Por Esteban Lafuente - La falta de dólares, al
menos en el sector formal, ya impacta en diferentes sectores de la economía.
Porque mientras los argentinos atesoran
US$254.932 millones fuera del sistema, según las últimas estimaciones
del Indec, el Banco Central no logra fortalecer sus reservas y
las empresas sufren la falta de divisas para cubrir sus
importaciones. Y esa dinámica, que obligó al Gobierno a un cambio de
estrategia, con la idea de flexibilizar marginalmente el cepo para intentar
generar más divisas, amenaza con afectar el nivel de actividad y el
crecimiento en 2022.
La foto es compartida entre los diferentes segmentos de la economía, con
un diagnóstico unánime. “La situación es
complicada”, dijeron a LA NACION desde una
de las grandes terminales automotrices en el país, en referencia al acceso a
divisas para la importación de piezas o unidades importadas. Estimulada por
el cepo, la demanda de autos 0km supera
hace meses a la oferta en el mercado, en una dinámica que genera meses de
espera y suba en el precio de los usados.
Las complicaciones salpican también a la producción local, que depende
del acceso a piezas e insumos importados para sostener la fabricación de vehículos y pick-ups en las plantas del país. Con un
incremento interanual del 27% en los primeros cinco meses de este año en
comparación con 2021, las conversaciones apuntan a que las terminales locales
estiren a 180 días el financiamiento o diferir el giro a las casas matrices
para utilizar esas divisas para cubrir las necesidades de los autopartistas.
“Está avanzado”, dicen con optimismo desde el sector, sobre negociaciones que
comenzaron el mes pasado. Mientras tanto, una firma que ensambla localmente
motocicletas importadas de China tiene frenado en la aduana un envío de
US$250.000.
“La
situación es complicada, no hay divisas”, repiten al unísono desde una
firma de alimentos, donde reflejan una situación similar, especialmente en el
acceso a insumos o materia prima importada. Elementos como el cacao o el café
son algunos de los productos más comprometidos, y desde las empresas advierten
que trabajan con stock “al límite”. En este último caso, el precio
internacional registró este año una suba del 150% con respecto a 2021 y, en
consecuencia, el cupo de divisas autorizado por el BCRA no alcanza siquiera
para cubrir las mismas cantidades que la industria utilizó el año pasado. Se
trata de la comunicación 7466, de marzo de este año, que fija
un tope de dólares de hasta un 5% más de lo importado en 2021 o 70% más de lo
requerido en 2020.
En ese contexto, el sector también mantiene conversaciones para reducir
plazos o ampliar los límites en el acceso a divisas. “Estamos en plena
negociación y esperamos una solución positiva a corto plazo”, plantea Martín
Cabrales, vicepresidente de la Cámara del Café.
Si bien analistas del sector advierten que la situación aún no
representa una amenaza para la industria, sí reconocen cuestiones sectoriales o
vinculadas a la escala, con factores locales que se suman a la suba
de precios de la logística o la escasez de algunos insumos a escala global por
causa de la pandemia o la invasión de Rusia en Ucrania. Un reciente informe de
la Fundación Observatorio Pyme indicó que el 75% de las
manufacturas y el 69% de las vinculadas al software y los servicios
informáticos tuvieron problemas para importar en el último año. Otro
grupo de firmas afectadas son las que realizaron inversiones en los últimos
años para ampliar su capacidad instalada y ahora no consiguen las divisas para
cubrir ese incremento en el volumen de producción.
Las luces de alerta también se encendieron en la vitivinicultura, con
elementos como el corcho o las barricas de roble que deben ser importadas. “Hay
un freno macro que nos afecta, que es la logística internacional, que genera
dificultades tanto para exportar como para importar. Y las medidas locales en
rigor son un control más que ralentiza”, dice Milton Kuret, director Ejecutivo
de Bodegas Argentinas.
Mientras en el Gobierno niegan trabas a las importaciones o nuevas
restricciones, recientes decisiones muestran un cambio de estrategia y una
apuesta por intentar flexibilizar el cepo con esquemas ad hoc para diferentes
sectores o actividades, con el objetivo de generar estímulos a la generación de
divisas. Así surgieron marcos legales para el sector de los hidrocarburos o el
recientemente anunciado esquema para los servicios basados en el conocimiento,
que entre otras cosas permite a las empresas un cupo de libre disponibilidad de
divisas, siempre que incrementen su volumen de exportaciones.
De
fondo, el problema recurrente son los números del Banco Central, que aún en el
período estacionalmente más favorable no consigue fortalecer su nivel de
reservas. En mayo, mientras que las exportaciones de la agroindustria
llegaron a US$4200 millones -récord nominal histórico para un mes-, el BCRA
solo pudo hacerse con US$784 millones (lejos de los US$2089 millones que había
conseguido en igual mes de 2021), por la salida de divisas conjunta entre
importaciones, turismo y el pago de deudas.
Mientras la construcción del gasoducto desató
una nueva interna en el Gobierno, el rojo en la cuenta energética sigue
generando un gran dolor de cabeza para el Gobierno. Con precios al alza tras la
invasión de Rusia en Ucrania, la cuenta de subsidios no frena. En el acumulado de los últimos 12 meses, esta cuenta sumó
US$13.428 millones, según estimaciones del Instituto Argentino de la
Energía General Mosconi, que supone un incremento del 88,6% medido
en dólares.
Con un nivel de reservas netas de alrededor de
US$4000 millones, según estimaciones del economista Fernando Marull, el
interrogante cercano es el cumplimiento de la meta trimestral pautada con el
FMI. Supone triplicar el desempeño de mayo y hacerse de US$2400 millones este
mes, un desafío exigente que abre el dilema entre más cepo, más devaluación o
un waiver en Washington. |