Por Jaime Rosemberg - “Alberto no dimensiona la magnitud del problema.
Esto no se arregla cambiando un ministro”. La reflexión, desolada, partió cerca
de uno de los hombres más cercanos al presidente Alberto Fernández, y graficó
buena parte del conflicto que enredó al Presidente y a sus funcionarios durante
la jornada que siguió a la renuncia de Martín Guzmán.
Recién a las 20, el Presidente escuchó los ruegos de su círculo íntimo,
y también a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien
le pidió que llamara a la vicepresidenta. Se terminaron, con la designación de
Silvina Batakis como nueva ministra de Economía, largas horas en las que el
Gobierno caminó por el abismo político, con sus dos cabezas sin contacto ni
intenciones de consensuar.
A las 11 en punto, Massa ingresó sin hablar y en auto por el portón de
la calle Villate. Allí comenzó una interminable serie de reuniones y llamados
infructuosos en el más absoluto de los silencios públicos, mientras fuera de la
quinta comenzaban a circular rumores de todo tipo sobre eventuales cambios.
Uno de los sondeados desde temprano fue el ex titular del Banco Central
Martín Redrado. Según pudo saber la nacion, Redrado -que fue mencionado como
eventual ministro de Economía, pero también para retornar al Banco Central, al
que renunció a principios de 2010- hizo saber que haría falta un acuerdo
parlamentario con la oposición para impulsar reformas económicas y que luego de
eso habría que “discutir el nombre del ministro”, sin excluirse de la lista de
postulantes. Otros economistas sondeados fueron Emmanuel Álvarez Agis
(trascendió que su negativa fue inmediata, aunque su nombre reflotó más tarde)
y el exministro de Economía Daniel Peirano, también cercano a Massa.
Mientras Redrado -cercano al líder del Frente Renovador- ponía
condiciones de mínima para hacerse cargo de la “papa caliente”, el Ministerio
de Economía, Fernández seguía en reunión con Massa, el canciller Santiago
Cafiero, la portavoz Gabriela Cerruti y el secretario general de la
Presidencia, Julio Vitobello. Voces del albertismo se resignaban, por estas
horas, a que el Presidente “no se rebelaría” contra la vicepresidenta Cristina
Kirchner, y esperaría su aval antes de designar al próximo ministro.
Esperaron, expectantes, durante la jornada el jefe de Gabinete, Juan
Manzur, y el flamante ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, quienes
quedarían afectados por la nueva composición del Gobierno que surgiera de las
conversaciones de la tarde.
A primera hora de la tarde llegó a Olivos el secretario de Asuntos
Estratégicos, Gustavo Beliz, otro incondicional. “Massa quiere Economía,
Desarrollo Productivo y el Banco Central”, decía otra fuente, mientras comenzaban
a circular los nombres de Ignacio de Mendiguren y Marco Lavagna, ambos cercanos
a Massa. “No es inminente, hay que esperar”, tranquilizaban desde Olivos,
anticipando que la larga jornada se extendería.
Massa habló entonces con Cristina, quien en principio le dio el aval
para los cambios que proponía, aunque quedó todo pendiente del diálogo entre
los integrantes de la fórmula presidencial. Diálogo que terminó entronizando a
Batakis como único cambio, al menos hasta hoy.
Cerca de Manzur, que llegó por la mañana a Buenos Aires desde Tucumán,
esperaron una convocatoria a Olivos, que se hizo esperar hasta la tarde. “El
lugar ideal para Juan siempre fue Interior, la relación con los gobernadores”,
afirmaban cerca del jefe de Gabinete, quien pasadas las 17.30 se sumó a la
reunión en Olivos, junto a la secretaria legal y técnica, Vilma Ibarra, y el
propio Massa, que se fue y regresó horas después.
Los gobernadores se mostraban algo desconcertados, sin novedades
concretas. “A mí, si me bajan de categoría, me vuelvo a mi provincia”,
comentaba un mandatario provincial, al tanto de los rumores sobre
reacomodamientos de piezas, que incluían a Manzur mudándose al Ministerio del
Interior, y a su actual ocupante, Eduardo de Pedro, como nuevo ministro de
Justicia. “No sé qué va a pasar, pero Wado no va a ir a otro ministerio”,
contestaban, tajantes, cerca del ministro camporista.
“Coraje no nos falta, este es el Massa más maduro”, adelantaban desde el
massismo, cuando los rumores sobre el desembarco del tigrense se hacían más
fuertes. Mientras tanto, Daniel Scioli también esperaba, en Villa La Ñata, ser
convocado para discutir su futuro en el gabinete. “Son todas operaciones de
Massa, por ahora no hay nada”, comentaban desde el sciolismo, sin afecto con
relación al titular de la Cámara de Diputados.
Guzmán, en tanto, se juntaba con sus ya excolaboradores en el Palacio de
Hacienda sin certezas sobre su reemplazo. La designación de Batakis dejó en
silencio al massismo y abrió otro capítulo en la interna del Frente de Todos.ß
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