Domingo 3 - Por José Del Rio - “No pierdas el tiempo”. La
lapidaria respuesta del ahora exministro de Economía Martín Guzmán llegó por
Whatsapp nueve minutos después de la medianoche del viernes. La pregunta
inicial tenía que ver con versiones concretas gestadas en el propio Gobierno sobre
su eventual renuncia o despido. “Lo que sí sabemos es que tarde o temprano no
va a seguir”, habían anticipado fuentes del cristinismo más explícito.
Sin embargo, esas profecías fueron varias veces anticipadas por esa ala
y nunca cumplidas porque “Guzmán es el garante de Alberto”, se encargaban de
repetir una y otra vez entre los laderos del Presidente. Durante la jornada de
ayer también crecían los rumores. “No pasa nada de nada. Sergio se está yendo a
la cancha y te imaginás que si hubiera un cambio de gabinete eso no sucedería.
Lo único que sí puedo decirte es que Guzmán continúa en su puesto”, respondía
certero uno de los integrantes de la mesa chica del Frente Renovador. En tanto,
fuentes cercanas al canciller albertista Santiago Cafiero fueron más allá.
“Martín está firme. Empezaron a operarlo fuerte hace tiempo, pero en la cabeza
de Alberto no está cambiarlo y en la de él tampoco irse. Logró un buen programa
con el Fondo, reestructuró la deuda privada y tiene agendado conseguir una
rebaja con el Club de París. Olvidate”, reveló la misma fuente.
Todos forman parte de lo más alto del poder en el país. Todos son
protagonistas de la gestión. Minutos después, en medio de la presentación de
Cristina Fernández de Kirchner en el acto de Ensenada, la renuncia de Guzmán
pasó de “sarasa” a un hecho indeclinable. La carta de siete carillas no fue
improvisada. Su versión borrador estaba redactada hace más de una semana. Lo
que faltaba era el momentum. La sorpresa para los propios fue tal que la
agencia oficial Télam había publicado ayer un artículo con el título “Guzmán
viajará este lunes para las negociaciones con el Club de París”, en paralelo a
su dimisión en Twitter. Hoy esa nota vegeta en digital con un contenido
distinto: renunció Guzmán y vuelve a suceder lo mismo que con la improvisada
salida del exministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien tenía paga
su gira por el exterior y se quedó en la Aduana.
Pese a los respaldos públicos, Guzmán y Fernández ya se habían dado
señales mutuas de que algo había cambiado. El Presidente no lo llevó al G7 y
Guzmán le había pedido una vez más la cabeza de los Federicos, como
internamente se llama a los (no) reportes camporistas que tenía en Energía.
Paradojas de esta época de organigramas alterados. Uno de los últimos escollos
fue la falta de implementación de los formularios para aumentar las tarifas.
Algo que se viene prometiendo y cuya demora es más que evidente. “El Presidente
le había dicho que habría cambios y eso no sucedió. Ya no había más margen y
encima le exigían resultados de corto plazo. Ya era insostenible. Los Federicos
están preocupados sólo por la elección y no por la gestión”, justificó una alta
fuente de Economía. Anoche todos los funcionarios ligados a Guzmán seguían en
el ministerio en una catarsis privada. “Vivimos días imposibles donde nos
trababan todo. Ya está”, daban vuelta la página. Y aseguraban que el ahora
exministro seguirá ligado al Presidente, aunque todavía no está claro desde qué
rol.
El dato de inflación que llegará en los próximos días tampoco será
alentador. La economía cerrará el presente año con la inflación en un rango que
va del 72,6% al 75,1%, según el promedio general o el de los 10 pronosticadores
que fueron más certeros en este tipo de proyecciones, lo que supondría el mayor
nivel desde el final de la última híper, en la primera parte de 1991, según el
Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que mes a mes realiza el Banco
Central (BCRA). A su vez, proyectaron que la inflación núcleo (aquella que
excluye los precios más volátiles) alcanzaría el 72,8%, siendo 8,6 puntos mayor
a la que vaticinaron en la encuesta pasada. Dos datos imposibles de defender
para el funcionario que era más longevo dentro del gabinete. “Es que el
Gobierno está signado por la falta de rumbo. Hoy no hay precios de referencia
de nada y mucho menos alguien en quien confiar”, sostuvo uno de los empresarios
más influyentes del país.
Al punto que al googlear “contradicciones de Alberto Fernández” es el
presidente de la Nación quien ostenta por lejos el récord de resultados desde
la vuelta a la democracia. Ni más ni menos que 2,2 millones de resultados.
Duplica a su vicepresidenta y supera por lejos al expresidente Mauricio Macri.
Un botón digital de una realidad política y analógica y una muestra más que
justifica la pérdida de credibilidad del titular del Poder Ejecutivo. Ahora es
necesario mucho más que un cambio de nombres, resumían ayer antes de los
anuncios formales.
Es que ahora sin Guzmán es otra la pregunta que está instalada en los
ámbitos más altos del poder. Tancer to en el gobierno nacional como entre los
principales empresarios y sindicalistas, y también entre los dirigentes de la
oposición, surge cada vez con más fuerza una pregunta: ¿Cuánto aguanta la
economía? Es justamente ese verbo el que había utilizado en septiembre de 2020
el ministro Martín Guzmán en una entrevista con la nacion. “Cerrar más el cepo
sería una medida para aguantar y no vinimos a aguantar la economía”, fue el
título por entonces. Se hizo todo lo contrario.
