Por Jorge Herrera - Silvina Batakis no era, a priori, un nombre que
figurara en ninguna short list del establishment y
menos del mundillo financiero global, para reemplazar a Martín Guzmán. Todo lo contrario. De modo que su
designación, amén de la sorpresa, no despertó ningún entusiasmo. Así lo
reflejan los primeros reportes de la banca de inversión y consultoras de Wall Street y Londres. No debería
extrañar.
Sin duda en las lecturas foráneas pesa sobre la figura de Batakis la
cucarda de ser un cuadro técnico y político íntimamente ligado al ala
kirchnerista del FdT. Por ende es difícil tamizar, dejando de lado sensaciones,
prejuicios y creencias, qué ven objetivamente los analistas internacionales
sobre el reemplazo del pupilo de Stiglitz. Lo cierto es que, más allá de los
distintos calificativos que usaron para definir el advenimiento de Batakis, el
consenso del mercado anticipa inquietantes augurios, sobre la base de que
consideran que el presidente Fernández cedió el manejo de la economía al
kirchnerismo.
En primer lugar, fronteras afuera interpretan la salida de Guzmán como
una capitulación del exministro ante la embestida de la vicepresidenta, que
pone al Presidente en una posición precaria, dejando al descubierto las
restricciones dentro de las cuales tiene que ejercer su liderazgo. Resaltan que
Guzmán fue claro sobre los motivos de su renuncia, destacando implícitamente el
panorama sombrío bajo la mano invisible de CFK, quien no ve con buenos ojos
algún tipo de ortodoxia.
En tal sentido, explican que para CFK, el control de las cuentas
fiscales y el freno de la emisión de dinero (medidas acordadas con el FMI)
propician prácticamente una derrota del oficialismo en las elecciones de
octubre de 2023. Por ello, consideran que Alberto cedió a las presiones de CFK
al nombrar a Batakis, “una conocida economista y funcionaria de bajo perfil”,
de quien señalan principalmente que responde a la Vicepresidenta.
Para Andrés Abadia, economista jefe para Latinoamérica
de Pantheon Macroeconomics, “a primera vista, el nombramiento de Batakis permitirá a Fernández reducir, al menos
por un tiempo, los ataques de CFK a su gestión. Pero socava aún más su
autonomía política, cada vez más solo en la lucha permanente que mantiene con
su mentor político. Probablemente veremos más cambios en el gabinete en los
próximos días, lo que consolidará a CFK al frente, implícitamente”.
Solo el nombre de algún economista con ascendencia en el establishment y
vínculos con Wall Street, podría aplacar los ánimos foráneos. Aunque incluso,
horas antes de conocerse oficialmente la designación de Batakis, Alberto Ramos, economista jefe de Goldman Sachs, escribió que “la salida del ministro
Guzmán podría verse como otro golpe político al Presidente Fernández (quien
enfrenta los índices de aprobación más bajos desde las elecciones de 2019) y
puede comprometer la relación con el FMI. Una presidencia
políticamente más débil e impopular aumentaría el riesgo de que la política
macroeconómica se vuelva más heterodoxa e intervencionista”. Y agregó que “era
probable que los mercados locales, en particular el de divisas, permanezcan
bajo presión a menos que el reemplazo sea un ministro con credenciales sólidas
y una influencia significativa y capital político propio para mejorar la
política macro”.
Por ende, Ramos aventuró que “dada la inestable política actual y el
entorno político, la probabilidad de que Argentina cambie hacia una combinación
de macro-políticas más disciplinada y convencional es baja; y dado el bajo
capital político de la administración actual, existe el riesgo de que la
calidad de la combinación de políticas se debilite aún más”. El consenso es que
lo visto este fin de semana agrega sal a la herida y amenaza aún más con
desestabilizar una economía ya sacudida por una inflación vertiginosa, el alza
de los precios de la energía y los temores persistentes de un nuevo
incumplimiento de la deuda. |