Por Claudio Zlotnik - Martín Guzmán y Miguel
Pesce le prometieron a Alberto Fernández que la
preocupante dinámica de las reservas se revertirá
en agosto. O en la primera parte de septiembre, a lo sumo. La clave es que,
para ese momento, aflojarán las compras de energía que están dinamitando el
objetivo de acumulación de dólares en el Banco Central.
La pregunta es si, aun cuando se cumpla la expectativa del ministro y
del titular del Central, la caída en las importaciones de
energía ante las temperaturas más templadas -que se efectúan a precios
elevados- alcanzará para dar vuelta la ecuación. Es decir, que las divisas
fluyan hacia el BCRA y mejoren las expectativas en el mercado financiero.
Economistas de distintas corrientes piensan que esta especie de
"Plan Aguantar" (hasta fin del mandato de Alberto Fernández) no tiene
grandes chances de éxito. Que precisará de un retoque antes.
Las dudas se extienden entre reconocidos economistas de la ortodoxia,
pero también entre algunos ligados al kirchnerismo. Incluso entre
exfuncionarios cercanos a Cristina Kirchner, que prefieren el bajo perfil y
-cuando hablan en público- evitan mencionar la posibilidad de una devaluación
abrupta.
La cuestión -en
todos los casos- refiere a si será necesario aplicar un verdadero golpe de
timón en las próximas semanas, en caso de
que el Banco Central no vea una recuperación notoria de las reservas.
No porque se juegue el
cumplimiento del acuerdo firmado con el Fondo Monetario. En todo
caso, el propio organismo ya dejó establecido que hay espacio para una
corrección, en atención al abrupto cambio en el escenario global. Nadie
pensaba, hasta fin de febrero, que una guerra en Europa iba a encarecer los
precios de la energía y de todas las materias primas, como está sucediendo en
todo el mundo.
Acá el tema central -y sobre el que están puestas todas las expectativas-
refiere a si el Banco Central logra quedarse con dólares. Algo que debería
suceder más temprano que tarde para evitar una nueva crisis cambiaria.
Lo que viene: ¿Alberto Fernández da un giro?
Lo dicho más arriba: economistas de distintas formaciones creen que se
acerca el momento de dar un giro a la situación.
Ni Pesce ni Guzmán lo
recomiendan. A sabiendas de que ya no cuentan con la credibilidad
necesaria para plantear un programa de shock antiinflacionario, ambos se
aferran a la continuidad. Con matices y nuevas medidas.
Lo más palpable tiene que ver con el corte a importaciones innecesarias
bajo el actual contexto. Sobre todo las compras de bienes de consumo, que ahora
Daniel Scioli mandó a examinar a su equipo. También habrá beneficios para
empresas que incrementen sus exportaciones: entre ellos, el acceso al mercado
cambiario para remitir utilidades a las casas matrices.
La pregunta, otra vez, es si todas estas iniciativas alcanzarán para
revertir la dinámica por la cual el BCRA pierde reservas, en lugar de
"embucharse de dólares", en plena temporada alta de la cosecha de
soja.
Guzmán y Pesce están convencidos de que no hay ningún margen para
una suba discrecional del tipo
de cambio. Que ese escenario significaría un salto al vacío: un desbande imposible
de parar sin reservas en el Banco Central y con una inflación que apunta a
por lo menos el 75% para este año.
Distintos economistas fuera de la administración -incluso desde el
kirchnerismo- sostienen que los tiempos se aceleran y que hay que dar
un golpe de timón pronto. Antes de que sea el mercado el que se encargue
de poner las cosas en su lugar. La Argentina ya conoce bien lo que significan
esos escenarios disruptivos.
Golpe a las reservas por el "festival de
importaciones"
Como ya publicó
iProfesional, las importaciones de este
junio que está a poco de finalizar treparon a los u$s9.000 millones. Un monto nunca visto. Ni siquiera en
los momentos de mayor crecimiento de la economía.
De acuerdo con las estimaciones oficiales, de los u$s9.000 millones de
importaciones, alrededor de u$s2.000 millones se fueron en compras de energía.
Una verdadera pesadilla, dada la explosión de los precios internacionales tras
el comienzo de la guerra en Ucrania. Se trata de un monto superior a lo que en
las últimas horas informó el INDEC para el mes de mayo, cuando las compras de
energía treparon a los u$s1.600 millones; el triple que en el mismo mes de
2021.
Con las importaciones en u$s9.000 millones para este mes, se habría
borrado el superávit comercial que venía mostrando la balanza comercial
del país desde hace tiempo. Esto sucede a pesar de los precios récord de los
commodities que exporta la Argentina, en especial la soja, cuyo valor está bien
arriba de los u$s600 por tonelada.
Lo que sucede va en contra de lo que precisa la economía para
estabilizarse y explica lo que el Banco Central informa cada día: que no logra
quedarse con los dólares que liquidan los exportadores de cereales, justo en
momento de la temporada alta de la cosecha gruesa.
Cristina Kirchner viene hablando del tema cada vez que aparece en
público: "Hay un deporte nacional por apoderarse de las reservas que hay
en el Central", determinó CFK. La vicepresidenta suele mencionar el
"festival de importaciones", una alusión crítica hacia la gestión del
exministro Matías Kulfas, de Guzmán y también de Pesce.
Uno de los principales funcionarios del gabinete económico admite, en un
diálogo con iProfesional: "Este año no hubo ningún control. Autorizaron
indiscriminadamente las licencias no automáticas. Nadie sabe cuál es la
verdadera demanda de divisas en la calle", suelta sin disimular la
angustia que genera la cuestión.
Faltan dólares y ¿sube la presión del FMI?
El rol del FMI en esta crisis por los dólares es clave: el organismo
aceptó firmar un acuerdo sin reclamar a cambio una devaluación para intentar el
achicamiento de la brecha.
Ahora que el Fondo aprobó los números del
primer trimestre, toda
la atención estará puesta a la evolución de las reservas para los próximos
meses. ¿Tendrá el board del FMI el mismo calendario de
Guzmán-Pesce, que hay tiempo hasta septiembre? ¿O pedirá un volantazo antes de
ese momento? ¿O dejará que el mercado condicione al Gobierno?
Preguntas sin respuesta, por ahora. Los datos de la experiencia reciente
indican que el Gobierno suele ser muy lento para la toma de decisiones: sucedió
con la reestructuración de la deuda y volvió a pasar con el acuerdo con el
Fondo.
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