Por Julián Guarino - El
Gobierno señaló esta mañana que la cotización del dólar blue no influye en las estimaciones de los agentes
económicos. Es una respuesta débil para el ataque especulativo y
desestabilizador del que viene siendo objeto. Y además, no es cierto. Distinto
es convalidar esta ridícula y
peligrosa suba que se está generando en el mercado informal del dólar, un terreno
de tensiones donde el propio Gobierno, hasta ahora, ha fracasado rotundamente.
Es necesario comunicar de forma urgente y coherente al grueso de la
población cuál es el derrotero que el Palacio de Hacienda piensa trazar hacia
adelante. Además, echar mano de los medios de que dispone, de todos los que
tiene a disposición, para llevar certeza a la población. Un primer paso en este
sentido fue lo realizado por la ministra Silvina Batakis en
los primeros días de gestión. Pero falta mucha más colaboración y coordinación
de todo el gabinete económico y, principalmente, del presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández y los equipos técnicos.
Lo que intento decir es que la cotización marginal del dólar es, además del emergente de un mercado con poca profundidad, una
variable política que intenta influir en el clima social y, en última
instancia, erosionar las posibilidades de una salida ordenada al complejo
frente cambiario y financiero que enfrenta la Casa Rosada y que hace daño
enorme a todos los argentinos que viven de un ingreso en pesos.
La
remarcación desmedida y permanente de precios es también otra forma de
erosionar al Gobierno. La “guerra a la inflación” declarada por el
presidente pareció quedar a mitad de camino. Las empresas oligopólicas se
apuran a remarcar por encima de las expectativas y los pymes actúan,
lógicamente, de la misma forma que sus proveedores. Los importadores hacen su
juego, el agro otro tanto. Todos toman decisiones en las que influye, también,
la cotización del dólar y las limitaciones emergentes de la Casa Rosada que
parece llegar a cuentagotas. El ex ministro Guzmán dejó un escenario de extrema
vulnerabilidad en este punto y en otros. El gabinete económico parece tener
serios problemas para coordinar decisiones.
Debe el Gobierno incorporar numerosas herramientas de inmediato para
tratar de mitigar los efectos que generan estas acciones de desestabilización.
Debe hacerlo no sólo para contrarrestar el juego opaco de aquellos que todos
los días buscan generar un daño, sino también para defender el poder
adquisitivo de los argentinos, uno de los puntales de la justicia social. El
impacto inflacionario en los alimentos debe ser administrado, cuotificado.
También debe el Gobierno dar un mensaje claro de orden en las cuentas públicas,
pero sobre todo, desnudar cuáles son los mecanismos nefastos que vienen
debilitando la gestión estatal en la base de la falta de divisas y la elusión y
evasión impositiva. La administración mediocre de los instrumentos con los que
ya cuenta el Estado para lograr frenar todo tipo de especulación parecieran no
ser utilizados del todo.
El plan trazado por el FMI hace agua por todos lados, muy lejos de la
“solución mágica” para todos los problemas que acosaban a la economía local.
Fracasa Georgieva junto al Gobierno en esta corrida cambiaria e inflacionaria.
El silencio del organismo internacional asombra en este contexto. Podría
señalarse que miran, en la distancia, la descomposición económica y financiera.
Es claro que no se trata de algo sencillo. El contexto internacional, la
guerra, la pandemia pasada y la espantosa gestión financiera y económica de
Cambiemos aún persiste en los problemas que enfrenta la Argentina. Pero también
habrá que insistir en que el Gobierno no puede acompañar los eventos que se
están suscitando. Hay enormes intereses de por medio, no sólo en generar
efectos desestabilizadores en el clima social por medios vinculados a la
cotización del dólar, sino también de generar incertidumbre en las estimaciones
que deben hacer, todos los días, los agentes económicos, es decir trabajadores,
jubilados, pensionados para asegurarse su subsistencia. El Gobierno no puede
esbozar una respuesta débil para el ataque especulativo y desestabilizador que
se desarrolla. |