Por Lorenzo Sigaut Gravina - Cuando parecía que el Gobierno lograba
aplacar –a fuerza de costosas medidas en términos de actividad e inflación–
las dificultades
para acumular reservas en el pico de liquidaciones de la
agroindustria y la salida
masiva de inversores de la deuda en pesos del Tesoro, la renuncia
del ministro de Economía Guzmán reanimó las presiones cambiarias/financieras
existentes.
Más allá de que la
designación de Silvina Batakis no ha sido del paladar de los inversores, el
complejo proceso decisorio hasta la elección del reemplazo de Guzmán debilitó
al Ejecutivo potenciando el desequilibrio de la relación de fuerzas entre el
Peso y el Dólar.
El desplome de los bonos del Tesoro Nacional -en moneda local
y extranjera- y la disparada de la brecha en los primeros días hábiles tras la
renuncia de Guzmán, potencian el desequilibrio que enfrentan las autoridades
económicas. La flamante Ministra de Economía junto con el Presidente del BCRA y
el Ministro de Desarrollo productivo, tienen que cortar el círculo vicioso en
que se encuentra la economía antes de que produzca una crisis
cambiaria/financiera de envergadura.
Lamentablemente, estamos inmersos en un proceso -ver la siguiente
figura- en donde no se acumulan reservas netas, el déficit primario aumenta, el
roll-over de la deuda en pesos se reduce forzando mayor emisión, y la escasez
relativa de divisas se agudiza. Aumentan
las restricciones y la brecha cambiaria, el programa con el
FMI se diluye y el deterioro de la confianza/expectativas se exacerba.
El círculo vicioso de la economía argentina.
La receta clásica del "mercado" sería una devaluación
del dólar oficial, fuerte suba de la tasa de interés para que en
términos reales quede claramente en terreno positivo y medidas concretas de
consolidación fiscal acorde a la meta de 2,5% del PIB acordada con el FMI.
Pero el Gobierno quiere evitar un salto cambiario a toda costa,
pues no hay margen social ni político para hacerlo, por lo que la alternativa
disponible es "profundizar" el cepo, como hizo el Central la semana
pasada al incrementar las restricciones al acceso de divisas para importaciones
de bienes y servicios.
Las restricciones reducen la demanda de divisas en el mercado oficial,
pero a un elevado costo: brecha creciente alcanzando tres dígitos -que genera
mayores incentivos a sobre/sub facturación de exportaciones/importaciones,
desalentado la acumulación de reservas netas- y dificultad para adquirir
productos del exterior, lo que genera problemas de abastecimiento que
elevan la inflación y reducen la actividad. Al diluirse la credibilidad, los problemas de la deuda en
pesos y la presión sobre las cotizaciones alternativas se acrecientan,
potenciando las tensiones cambiarias y financieras.
Cortar el círculo vicioso: la propuesta de Batakis
Para tratar de
cortar el circulo vicioso descripto, la flamante ministra de economía ratificó
en declaraciones:
La continuidad del acuerdo con el FMI ("continuar con el programa
económico")
Destacó la prudencia fiscal ("creo en el equilibrio fiscal").
Estas definiciones podrían calmar un poco las aguas, pero los agentes
económicos exigirán en un par de semanas hechos que respalden sus palabras (por
caso, aplicación de la segmentación de tarifas residenciales y/o menor ritmo de
expansión del gasto público).
Un punto a favor de Silvina Batakis a cargo de Economía es que, a
diferencia de su antecesor, cuenta con un mayor apoyo del Frente de Todos
(FdT). Pero, incluso si la ministra efectivamente busca continuar el
acuerdo con el FMI y trata de reducir el déficit fiscal, no queda
claro si contará con el suficiente apoyo político para avanzar en la dirección
que plantea. Al fin y al cabo, una parte de los diputados y senadores del FdT
no respaldaron el acuerdo con el Fondo en el Congreso.
En síntesis, tras un fin de semana de furia, el círculo vicioso en que
se encuentra inmerso la economía argentina se profundizó, elevando el riesgo de
una crisis de envergadura. Por ende, el desafío más urgente de la flamante
Ministra de Economía será regenerar expectativas y apuntalar la confianza para
frenar el deterioro cambiario y financiero. Muy fácil decirlo, muy difícil
lograrlo.
(*) Por Lorenzo Sigaut Gravina, Director de Análisis Macroeconómico de
Equilibra. |