Por Diana Mondino - Desde que John Stuart Mill publicara en 1848 el
libro Principios de Economía Política,
no hay dudas. Siempre las decisiones se someten a la política. Una
cosa es que por brevedad se diga "economía" y otra que se desconozca
la importancia de la política. La esencia de la economía es asignar
recursos escasos. ¿Cómo asignarlos? Pues decide la política: entre dos
decisiones, puede haber una mejor pero más lenta, u otra menos eficaz pero con
menor costo. No es obvio cuál es la respuesta. Si lo fuera, no habría errores
de política y rápidamente podríamos crecer.
En Argentina, los cambios de ministro no siempre se
interpretan en función de un posible cansancio o necesidad de ideas novedosas,
sino como parte
de una lucha de poder. En realidad, el poder es reconocer la cruda
realidad que –justamente– los recursos son escasos y no alcanzan para todos los
objetivos. Para detentar el poder es más importante quién asigna los recursos
que para qué se usan esos recursos. La eficiencia en el uso de los recursos
queda en un lugar muy secundario y las prioridades se definen en clave política
y no por necesidades o por las perspectivas de generar crecimiento.
"La eficiencia en el uso de los recursos queda en un lugar muy
secundario y las prioridades se definen en clave política"
Sin embargo, aun cuando la política es esencial para decidir políticas
económicas, no se pueden evitar las consecuencias de esas decisiones.
Como dicen los libros: la economía política estudia el
comportamiento de la sociedad, empresas e individuos, mientras que
la política económica intenta modificar, influir o dirigir ese
comportamiento, a fin de lograr un determinado objetivo económico. La ideología
es importante para la política económica, pero la realidad impera en la
economía política.
El escenario para la nueva ministra Batakis
La nueva ministra de Economía de
Argentina se
enfrenta, como todos los ministros del mundo, con recursos escasos. Sin
embargo, pocos ministros acentúan esa escasez con cepos, prohibiciones,
retenciones o controles. Su principal objetivo, posiblemente, sea reducir
la inflación y mejorar el empleo. Tiene pocos instrumentos
monetarios para hacerlo, ya que el BCRA está sumamente endeudado a tasas
crecientes para evitar una inflación que incendie la economía.
Le queda la política fiscal y reducir el gasto público. No sólo por
chisporroteos políticos es difícil hacerlo, pero es esencial si se busca una
política económica consistente. Si, por el contrario, se busca mantener o
aumentar el gasto que sólo puede financiarse con emisión y que más pronto que
tarde genera inflación, además de problemas de precios relativos y salarios
reales por el piso, no hay ninguna posibilidad que la economía crezca y pueda
reducirse el desempleo. Dicho esto, creo que no se puede reducir el gasto
ordenada y rápidamente, pero establecerlo como objetivo posiblemente generaría
confianza, facilitando su tarea. De lo contrario, la realidad económica
implicará, sí, una reducción abrupta, desordenada e injusta del gasto.
Si no hay mayores recursos no puede haber mayor gasto, así de simple.
Al mismo tiempo, sin confianza en la política, no hay política económica
que valga.
Por eso, una vez designada una nueva ministra, quien quiera que sea y en
cualquier lugar del mundo, debe ser lo más clara y explícita posible respecto a
cuál es el rumbo y las medidas que se tomarán para alcanzar el objetivo.
Claridad de los objetivos y consistencia
Por supuesto
que no es fácil reducir el gasto, ni ordenar el sistema previsional, ni dar
incentivos al trabajo, ni reducir la informalidad, ni la facturación en negro.
Por supuesto que no es rápido lograr consenso ni, mucho menos, que se noten los efectos
positivos de las políticas que se desee implementar.
"Si no hay mayores recursos no puede haber mayor gasto. Al mismo
tiempo, sin confianza en la política, no hay política económica que valga"
La ideología sirve para determinar la mejor manera de llegar
al objetivo, y no todos los caminos nos llevarán al objetivo. Sean las que sean
las ideas de la nueva conducción, lo que no se puede es mantener
inconsistencias entre diferentes políticas ni esperar resultados mágicos
instantáneos. Por eso, la claridad en los
objetivos y consistencia de los instrumentos es esencial.
Los incendios se apagan con agua o arena, pero no con nafta ni se los
deja estar pensando qué hacer.
Argentina tiene alta inflación, desempleo y baja productividad. Pero son
síntomas de una enfermedad. Se deben atacar las causas y no los síntomas.
Espero que la nueva gestión pueda comenzar a trabajar en las causas: elevado
gasto y déficit, descontrol monetario, ineficiencias y trabas, etc. Si
así fuera, estaremos en un camino de crecimiento. No mañana, no pasado,
pero con un futuro mejor. |