Por Giuliana Iglesias - La semana
en economía arranca desafiante. El derrumbe de los bonos en pesos ajustados por
inflación (CER) fue la demostración de que los tiempos se adelantaron: el clima
pre electoral inundó a los mercados debido a las crecientes dudas sobre el
rumbo de la economía pese al cumplimiento de las primeras metas comprometidas
con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los papeles CER a títulos largos
fueron los protagonistas que cayeron 17% pero mejor suerte no tuvieron los
títulos cuyos vencimientos son en 2022 y 2023 (con caídas del -4% y -9%
respectivamente). En este marco los desafíos no son pocos: el
Ministerio de Economía enfrentará una nueva licitación de bonos del Tesoro
nacional en un contexto de desconfianza. A esto se le suman los datos de la
inflación que darán una suerte de respiro tras el pico de marzo pero aún en
niveles elevados y preocupantes. El jueves, la suba de tasas parece
ser un hecho.
El mercado se
demuestra reticente a renovar en los próximos meses esa deuda en moneda
nacional a corto plazo y la dolarización de las carteras que se preveía para
julio ya comenzó. Dos datos para tener en cuenta: en abril, el Tesoro intentó
estirar los plazos y reducir el porcentaje de bonos CER colocados, ante lo cual
el mercado respondió dejando al gobierno sin cubrir la totalidad de los
vencimientos por primera vez desde agosto del año pasado. Otro dato, es que en
la última licitación de mayo solo un 10% de los inversores compró títulos en
pesos que vencen en 2023 y el 35% fue colocado en instrumentos ajustables por
CER mientras que el 1% en dólar linked. En este marco, el dato del IPC medido
por el INDEC parece ser que traerá un tenso alivio (rondará el 5%) pero
demostrará que la perspectiva es muy pesimista para este año. Vale recordar que
las últimas proyecciones de inflación para el 2022 se dispararon y los consultores
ya esperan un alza del 72,6%.
En este contexto, el Banco Central (BCRA) tomará una
decisión. Fuentes oficiales confirmaron a Ámbito que habrá una nueva suba
de tasas y no se descartan más durante el año. La suba, responderá
no sólo a las perspectivas de inflación sino de una necesidad de volverlas
positivas en términos reales tal como demanda el FMI para apaciguar el
nerviosismo de los inversores que no descartan un reperfilamiento de la deuda,
pese a que el ministro de Economía Martín Guzmán salió a descartarlo. En
principio, según relevamientos del mercado, la tasa de interés podría
aumentar en torno a los 200 puntos básicos.
Si bien se espera que los rendimientos continúen por debajo de la
inflación, se busca ir en camino hacia dicha tendencia para recuperar el
apetito de los inversores por la moneda local. La entidad incrementó
sistemáticamente la tasa desde enero, cuando estaba en un 38%, muy por arriba
de los ajustes decididos por otros bancos centrales de la región.
¿Cuáles son los objetivos que persigue el Banco Central con esta suba de
tasas? Andrés Reschini, economista y Magíster en Finanzas de
la Universidad Austral responde a la pregunta de Ámbito: "Por un
lado, incentiva la demanda de pesos (algo que dependerá de la magnitud de la
suba) y esto generaría menor presión inflacionaria. Pero, por otra parte,
generará que los pasivos remunerados del BCRA (que al 31/5 superaron los $
5.7B, según balance semanal de BCRA) devenguen mayores intereses y eso juegue a
favor de mayores presiones inflacionarias. Veremos entonces, según la magnitud
de la suba y cómo se lo tome el mercado, el nuevo balance entre la demanda de
pesos y la nueva oferta producto de los mayores intereses que deberá pagar
BCRA".
Agrega, que el dato de la inflación será clave: "Si la suba - de tasas- resulta suficiente, a la luz de la
publicación del dato de inflación de mayo, podría generar que se vuelquen más
pesos a los plazos fijos tradicionales y quitarle algo de presión a los TC, que
YTD vienen perdiendo contra los plazo fijos tradicionales y mucho más contra la
inflación".
