La salida de
Martín Guzmán fue abrupta, pero no inesperada. Era inminente desde el
miércoles pasado, cuando diversos corrillos recorrían el Palacio de Hacienda y
también el Congreso. Algunos dicen que Sergio Massa, lo supo dos días
antes que el propio Alberto Fernández, incluso, que sabía el día elegido
por el ahora ex ministro. El presidente se enteró solamente dos horas
antes del tuit que conmocionó el sábado, y recién allí se puso a pensar en
cómo seguirá su gobierno.
Es que había munido a Guzmán de un superministerio, al que le había
estado traspasando funciones de otras carteras para engordar la espalda del
discípulo de Joseph Stiglitz, mostrarle así su confianza y transferirle su
poder.
"¿Como transferís lo que no tenés? Nene, vos no entendiste la
metáfora. Cuando la Jefa le dice que use la lapicera, le está
diciendo, usala porque te la dí y usala para lo que te la dí. No le dice
ejercé el poder, le dice obedecé que para eso te puse", explica con esmero
docente un cristinista a este cronista, mientras degustan una pechuga con
champignones, livianamente regada.
Ahora el gobierno camina por la cornisa. Su base de sustentación en la
batalla interna era sostener a Guzmán, su bandera de desafío, el reto más
relevante. "Te llevaste a (Juan Pablo) Biondi, me sacaste a Cafierito de
jefe, me borraste a (Matías) Kulfas, pero mirá como lo tengo acá a
Guzmán, ese era el único poder de Alberto", explican en la Rosada.
Bueno, ahora el presidente se quedó, también, sin eso. "Esto es
pato rengo desde que perdieron las elecciones, ahora es un pato en silla de
ruedas, hay un solo mecanismo para salir del paso", explica un consultor
que suele trabajar para el oficialismo.
Tras la salida de Guzmán, el presidente busca
llegar al 2023
"Lo que tiene que hacer Alberto para llegar al 10 de diciembre de
2023, es hacer lo que consensuen Cristina y Massa. Levantarse todas las mañanas
y preguntar: ‘Señora, ¿que desea que haga el día de hoy? ¿Podré ir de cuerpo
antes?’ En suma, lo que debió hacer cada día desde que empezó y se hubiese
ahorrado tanto despelote", continúa el prestigioso analista.
La designación
de Silvina Batakis cambia poco. El peso específico propio de la reemplazante es
nulo. Y aparte, ya se la adjudican varios. Era funcionaria de Eduardo
"Wado" De Pedro, nada menos que a cargo de la estratégica Secretaría
de Provincias del Ministerio del Interior, la que reparte los valiosos
Adelantos del Tesoro Nacional (ATN), una suerte de premio discrecional que
suele salvarle la vida a los gobernadores cuando se gastan hasta el último
peso. Por lo tanto, La Cámpora se la adjudica. "Es nuestra" dice
un funcionario bonaerense de alto rango.
Pero fue ministra de Economía de Daniel Scioli en su segundo período
como gobernador bonaerense.
"Es nuestra", se atribuye el albertismo en base a la designación
del Pichichi como ministro de Desarrollo Productivo.
El único que no tiene como adjudicársela es Massa. Quien durante unas
horas fue el "superministro a cargo del poder ejecutivo" y terminó
sin nada. En el massismo dicen "no quiso". En el cristinismo dicen
"no era opción, viste como es Sergio, si le damos el poder capaz que
Cristina termina en cana, no no, Massa no" dice la fuente que casi duerme
en el Instituto Patria.
¿Vuelve el operativo clamor por Cristina
2023?
La interna no terminó con Batakis. Es una designación demasiado menor
que no salda las cuentas pendientes. "Igual pará, esto es un desastre, es
cierto, se están comiendo el hígado entre ellos, pero, es el peronismo, se
canibalizan a un año y medio de las elecciones, a fin de año, un caníbal
prevaleció sobre el resto, ordena y así van al proceso electoral, no te
engañes, esto es grave pero no tanto, no te olvides que lo va a ordenar una
persona (Cristina Kirchner), que es la política más importante del siglo",
aclara una histórica y bien informada fuente peronista.
De todos modos, el gobierno dio un dantesco y solitario espectáculo.
Durante el fin de semana de crisis, Alberto permaneció reunido en Olivos con su
círculo íntimo y solo una visita externa. "Si este cree que va a salir del
quilombo, reuniéndose con (Julio) Vitobelo y Ferreño, está más loco de lo que
creíamos", dicen en el kirchnerismo. Pocos
más había en la Quinta presidencial y Massa, entrando y saliendo cual Miguel
Strogoff tigrense.
Unos días antes de todo esto, se impuso en los pasillos de la política
el presunto operativo clamor para llevar a Cristina a la candidatura
presidencial en 2023. Alberto también quiere ser reelecto, así lo ha
manifestado. Pero ¿irá a una primaria con la doctora? Parece disparatado por su
parte, suicida.
El presidente ya perdió
"Las jugadas electorales de Cristina son brillantes y siempre,
inesperadas. Es posible que ella esté pensando que le resulta mucho más
conveniente llegar a 2023 gobernando y con este quilombo más o menos ordenado.
No hay operativo clamor sin autorización de ELLA. Eso olvídate. Si los chicos
de La Cámpora se lanzaron con esa apuesta, están avalados por Cristina.
Entonces es ella quien tantea la posibilidad. Y no es disparatado pensar que
enfrentar esa elección con el país ordenado, recuperando el control de los
planes sociales, y con todos los recursos del estado para la campaña, sea parte
del plan", explica otro consultor cercano al peronismo.
Ahora algunos creen que el clamor no es para que Cristina se
postule en 2023, sino para que acelere los tiempos y se haga cargo del
gobierno. El presidente ya perdió. Perdió la batalla retórica, la batalla por
el poder y va en camino de perder la batalla por el uso de la lapicera, que
podría pasar a otras manos, menos vacilantes para usarla. |