Por Lorenzo Sigaut Gravina - Pese a que la brusca
aceleración de la inflación sufrida en los últimos meses también se
replicó en la mayoría de las economías del mundo -mal de muchos, consuelo de
tontos-, casi ningún país teme cerrar 2022 con una suba de precios de tres
dígitos, ni tiene desancladas las expectativas de inflación, tanto en el corto
como en el mediano/largo plazo, como Argentina.
De hecho, si la inflación mensual en lo que resta del año se mantiene en
torno al 6,4% registrado en el bimestre marzo-abril, este año el IPC Nacional
treparía al 102%.
Este no es el escenario más probable, pues considero que, en
ausencia de nuevos shocks, la suba de precios va a tener una leve/lenta
tendencia declinante en los próximos meses. Sin embargo, es válido
preguntarse si la brusca aceleración de la suba de precios en un proceso
inflacionario caracterizado por una elevada inercia, no terminará desembocando
en precios corriendo en torno al 6% mensual.
Además, si bien es muy difícil prever shocks (la invasión militar rusa a
Ucrania fue un claro ejemplo), me preocupa que el incumplimiento
de las metas con el FMI en un contexto de debilitamiento de la
coalición gobernante potencie los desequilibrios existentes.
¿Por qué se puede calmar la inflación en lo que resta de 2022?
En primer lugar, considero
que la inflación tenderá a moderarse en los próximos meses porque
cuatro variables nominales operarían como semi-anclas:
El BCRA no permitiría un deslizamiento del tipo de cambio oficial
superior al 4% mensual -a costa de cierto retraso-, para no echar más
combustible al alza de precios.
Tras la suba de junio, no habría nuevos incrementos de tarifas energéticas,
pese a que serían necesarios para reducir subsidios.
Los salarios formales están acelerando el paso para no perder la carrera
frente a los precios, pero no queda claro si podrán alcanzar a la inflación. Y
lo más probable es que los ingresos de cuentapropistas e informales -que
representan casi la mitad de los puestos de trabajo de nuestro país- queden
rezagados frente a la suba de precios.
En principio, no habría otro fuerte salto de precios internacionales de
alimentos y energía, aunque el riesgo crece si la guerra en Ucrania escala y/o
persiste en el tiempo.
Más elementos que impactan en la inflación
En segundo lugar, quisiera explicar por qué pienso que el proceso
inflacionario caracterizado por una elevada inercia no desembocará
automáticamente en una suba de precio mensual corriendo al 6%. Los contratos
nominales efectivamente se están acortando, pero la frecuencia de ajuste está
lejos aún del mes y no es sencillo para los trabajadores formales que
cerraron paritarias reabrirlas antes de que se active una cláusula de
revisión/gatillo.
"El proceso inflacionario caracterizado por una elevada inercia no
desembocará automáticamente en una suba de precio mensual corriendo al 6%"
Además, producto de un menor poder de negociación, es aún más difícil
para los trabajadores informales y cuentapropistas lograr que sus
ingresos suban al ritmo de la inflación. En el corto plazo, esta sub-indexación
salarial -principal costo de las empresas, especialmente de servicios-
generaría una merma de la demanda en un contexto en que las firmas ya habrían
elevado márgenes producto de la creciente incertidumbre nominal.
El tercer punto hace a la estabilidad macro-financiera de nuestro país a
medida que el incumplimiento
del acuerdo con el FMI potencie las dudas sobre el rumbo económico. El
impacto estabilizador de la firma del programa de facilidades extendidas con el
Fondo se está diluyendo: el riesgo país orilla niveles récord post
reestructuración de la deuda pública en moneda dura con acreedores privados; la
brecha vuelve a ensancharse; y la
acumulación de reservas es magra para el período estacionalmente elevado de
compra de divisas producto de la liquidación de la mayor parte de la cosecha
gruesa.
Un contexto internacional que sigue siendo poco favorable
A la creciente incertidumbre y debilitamiento de las expectativas
económicas en el plano local, se le suma un
contexto internacional cada vez más adverso: la prolongación de la
invasión militar rusa a Ucrania no solo ha desatado temores globales de escasez
de energía, sino también inquietud sobre una posible crisis alimentaria.
La Reserva Federal de los Estados Unidos está reaccionando
fuerte para frenar el proceso inflacionario que amenaza convertirse en
permanente, lo que podría llevar a la principal economía del mundo a una
recesión.
"A la creciente incertidumbre y debilitamiento de las expectativas
económicas en el plano local, se le suma un contexto internacional cada vez más
adverso"
Por otra parte, la dura estrategia de cero contagios de Covid-19 en
China ha generado masivos "lockdowns", afectando grandes
ciudades costeras y sus puertos. Esto no sólo frena la actividad del gigante
asiático, sino que exacerba los problemas logísticos existentes en las cadenas
globales de producción.
En síntesis,
pese a que el escenario de tres dígitos de inflación no es el más probable, el
riesgo existe y tiende a acrecentarse en la medida que la coalición
gobernante no logre un mínimo de cohesión en la toma de decisiones económica y/o el
contexto internacional profundice su deterioro.
Por Lorenzo Sigaut
Gravina, Director de Análisis Macroeconómico de Equilibra. |