"Hay un dilema terrible para el BCRA: Si sube la tasa para absorber
fondos y esterilizar su propia emisión, está diciendo que en el futuro habrá de
emitir aún más para pagar esa tasa. Si no la sube, espanta a los ahorristas que
ven licuar su capital. Las emisiones de deuda del Tesoro son a tasas cada vez
más altas, indexadas o acompañando la inflación. Si no lo hace no puede
financiar su déficit, pero esa tasa alta hará que el costo de atender esa deuda
futura sea también más alto. De todos modos, para el Tesoro es un problema más
político ya que si fuera reduciendo el gasto, eventualmente el endeudamiento
dejaría de crecer", expresa la economista Diana Mondino en
consulta con este medio.
"Sean en pesos o dólares el ahorro está muy restringido en
Argentina, con pocas opciones de inversión. Una tasa de interés más elevada
que acompañe la inflación simplemente mantendría el valor del dinero, y
en algo morigeraría la estampida hacia bienes para evitar tener liquidez que se
desvaloriza. Una tasa negativa contribuye a la inflación, ya que no hay demanda
de pesos para ahorrar", agrega.
En cuanto a la actividad económica, Mondino afirma que "tiene más
vigor" pero "es difícil pensar que haya inversiones en mayor
capacidad y por lo tanto crecimiento. Es otro dilema para el Ministro de
Economía: con una tasa más alta es aún más difícil que haya proyectos
atractivos. De todos modos, creo que en Argentina el principal obstáculo es la
incertidumbre política, más allá de cualquier nivel de tasa".
¿Tiene efectividad la suba de tasas?
Para el economista Santiago Manoukian "la
utilización de este instrumento implica un trade-off de corto plazo entre
moderar las presiones inflacionarias y sostener el nivel de actividad". No
obstante, Manoukian señala que la efectividad de la suba de tasas es limitada
por dos motivos:
El bajo nivel de profundidad financiera en Argentina le resta
efectividad a la política monetaria, requiriendo de señales y acciones más
contundentes para lograr resultados.
La determinación de utilizar este instrumento sigue sin estar lo
suficientemente clara. Esto se ve tanto en el timing de las subas de tasas
(donde el BCRA pareciera actuar no de forma proactiva sino reactiva) como en
las señales que brinda la política económica en su conjunto. En este sentido,
en paralelo a las recientes suba de tasas por parte del BCRA, otros “brazos” de
la política económica continúan señalizando que se desea sostener la tasa de
interés negativa en términos reales para apuntalar la actividad.
"En síntesis, la política económica en su conjunto muestra que se
persigue más de un objetivo (busca sostener la demanda de pesos, pero
intentando acotar el impacto sobre el crédito) y sin todavía una determinación
clara (el BCRA viene “corriendo de atrás”). En este sentido, las acciones contrapuestas conllevan el riesgo de no alcanzar
ninguno de los dos objetivos planteados. Además, mientras la inflación
no ceda -o incluso se acelere por otros factores -resulta claro que todo el
esquema se encontrará bajo creciente presión. El camino virtuoso consiste en
señalizar que la prioridad principal es evitar que el proceso inflacionario se
cristalice en un nuevo escalón superior, y articular todas las medidas en ese
sentido detrás de este fin. Esto permitiría volver a anclar las expectativas de
inflación, reducir las tasas de manera endógena y acotar así el impacto sobre
la actividad económica".
¿Cuál
es el nivel de equilibrio/límite de la suba de tasas? Reschini
señala que "la tasa de PM está en 61.8% TEA mientras que la inflación
esperada según el último REM es de 72.6%, de modo que tendrían que subir del
49% TNA al 55.5% TNA, unos 650 bps, pero no creo que se animen dado que ya han
demostrado que no tienen intenciones de salir con una política agresiva de
tasas. Estimo que achicarán la actual diferencia pero seguiremos con tasa real
negativa".
"Argentina necesita estimular la demanda en pesos. Transitoriamente
un aumento de tasas puede tener éxito si va acompañado de otras medidas.
Lamentablemente no se va a lograr con ningún nivel de tasa si no hay confianza
en la política y reducción del déficit futuro", concluye Mondino. |