Por Julián Guarino - Decía
Shakespeare que él solía tener miedo, sobre todo, del miedo de los demás.
Detrás de las caídas de los bonos y activos en pesos, las preguntas. ¿Qué
sucedió en las últimas horas para que los distintos instrumentos de deuda en
moneda local que cotizan en forma cotidiana hayan reaccionado con fuertes
desplomes? En principio, una obviedad: la caída en las cotizaciones obedece a
ventas de inversores que parecieran haber tocado una especie de límite en
cuanto a las posibilidades de su aversión al riesgo. Para ponerlo en claro: se
incrementa el porcentaje de inversores que experimentan una actitud de rechazo
ante un determinado riesgo de naturaleza financiera, por ejemplo, ante la
posibilidad de sufrir pérdidas. Algo silenciosas, las emisiones de deuda en
moneda local que habían resultado las más demandadas ante la expectativa de una
lenta evolución del dólar han
experimentado caídas que rozan el 20% en lo que va del mes.
Un rumor parece haber inquietado pasillos, despachos. Es un rumor que
nace, en principio, de boca de los principales referentes económicos de la
oposición política, que parecieran darle rienda suelta a la promesa de
reperfilar la deuda en pesos. Algo de eso se le “escapó” hace algunas horas a
la dirigente Patricia Bullrich, emergente de una especie de bajada de línea que
recorre a todo Juntos por el Cambio. La ola de miedo llegó, lógicamente, a los
inversores, que ven en ese espacio político cierta coherencia con respecto a lo
que hiciera oportunamente Hernán Lacunza, ex ministro de economía de Macri,
cuando en 2019 reperfiló deuda en pesos, es decir, decidió diferir los
vencimientos, dando origen a una rara avis financiera.
La idea de fondo que ha prendido en la especie inversora es sencilla:
entienden que, en algún momento, el cepo cambiario deberá ir cediendo a otra
morfología, y que a medida que pasa el tiempo, es más probable que esa ecuación
la termine resolviendo la próxima administración. En función de las ideas que
comienzan a conocerse de boca de los principales candidatos al sillón de
Economía, solo reprogramando los vencimientos de deuda podría unificar el tipo
de cambio en forma inmediata.
Con este miedo a un cambio brusco, los inversores vienen saliendo de
estas apuestas. Hay muchos datos que lo transparentan. Uno es la fuerte caída
de las últimas horas de las inversiones en pesos. Otro, la reducción en el plazo de
las colocaciones en pesos a las que se está dispuesto a invertir. Es decir que,
cuando el Ministerio de Economía quiere financiar sus gastos o renovar una
parte de su deuda, debe acomodar esas emisiones a lo que demanda el mercado.
Este plazo bajó de 503 días promedio en abril, hasta los 300 días
aproximadamente en las últimas semanas. Coincide con las mayores caídas, que
operaron precisamente en la deuda que vence a fines de 2023, fecha de recambio
de gobierno.
De fondo, siempre, existe el mismo temor a lo que pueda pensar el otro.
¿Quiénes son los que tienen más deuda en pesos? ¿Son inversores institucionales
los que están desinvirtiendo? ¿Piensan que podrían cambias las condiciones del
Palacio de Hacienda que los hagan mantener en cartera esos títulos? Y entonces,
la especulación: ese otro, parece, podría estar pensando que para el Gobierno,
(para éste, pero también para el próximo) el acumulado de la deuda emitida en
pesos resulta excesiva para una solución elegante y pausada. Hasta diciembre de
este 2022 vencen unos $3.250.000 millones. Si se suman algunos meses, digamos
hasta agosto del año próximo, los vencimientos son casi $ 5.700.000 millones.
La semana próxima
habrá ayudín para entender qué pasa. El martes que viene el Tesoro licitará
deuda y, quizás, los inversores que ahora vendieron tengan intenciones de
volver a ingresas en deuda gubernamental, pero a cambio de tasas más altas y
plazos más cortos. O quizás no. Habrá además otros interrogantes que podrían
ser respondidos. Por ejemplo, si los pesos que hoy están en una especie de
limbo (los que salieron de las inversiones, pero no entraron al dólar) y los
que son producto de la expansión monetaria del BCRA por unos $ 235.000 millones
en mayo, encuentran nuevo refugio en las emisiones de Guzmán. El blue subió
apenas $2 en las últimas horas hasta $208 y el CCL se mantiene en la línea de
los $210. Nada hace parecer que ese sea, por ahora, el destino elegido. |