Por Mariano Boettner - “Hay que poner la lupa y revisar la micro”, se
sinceraba este miércoles por la tarde un funcionario del equipo económico,
mientras el Gobierno apura un reajuste del mecanismo de autorización de acceso
a dólares para la importación. El diagnóstico que sobrevuela los despachos
oficiales es que en los últimos meses el último endurecimiento del cepo no
redujo el ritmo mensual de compras al exterior y que, en ese universo, se
filtran importaciones “especulativas”.
Definen de esa manera a aquellas operaciones con el exterior que no
se correspondan con el nivel de crecimiento de la actividad que pueda tener
determinado sector, o que no tengan como explicación una situación de tipo de
cambio real. Una estimación que circula en el mercado y el Gobierno fue
realizada por la consultora PxQ del ex viceministro de Economía Emmanuel
Álvarez Agis y habla de unos USD 10.000 millones en importaciones de este tipo.
Al tratarse de un cálculo anual, representaría cerca de un 15% de las
importaciones de los últimos doce meses, que superan por poco los USD 70.000
millones. “Lo que hacemos es comparar las cantidades importadas contra el nivel
de actividad y el nivel de tipo de cambio real. Miramos cantidades para excluir
el efecto precio. El nivel de importaciones está alto para el nivel de
actividad actual, podría responder a un tipo de cambio especialmente apreciado
pero cuando miramos el nivel de tipo de cambio real tampoco explica que
las importaciones estén tan altas”, explicaron a Infobae desde la
consultora.
En el Poder Ejecutivo eligen no validar esa cifra, pero admiten que el
ritmo mensual de importaciones resulta insostenible para la dinámica de
acumulación de reservas y de política cambiaria que necesita llevar
adelante el Gobierno en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional.
“En el día de ayer se comenzó a plantear la necesidad de controlar la
dinámica de las importaciones. Unos USD 10.000 millones de importaciones que no
se explican ni por el nivel de actividad ni del tipo de cambio real parecen
haber generado un replanteo de los mecanismo de administración del comercio
exterior y las divisas. Sin una compra de reservas contundente por parte
del BCRA, su rol como market maker puede resultar
contraproducente”, planteó PxQ en un informe a clientes.
Otro informe, de Ecolatina, advirtió que “con un BCRA al que le cuesta
hacerse de dólares pese a exportaciones récord, la relación Reservas /
Importaciones se ha deteriorado sostenidamente, limitando la posibilidad
de garantizar el sostenimiento de la actividad sin descuidar la meta de
reservas”, estimaron.
Además, le pusieron números al recorte que podría llevar adelante el
Gobierno en las importaciones. “La cantidad de dólares disponibles para
importaciones no energéticas se verá limitada: en virtud de nuestra proyección
sobre el balance cambiario estimamos que la disponibilidad de divisas será
insuficiente para atender al mismo tiempo un incremento en las importaciones
por encima de los USD 6.000 M actuales y garantizar la meta de recomposición de
reservas”, calcularon.
“¿Qué abanico de opciones se le abren al Gobierno ante esta
encrucijada?”, se preguntó por último Ecolatina. “Descontando un escenario
de aceleración devaluatoria brusca o salto cambiario que frente importaciones e
induzca una contracción de la actividad, se abren dos principales
caminos: un relajamiento de la meta de reservas que permita darle aire a
la economía o una mayor restricción a las importaciones que enfriaría la
actividad y recalentaría la inflación”.
En el Gobierno también hacen una autocrítica porque esperaban que el
último gran ajuste del cepo a las importaciones, que tuvo lugar en marzo con la
inclusión de la categoría B dentro del esquema del Sistema Integral de
Monitoreo de Importaciones (SIMI), tuviera un efecto disuasorio más
pronunciado del que terminó por tener en el ritmo mensual importador. Fue,
además, la medida que levantó los cuestionamientos más sonoros del sector
privado.
Eso sucedió porque esa nueva categoría dentro del esquema de
autorización de importaciones implementó como condición nueva que aquellas
empresas que superen determinado límite, estarían obligadas a financiar
sus importaciones por un período de al menos 180 días esas operaciones de
comercio exterior. Para algunas firmas implicó un proceso de difícil
cumplimiento por la necesidad más urgente de determinados insumos para
producir. Desde que salió esa nueva normativa, los funcionarios nacionales
debieran fatigar extensas reuniones con cámaras empresarias para explicar el
sentido de ese reajuste y contemplar casos excepcionales que puedan ser
adaptados para evitar parates de actividad.
