Por Ricardo
Delgado . Un dato que pasó desapercibido recientemente es la publicación de los
estados contables y de resultados del Banco Central para 2021. En la información
oficial se confirma que, por primera vez desde 2017, la autoridad monetaria
registró un déficit de u$s4.400 millones y un patrimonio neto de solo u$s6.600
millones, apenas por encima de los magros niveles de 2015.
¿La causa? La
inconsistencia de la estrategia de retrasar el tipo de cambio real y, a la vez, elevar la tasa
de interés de las Leliqs. Por un lado, aumentan los pasivos del Banco Central y, por otro,
se impide el incremento de valuación de sus activos en dólares. Como resultado,
vuelve el déficit en el balance de la autoridad monetaria. En 2022, si la
dinámica de los activos y pasivos del
BCRA sigue siendo la misma, su patrimonio neto incluso puede terminar
siendo negativo, un hecho inédito en la historia reciente. En lo que
va del año, la tasa de política monetaria subió 1.100 puntos básicos y el tipo
de cambio real bilateral se apreció 5,3%
La dinámica
económica transita por un borde de cornisa, con tasas de inflación y demanda
de dólares insostenibles hasta diciembre de 2023. El Gobierno está
forzado a realizar cambios profundos en su política económica para
evitar un nuevo salto cambiario en lo que resta de la gestión. Seguir
sosteniendo al dólar oficial como ancla inflacionaria, elevar la tasa de
política monetaria e intentar la desinflación mediante controles y regulaciones
sobre los precios demuestran ser opciones ineficientes.
Dólar e inflación: los riesgos del del deterioro patrimonial del BCRA
El Central
tiene la obligación de evitar un deterioro mayor de su situación
patrimonial para contar con capacidad
de respuesta ante una eventual crisis, de modo de actuar de forma
anticíclica. Para ilustrar, pensemos en la necesidad, por ejemplo, de utilizar el dólar
futuro. Si el BCRA tuviese la necesidad de vender nuevamente contratos a futuro
por debajo del precio de mercado para contener las expectativas devaluatorias,
aumentaría sus pérdidas afectando aún más su patrimonio neto (PN). En una
situación como la actual, además, también puede perder el control de los
agregados monetarios.
"La dinámica económica transita por un borde de cornisa, con tasas
de inflación y demanda de dólares insostenibles hasta diciembre de 2023"
En otro año con déficit cuasifiscal, como 2017, también se observó el
mismo fenómeno: el desajuste entre la tasa de interés y el tipo de cambio real.
En aquel tiempo, la tasa de política monetaria había subido 400 puntos básicos,
llegando al 28% a fin de año, con un tipo de cambio real contra el dólar que se
apreciaba 8%. En 2021, la tasa de interés se mantuvo en 38%, pero el tipo de
cambio se apreció 13%.
En la
actualidad, no sólo el déficit es superior (en 2017 fue de u$s3.572 millones)
sino que el deterioro es mucho más marcado. El resurgimiento del déficit
del BCRA sucedió incluso antes del ciclo alcista de las tasas, iniciado el 6 de
enero. Aunque no existen datos semanales del estado de resultados, todo parece
indicar que este deterioro continúa.
La
situación patrimonial es delicada, ya sea ante la eventualidad de una devaluación o
de la pérdida de control de
los agregados monetarios, que repercutiría en forma inmediata sobre
la brecha cambiaria, luego en el tipo de cambio oficial y,
finalmente, en la tasa de inflación. Sin embargo, no son patrones
asimilables, por caso, a los de los años 80s, cuando el déficit cuasifiscal
resultaba una significativa fuente de expansión monetaria. Sólo para ilustrar,
entre 1983 y 1989 fue de 8,6% promedio del PIB. En 2021, estos porcentajes
estaban más balanceados y la relación entre activos y pasivos, expresados en
moneda homogénea, era dos a uno.
¿Cómo evitar un salto en el precio del dólar?
El Central aún está en condiciones de evitar un fuerte salto
cambiario, pero necesita modificar los instrumentos de política monetaria. Un
camino posible podría ser una suba de los encajes no remunerados de los bancos
y el control de los agregados. A través de la primera herramienta, estaría
captando parte del impuesto inflacionario del que hoy se apropian los bancos,
reduciendo la emisión de Leliqs. A cambio, las entidades podrían reducir la
oferta de créditos blandos (por ejemplo, el "Ahora 12") para
compensar las pérdidas de inmovilizar recursos. Eso es porque, debido a cientos
de exenciones, los encajes bancarios terminan siendo más bajos cuando un banco
otorga un crédito subsidiado. De este modo, evitan integrar los encajes asociados.
Es evidente que una menor oferta de crédito al consumo impactaría sobre
los niveles de actividad. Sin embargo, es un costo sustancialmente inferior a
la alternativa de una fuerte devaluación. Reducir los incentivos a la compra de
bienes importados tiene un doble rol: por un lado, mejoraría la hoja de balance
del sistema financiero (BCRA y bancos) y, por otro, priorizaría el uso de
divisas hacia los sectores productivos, ante un segundo semestre que aparece
como muy complejo en cuanto a la capacidad de generar dólares netos.
(*) Por Ricardo Delgado, economista y presidente de Analytica Consultora
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