Por Carlos Keller - De acuerdo con estimaciones privadas,
unas 1.000 empresas tuvieron que recurrir, sobre todo en el primer
trimestre, a los jueces para lograr
importar sorteando las
barreras que les imponía el Banco Central.
Si bien el organismo en ningún momento llegó a tomar una medida extrema
que dijera expresamente que estaba prohibido hacer compras al exterior, las
medidas que fue adoptando, sobre todo con los productos que requerían de
autorización de Licencias No Automáticas (LNA), en cuanto a los plazos para pagar al
exterior cada compra, hacían inviable que se pudiera llevar a cabo una
operación en los términos normales.
Basados en esos datos, los importadores salieron a cuestionar lo que se
denomina Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI). Si el
BCRA prohibiera importar, eso sería fácilmente cuestionable ante un tribunal.
Entonces, la autoridad trató de lanzar una normativa que generase una inviabilidad
de hecho.
Las SIMI actúan del mismo modo que lo hacían las Declaraciones Juradas
Anticipadas de Importación (DJAI) de la época del ex secretario de Comercio
Guillermo Moreno. Es una autorización previa y el BCRA luego fija condiciones
para acceder al Mercado Único y Libre de Cambios MULC).
Dólares para importaciones: por qué empresas
fueron a la Justicia
Un par de juzgados de la Capital Federal fueron canalizando
los reclamos de los importadores entre
enero y marzo de este año, al punto que en ese momento se estimaba que un
tercio de lo que compraba el país desde el exterior ingresaba bajo amparos
judiciales. Es lo que denunció la
vicepresidenta Cristina Kirchner como un "festival de
importaciones", aunque se tratara, en realidad, de empresas que
procuraban sostener una actividad.
Un empresario consultado por iProfesional explicó que aunque en muchos
casos se trate de productos de consumo final, algo que desde cierta perspectiva
puede estar asociado a la noción un cierto descontrol o desprotección, o
simplemente, a productos que son prescindibles de consumir, las empresas
importadoras suelen tener armadas redes de comercialización a
lo largo del país asociadas a provisión de servicios. Una suspensión de la
importación implica el cierre y el despido del personal que
trabaja vinculado a esas redes.
Nuevas medidas del BCRA: términos
"absurdos" para obtener dólares
Los plazos de 180 días desde la fecha de embarque que ahora
el Banco Central impone para las importaciones de bienes con Licencias
No Automáticas son, en términos de expertos del comercio exterior,
"absurdos". No se condicen con los tiempos habituales. Desde el
momento en el que un comprador argentino le hace un pedido a un proveedor en
China, por ejemplo, puede demorar un mes hasta que la contraparte produce el
bien que va a vender. Luego de ello, tiene que conseguir un barco que lo traiga
a Buenos Aires, algo que le puede demandar otro mes de plazo, porque desde la
pandemia se ha producido escasez de espacios en bodega y los buques priorizan
las rutas en el hemisferio norte. Por ello, ese pedido tal vez tarda otros dos
meses más en llegar.
En definitiva,
en ese caso, el importador argentino le tendría que pedir a su proveedor
que le financie su compra por más de medio año. Y nada indica que, pasado ese
plazo, Argentina va a tener dólares para pagar esa deuda.
"Es un desconocimiento de cómo se maneja el comercio
exterior. En este momento, con el riesgo país en el nivel en el que
está, los pagos se hacen contra culata de camión. No solo no los van a
financiar, sino que les van a decir que esperaban que les acortaran los
plazos", explicó Miguel Ponce, titular del Centro de Estudios del Comercio
Exterior del Siglo XXI. El experto planteó que "está claro que quieren
cerrar el grifo y que ya no quieren que le sigan mojando la oreja". Para
Ponce, el Gobierno está "inaugurando el ingreso a la estanflación".
¿Existe un "festival" de
importaciones?
Ese supuesto "festival" se cortó para fines de abril,
indicaron fuentes del sector, lo cual deja entrever que la aceleración de las compras que se
viene registrando en el último mes no estaría asociada ahora a ese mecanismo
judicial, sino a la reactivación económica, por un lado, y a que se
están consumiendo unos u$s1.400 millones en importaciones de energía.
Era esperable que frente a semejante panorama, el Gobierno tratara de
frenar, como anunció, un supuesto aluvión importador. Según señala Ponce,
actualmente la Argentina está efectuando compras un 7% por debajo de lo que lo
hizo entre 2012 y 2013, y está un 22% por debajo del nivel 2017. "No hay
festival", opinó Ponce.
Según planteó recientemente el economista Sergio Chouza, titular de la
consultora Sarandí, el Gobierno no tendría muchas más alternativas que aplicar
un plan "torniquete" que actúe sólo respecto de una parte de las
importaciones de bienes, imponiendo un límite de hecho. Por esa vía, señala que
se podrían ahorrar unos u$s1.300 millones de dólares, una cifra que coincide
con las estimaciones del Banco Central. IPROFESIONAL |