Las reservas del BCRA, en la mira por el crecimiento en las
importaciones. REUTERS/Matias Baglietto
“Cuando sacamos la decisión de SIMI B para financiamiento nos habíamos
planteado dos objetivos. Por un lado, que haya financiamiento para una
parte de las importaciones, y por otro, disuadir a los que quieran importar de
manera especulativa. Lo primero se cumple pero lo segundo no”, reconocieron. En
despachos oficiales creen que debería repuntar el crédito comercial -aunque las
condiciones financieras para la Argentina son difíciles- y estiman que se
“perdieron” unos USD 4.000 millones de potenciales préstamos para operaciones
de comercio exterior en los últimos dos años.
Las tres áreas que entienden sobre los controles y filtros para el
acceso a divisas todavía se encontraban este miércoles por la tarde trabajando
en los retoques normativas que tapen las goteras que preocupan al Banco
Central. Un funcionario del área admitía las dificultades pero aseguraba
que “vamos a sobrellevar la situación como lo hicimos en los últimos dos
años. Vamos a responder como ya lo hicimos”, desafió. En años anteriores, tras
el freno estacional de liquidación de exportaciones del complejo
agroindustrial, el BCRA se vio repetidamente forzado a endurecer los
controles, por lo que dejó entrever que será el camino que transitará la Casa
Rosada en esta ocasión.
Esta mañana el jefe de Gabinete Juan Manzur, tras la reunión de
funcionarios en la Casa de Gobierno, solo mencionó que “el ministro (Guzmán)
está trabajando bajo la indicación del presidente en determinadas acciones que
se van a tomar que seguramente en los próximos días”, dijo el funcionario ante
una consulta de la prensa. “Lo que vemos es que vamos a priorizar el
crecimiento, vamos a priorizar el trabajo, la inclusión, el desarrollo, en el
marco de un país muy federal”, agregó sin dar más detalles.
Según dejaron entrever fuentes oficiales, las medidas no apuntarían
a un endurecimiento de las trabas para la compra de dólares para el ahorrista
ni para el consumo de dólar tarjeta o turista, que en este último caso ya
implicaba una salida pronunciada de divisas para el BCRA. En ese sentido,
descartaron un “súper cepo” y aseguraron que buscarán controlar mejor el flujo
importaciones.
Entre los empresarios importadores se esperan definiciones inminentes en
las próximas horas y saben que implicará restricciones más duras. “Desde que se
fue Matías Kulfas el ministerio (de Desarrollo Productivo) se
paró. Hace 10 días que no autorizan nada, están preocupadas las empresas
que traen insumos o materias primas porque los precios internacionales no
pararon de subir, y porque son empresas que necesitan más dólares para mantener
el mismo nivel de producción”, afirmó a este medio una fuente del sector.
Un informe reciente de Analytica mencionó, al respecto que “mientras
aumenta el número de sectores productivos con problemas para importar insumos,
la compra de bienes de consumo en el exterior está en niveles récord”. “La
participación de los bienes de consumo importados en el consumo total se
encuentra en máximos históricos, y un 20% por encima de lo que se
correspondería a la actual estructura de precios relativos e ingresos reales”,
aseguró.
“La combinación de brecha cambiaria, elevada inflación e incertidumbre
política generan incentivos para estos comportamientos en las empresas y
familias, sesgando las decisiones a la adquisición de bienes transables. En
palabras simples, lo que tiene olor a dólar, se compra”, continúa el estudio.
En ese aspecto, resaltó que “la incertidumbre y las distorsiones asociadas a
los controles de capitales y la alta inflación no redundan en un buen desempeño
de la producción de bienes transables con elevada productividad sino sólo en su
consumo (entre otros bienes importados)”.
“Es evidente que se está en presencia de los grandes efectos distorsivos
que tienen la brecha cambiaria y la inflación sobre la economía real, afectando
tanto la composición de la demanda como de la oferta agregada y disminuyendo la
capacidad de acumular dólares del Banco Central. En el primer cuatrimestre el
saldo comercial cayó un 29%, con los términos del intercambio más altos desde
2012. Si se busca evitar una solución de shock, hay que empezar a preparar
los mecanismos de contención para cuando disminuya fuertemente la liquidación
de divisas del agro a partir de agosto”, anticipaba Analytica. |