las prendas
crecen a un impactante 38%.
Es así que los consultores le están recomendando a
sus clientes tomar crédito para financiar capital de trabajo, y argumentan que
es una opción más conveniente que vender dólares.
"Agotaría
todas las instancias para no vender ningún tipo de mercadería, incluido
dólares, primero tomaría financiamiento, ya que las tasas son negativas
contra la inflación", grafica Salvador Di Stefano, uno de los consultores más
influyentes en el ámbito agropecuario. Su argumento que tanto la maquinaria como
los vehículos y las propiedades están "en oferta" cuando se considera
su valor en dólares.
Tasas: de instrumento recesivo
a medida estabilizadora
En otras circunstancias, esta situación habría sido
un motivo de festejo para un Gobierno de orientación económica
"keynesiana". De hecho, la exigencia, por parte del FMI, de que las
tasas de interés fueran positivas fue uno de los motivos de irritación más
fuerte para el kirchnerismo cuando se dieron a conocer los términos del acuerdo.
Después de todo, ese compromiso asumido
por Martín Guzmán no se diferenciaba del que, durante la gestión
macrista, había asumido el entonces titular del BCRA, Guido Sandleris,
quien en su celo por el recorte monetario había llevado la tasa por encima del
70%.
punto
que hoy Sin
embargo, a medida que se agudizó la escasez de dólares en las arcas del Banco
Central, ese rechazo ideológico por las tasas reales positivas empezó a ser
objeto de revisión y debate, al también desde la interna oficialista se
plantea que una suba de tasas podría implicar efectos benéficos.
Si bien persiste el temor a un enfriamiento de la
actividad para el segundo semestre -el principal argumento usado hasta ahora
para justificar las tasas negativas- ahora se está imponiendo la idea de que
ese sería el "mal menor" a pagar para atenuar el problema de la
escasez de divisas y una eventual devaluación.
Un informe de PxQ, la consultora del
"ministeriable" Emmanuel Álvarez Agis, plantea que la crisis ha
sido agravada por decisiones erróneas del Gobierno, y destaca la tasa de
interés como centro de esa situación.
"La
política monetaria parece empecinada en regalar los pesos con los cuales se
hacen las corridas en los dólares paralelos. Se observa que la política
monetaria del BCRA es completamente expansiva, con tasas de
interés en términos reales negativas en el orden del -35%/ -40%
anual", apunta el influyente economista.
Y argumenta que, en este contexto, es el propio
Banco Central el que está financiando la corrida: "Además de tener
una política monetaria expansiva, la configuración de la política
monetaria y cambiaria implica que la respuesta óptima del sector privado
es tomar pesos para no vender dólares, o bien tomar pesos para comprar
dólares: la tasa de devaluación se encuentra permanentemente por encima de la
tasa de inflación, una diferencia que crece a lo largo del tiempo".
Lo cierto es que ya se debate abiertamente, en
medios afines al oficialismo, la necesidad de un ajuste con componentes
clásicos, empezando por un aumento en el tipo de cambio oficial, como forma de
reducir la brecha con el dólar paralelo, que en el momento más agudo de la
corrida llegó a 160%.
"También
debería incluir algún esquema de desindexación para frenar la inercia
inflacionaria y un largo período de tasas de interés positivas para
recuperar el valor del peso. Obviamente un programa de
este tipo significa inicialmente un freno de la economía, pero el freno es a su
vez necesario para acumular reservas, que serán la garantía de que el plan
funciona", opinó el economista Claudio Scaletta, uno de los más
influyentes entre los consultores cercanos al peronismo.
Del otro lado del mostrador, las consultoras más
cercanas a la ortodoxia marcan la urgencia de medidas en ese mismo sentido. Por
caso, Ecolatina destaca que, con u$s950 vendidos cuando todavía
faltan cinco días hábiles para terminar el mes, el Banco Central está pasando
uno de sus peores situaciones de salida de capitales desde el invierno de 2020.
"Medidas
fiscales y monetarias (y, probablemente, sobrerreacciones en esta materia)
posiblemente sean necesarias para frenar la corrida
cambiaria", agrega el informe de la consultora.
El Banco Central, bajo presión
En lo que va del año, el Banco Central ya
retocó seis veces la tasa de interés, pero siempre tuvo que "correr de
atrás" a la inflación, con lo que los rendimientos no lograron quedarse en
terreno positivo.
Para sorpresa del mercado, no subió la tasa luego de conocerse el dato de la inflación de junio. Esto dio lugar a versiones sobre una disputa entre el titular del
Central, Miguel Pesce, y el renunciado Guzmán, que afirmaba que la
expectativa de subas de tasas jugaba en contra de las posibilidades de
"rollear" los vencimientos de deuda del Tesoro.
Lo
cierto es que el Central comunicó hace una semana la implementación de un
"corredor de tasas", donde el piso estará marcado por los "pases
pasivos" -depósitos de los bancos en el BCRA- y el superior por las letras del
Tesoro.
Desde la óptica de Pesce, esta medida cumple con
los requisitos de ayudar al Tesoro en sus licitaciones -evitando que los bonos
sufran la competencia de las Leliq- pero, al mismo tiempo, marcar una voluntad
de converger al terreno de las tasas positivas.
Sin
embargo, ante la agudización de la tensión cambiaria, se han renovado las
presiones para que la tasa de referencia sufra un incremento que implique una
señal al mercado para atenuar el impacto inflacionario y la
caída en la demanda de dinero.
Y, claro, al reclamo del mercado local se suma el
del FMI, cuya directora, Kristalina Georgieva, acaba de analizar la
situación económica junto a Silvina Batakis. Si de algo se preocupó de
dejar en claro la ministra desde su primero día de gestión es que piensa
respetar los términos del acuerdo "stand by". Pero, por lo pronto, ya
se está incumpliendo las sugerencias de mantener la tasa de interés en campo
positivo y de no incurrir en atraso cambiario. |