Domingo 24 - Para achicar
la brecha desde arriba, es necesario un muy fuerte ajuste fiscal que permita
otro muy fuerte apretón monetario, con una muy fuerte suba de la tasa de
interés que “seque” todo el sobrante de liquidez existente (no se enoje, no
hablo de su bolsillo, hablo de los números macro) y frene la demanda de dólares
libres, por el costo de oportunidad de la tasa en pesos, o la
recesión. Ese super apretón fiscal y monetario no está disponible, al
menos en las magnitudes que se requieren dados los desequilibrios actuales.
La alternativa es subir el piso devaluando el peso más rápido, es decir
aumentar el ritmo actual de suba del precio del dólar oficial, o pegar un
salto.
Pero claro, otra vez, sin un control fiscal y monetario más intenso,
mover más rápido el tipo de cambio oficial puede resultar convertirse en un
“peor remedio que la enfermedad” en la medida que se perciba que ese movimiento
mayor del tipo de cambio oficial es el primero de varios y no el último.
Y en medio de este “lío” estamos.
Con escasas reservas en el Banco Central, la política cambiaria está a
merced del flujo de exportaciones e importaciones. Flujo que, a su vez,
depende de la dinámica de la brecha. Pero esa dinámica sólo la frena una
política fiscal y monetaria imposible o la intervención en el mercado de
cambios de un Banco Central con escasas reservas.
Con este panorama, y con el temor a devaluar en el aire, el Banco
Central, dice que se siente “cómodo” con este tipo de cambio real, y apuesta a
que “hay que pasar el invierno”, esperando que, superado el pico de las
importaciones de gas, se puedan recuperar las reservas, aflojar restricciones
al resto de las importaciones, y calmar el mercado.
Y en el mientras tanto, administrar la miseria.
Asigna los puchitos que entran a quien grita más fuerte. Apela a los
hermanos latinoamericanos a que vendan los dólares que traen para comprar
barato en la Argentina, en el circuito del dólar MEP, devaluando implícitamente
el dólar turismo receptivo y buscando como subproducto acercar algo más de
oferta al dólar libre, para achicar la brecha, pero sacándole oferta al dólar
blue -se espera un piquete de “arbolitos” en protesta por el atentado a las
fuentes de trabajo-.
A su vez, se restringen las operaciones de las empresas en el mercado
del CCL, para sacarle demanda a dicho mercado, y espera que todo se calme
por efecto de la propia suba del precio del dólar libre -que se piense que ya
está muy caro- por la recesión que vendrá y por la venta de los que desahorran
dólares para sus gastos en pesos.
Adicionalmente, al parecer, se piensa en “devaluaciones sectoriales
transitorias”, para incentivar a los productores agrícolas a cambiar sus
activos dolarizados por pesos.
Como se ve, sin acuerdo político interno en el kirchnerismo para un
cambio más de fondo, los instrumentos disponibles son escasos y más que nunca,
la política económica quedó a merced de las expectativas y las decisiones de la
gente.
Quizás, sólo quizás, se podrá pasar el invierno, aunque ello requiere
que, en la primavera, la brecha sea lo suficientemente menor, como para
restablecer un flujo positivo de saldo comercial, sin necesidad de un supercepo
(y eso, como ya le comenté, no depende de las importaciones de energía, depende
de que pueda reducirse sustancialmente la superemisión).
Pero aún siendo
exitosa en el corto plazo, el problema más serio es que esta “política”
luce escasa para llegar hasta el invierno que viene, cuando sea la situación
preelectoral, la que defina, casi exclusivamente, la política económica. |