La preocupación actual coincide con la realidad y es que,
independientemente de los nombres, la economía argentina se le está yendo de
las manos al Gobierno. En la reunión de Cristina Fernández de Kirchner con
Carlos Melconian eso quedó latente. Ella le admitió su preocupación y él le
sugirió que la fórmula de salida para evitar una crisis mayor sería aplicar “el
Fabregazo”. En referencia a Juan Carlos Fábrega, quien fue titular del Central
cuando produjo la mayor devaluación del peso en doce años y le puso fin al gradualismo
cambiario. “Había una situación equivalente de estrangulamientos de reservas,
con algún atraso cambiario, el Central que no compraba dólares, tenías cantidad
de pesos –en aquel entonces parado el Club de París y los buitres–, un ajuste
clásico significó que no te alcanzaba a devaluar diariamente, sino que tuvo que
hacer un saltito”, le habría dicho el extitular del Banco Nación. Para
profundizar en su explicación sobre el ajuste que habría que hapara evitar una
crisis terminal, el economista recurrió a un curioso paralelo. “Los saltitos no
son una operación a corazón abierto, pero necesita sedación y se hace en
quirófano, no es en el consultorio”. Cristina, quien se enteró en tiempo real
de la salida de Guzmán, escuchó a Melconian con atención. Ayer, sin embargo
ante su tribuna electoral, los reflejó en el mismo espejo. Esa aseveración, que
para el círculo rojo sería un elogio, es todo lo contrario en territorio del
conurbano, y mucho más para toda su primera fila, donde se reían cómplices
Máximo Kirchner y Axel Kicillof.
De no hacer cambios de fondo, la economía se encamina a un sendero de no
retorno y así también el Gobierno de los Fernández. No se trata de un
diagnóstico agorero sino de la realidad. Tanto Fernández como Kirchner conocen
los detonantes de grandes crisis sociales en la región. En Venezuela (2017) fue
por la quita de poderes a la Asamblea Nacional, de mayoría opositora. En
Colombia (2021), por la reforma tributaria. En Chile (2019) el disparador fue
el aumento en el precio del metro y en Ecuador por el “paquetazo” de medidas
que eliminaban subsidios a los combustibles (2019) y por el aumento del precio
del combustible (2022). En Paraguay hubo también dos capítulos. Uno ocasionado
por la gestión de la pandemia (2021) y el otro por aumento del precio del
combustible (2022). En Brasil (2014) también fue por el incremento del precio
del transporte público.
En la Argentina hay varias encuestas que actúan como luces rojas de un
tanque en reserva. Las expectativas negativas volvieron a manifestarse en el
mes de junio. El 60% de los argentinos cree que la inflación será más alta en
el mes de julio y sólo el 23% estima que la situación económica será mejor en
dos años. Es la cifra más baja del último año y medio, según el relevamiento de
la consultora Fixer, que fue la que acertó en los resultados de las PASO en
2021. Además, según ese relevamiento, la inflación es considerada el principal
flagelo. Otro estudio de la consultora Giacobbe avanza en igual sentido.
“Economía, inflación, trabajo y dinero” son los principales desvelos de las
familias argentina para ese informe que está hoy en los principales despachos
empresarios.
La situación es tan crítica que hasta los albertistas –especie en
extinción dentro del gabinete nacional– le habían avisado al presidente sobre
la necesidad de cambiar al titular de la cartera. “Claro está, ahora el debate
en ciernes no es quién es el dueño de la lapicera, sino de la cartuchera,
porque Cristina maneja casi todo el gabinete y habla de este gobierno como si
fuera de la oposición”, describe un todavía ministro de Fernández. Las cuentas
que tienen son las siguientes: salvo en una sola elección, que fue la de Carlos
Menem en 1995 y en un contexto totalmente distinto, nunca un oficialismo ganó
una elección en la Argentina con la economía en crisis. Por eso, medidas como
la que propone Kicillof de un inviable salario universal o la idea de volver al
control de precios estilo Guillermo Moreno son dos utópicas soluciones
electorales que vuelven a la cancha para legitimar votos entre el núcleo duro.
Desde ayer se abren nuevos interrogantes en la relación con el Fondo Monetario
internacional, en la renovación de deuda y hasta en la relación entre Economía
y el Banco Central. Desde la oposición tampoco ven con buenos ojos que la economía
penda de un hilo y temen por una herencia anticipada.
De hecho, no fueron casuales las declaraciones y el tono de Elisa
Carrió, titular de la Coalición Cívica, en LN . Ella expresó que agosto “es un
mes clave” para la economía de la Argentina. Y agregó: “Estos chicos grandes
tienen que dejar de pelear. Vamos a un tiempo terrible: no los puedo engañar.
Vine a decir la verdad y me retiro”, advirtió. Antes de sus declaraciones, que
habían sido compartidas con toda la cúpula del espacio opositor, Carrió se
reunió con tres de las principales espadas económicas de Juntos y le
anticiparon la fricción inminente entre movimientos sociales e intendentes, las
dificultades que generarán los frenos en la importación y la falta de
credibilidad que existe hoy entre los inversores internacionales. “Tocaron el
botón equivocado. Ahora se les está escapando la economía y la política. El
acuerdo con el Fondo Monetario era un ancla inflacionaria y había estabilizado
el mercado cambiario. Pero ahora la pelea política escaló y sus lapiceras
también”, resumió la economista Marina Dal Poggetto, titular de Ecogo.
A lo que un empresario argentino que vive en Uruguay agregó: “Esta
película ya la vimos. O se despierta Alberto Fernández rápido u otro tomará las
decisiones por él. La economía no aguanta más y la lapicera no tiene tinta”.ß |