Por Julián Guarino - La heterodoxia financiera tiene, siempre, un capítulo que se
reescribe. Más allá de las connotaciones que sugieren dos variables
tradicionales y siempre vigentes como son la oferta y la demanda (de pesos, dólares, criptomonedas o hasta de bienes durables),
los movimientos que pueden ensayarse por otras concepciones, su planificación
en el tiempo y hasta los resultados que quieren cosecharse en un futuro no
demasiado lejano quizás dependen, en gran medida, de esas jugadas sorpresivas.
Si bien la sorpresa constante no sorprende, a veces sí lo hacen sus
derivaciones. El ministro Martín Guzmán lo sabe.
El dato es que, en esa aventura que representa el frente financiero para
las próximas semanas, el Gobierno ha localizado un punto en el cual debe
reparar. El próximo 28 de junio el Tesoro enfrentará un vencimiento de
deuda por casi $600.000 millones, un verdadero desafío que luce
más temerario a partir de la reciente caída en la cotización (y en la demanda)
de los activos en pesos ajustados por CER (inflación).
Al margen de las explicaciones dadas o de las hipótesis barajadas, el ministro Guzmán prepara una operación de pinzas. Si bien
el primer paso consistió la última semana en una suba de la tasa de interés por
parte del Banco Central en 300 puntos básicos, la segunda parte (más
allá de las conversaciones de la flamante mesa de
crisis que componen además el flamante ministro Daniel Scioli y el titular del
Central Miguel Pesce) guarda una relación directa con los potenciales
demandantes de los bonos que deberá renovar Guzmán a fines de este mes.
Hay
preocupación. Una señal adversa podría volver a decantar una fuerte demanda de
dólares en el mercado bursátil. Por eso Guzmán citó a las dos
principales cámaras de bancos para debatir -el verbo se queda
corto- las condiciones de lo que serán las próximas licitaciones de deuda que
el Tesoro necesita.
El objetivo, en última instancia, es que esos pesos le sirvan a
Hacienda para financiar su déficit y cumplir con lo comprometido con el Fondo
Monetario Internacional (FMI).
¿Cuál
será el eje de la conversación? Según una alta fuente, es
probable que el Gobierno insista con su estrategia de colocar a las entidades
los títulos de deuda ajustados por el índice CER, aunque con
modificaciones que ya se insinuaron en los últimos días.
Como se dijo, el Tesoro colocó la última semana $ 28.000
millones, nada en comparación con lo que deberá financiar a fin de
junio. En la mochila, hasta ahora, las estrategias aplicadas parecieran hacer
funcionado: el Gobierno acumula fondeo por $ 658.311 millones en lo que va del
año, con tasa de roll over superior a 120%. Pero los tiempos han cambiado.
En rigor, en la última licitación del martes previa a la suba de la tasa por parte del BCRA, el propio Guzmán debió subir tasa y acortar plazo de los
instrumentos colocados entre inversores institucionales a pesar del
diminuto monto que era objeto de la licitación.
Huelga decir que hasta el presidente Alberto Fernández está atento a lo
que ocurrirá. El mandatario tiene previsto participar de la próxima cumbre
del G7 en Alemania, pero se reunió con Guzmán en las últimas horas para
ponerse al tanto sobre los preparativos que realiza el ministro. No quiere
novedades con respecto al dólar por el impacto que esto tiene en la inflación.
El
próximo miércoles entonces Guzmán se reunirá con la Asociación de Bancos
Argentinos (ADEBA, las entidades de capital local) y al día siguiente, el jueves, lo hará con la Asociación de Bancos
de la Argentina (ABA, los de capitales extranjeros). Los
principales popes de ambas cámaras tienen algunos comentarios que hacerle al
Gobierno.
Pero
el Gobierno también seguramente podrá esbozar su temor ante los banqueros: de no
lograr fondeo en las próximas licitaciones, el ministro Guzmán
deberá pedirle al Banco Central una mayor potencia en la emisión monetaria (para
financiar los gastos). Si eso ocurre, es probable que otras variables comiencen
a moverse con mayor profundidad. Por eso también no se descarta que el Gobierno
hable con los fondos comunes de inversión y las aseguradoras.
Si bien son compradores de deuda más alineados con las necesidades del
Gobierno, pedirán algunos cambios normativos para acomodarse al nuevo
escenario.
El Banco Central ayuda. El último jueves dispuso un
incremento relevante de 300 puntos básicos en la tasa de interés nominal anual
de las Letras de Liquidez (Leliq) a 28 días, que así pasó de 49% a 52%
nominal anual. Por otro lado, decidió que los rendimientos garantizados para
plazos fijos de personas humanas se incrementasen en 500 puntos básicos, de 48%
a53% nominal anual.
Pero la señal más relevante es que para el resto de los plazos
fijos pasa de 46% al 50% nominal anual. Esto aplica a las empresas, por
lo que el spread entre las Leliq y la tasa que pagarán los plazos fijos
minoristas pasará de 1% a un diferencial de -1%. Otro escenario aplica al
resto, que solo se va de un diferencial de 3% a uno de 2%, siempre a favor de las Leliq.
Esa
decisión del BCRA se explica en la necesidad de un mayor
incentivo para que los bancos acepten la inversión que les ofrece el Tesoro de
ahora en adelante, a partir del margen regulatorio que les permite integrar más
encajes con deuda del Gobierno.
Según las fuentes, se trata, indirectamente, de
fondeo contra la liquidez de los bancos (lo que algunos dicen que
podría generar mayor expansión de la base monetaria. Para los ortodoxos, esto
podría empujar, aún más la inflación. Aunque en el Gobierno, la heterodoxia
también tiene sus seguidores. |