Por Francisco Jueguen - Un estudio de la UCA dice que la mentalidad
económica sigue en un eje populista Tarifas, impuestos y el tamaño del Estado
vuelven a estar en el debate público
El dirigismo estatal y la inflación produjeron cierto desgaste de
algunas propuestas
“Hay que cuidar el mango más que nunca”, se lanzó ayer veloz, casi como
si fuera un acto reflejo, el jefe de gobierno porteño y candidato presidencial
Horacio Rodríguez Larreta. Fue un cuestionamiento directo a la política de
Alberto Fernández de sumar 29.000 empleados públicos –en situación transitoria
desde hace más de 10 años– a una posición permanente dentro del Estado. Se
trata de una iniciativa que se presentó en diciembre de 2020 y que se
implementa desde hace más de un año atrás.
La rapidez de respuesta sobre esta temática específica –el peso del
Estado, el costo implícito para los contribuyentes y el impacto final en los
precios, una idea nuclear que se sostiene también detrás de los debates por las
tarifas de los servicios públicos y los impuestos– tiene una trama
proselitista: busca capturar un espíritu de época que viene expandiéndose muy lentamente,
pero que, como aquellos empleados estatales, aún no tiene un estatus
cristalizado en la Argentina; no está claro si es un discurso que permanecerá o
si es hijo de una coyuntura(transitorio). Hasta hoy quien mejor iza la bandera
de esta nueva mentalidad es Javier Milei, el “político” que más rápido crece en
las encuestas camino a las elecciones de 2023.
Rodríguez Larreta –y sus votos– no solo es amenazado por una fuerza
externa libertaria de derecha, sino también por la radicalización dentro de
Pro, donde es prensado por los extremos que encarnan Mauricio Macri y Patricia
Bullrich. La titular del partido propuso el viernes quitarle dos ceros a la
moneda; el expresidente advirtió que “Aerolíneas termina siendo una fábrica de
empleo para La Cámpora”. Martín Tetaz, desde la UCR, pide públicamente debatir
con Milei.
El economista libertario esmerila las posiciones intermedias en Juntos
por el Cambios de la misma manera en la que el Frente de Izquierda va copando
los extremos dentro del Frente de Todos. Este se convirtió en un problema
fundamental para la vicepresidenta Cristina Kirchner y para La Cámpora, y es el
combustible de la interna.
El espíritu de época criollo sigue más cerca del populismo que del libre
mercado. Sin embargo, hubo un corrimiento hacia este segundo polo en los
últimos tiempos. Un artículo escrito por el decano de la Facultad de Ciencias
Económicas de la UCA, Carlos Newland, en conjunto con el húngaro Pal Czegledi y
el estadounidense Brad Lips, dejó esa conclusión al indagar en la mentalidad
económica reinante en la población de una serie de países, entre ellos, la
Argentina.
Se tomaron preguntas específicas vinculadas a la economía de la World
Values Survey –encuesta de valores que se hace cada cuatro años a nivel global–
y se produjo un índice. Esos cuestionamientos elegidos por los especialistas
estaban orientados a dar una respuesta de la gente sobre la preferencia por la
eficiencia, la opción entre la iniciativa pública o privada, la redistribución
de los recursos y la responsabilidad del individuo en su performance económica.
Los países con una población más promercado fueron Nueva
Zelanda, República Checa, Suecia, Estados Unidos y Bulgaria. Se destacan
allí, indicaron los autores, naciones pertenecientes a la “anglosfera”, al
norte de Europa, y países pertenecientes en el pasado a la órbita comunista. La
Argentina quedó en el puesto 63 de 76 países, o sea, entre los 15 en los que la
población es más proclive a la regulación económica. Allí están también España
e Italia –dentro de la Unión Europea, por lo tanto, limitados por instituciones
continentales–, Ucrania y Rusia, y, raramente, Chile. Las revueltas que
terminaron en una nueva Constitución y un gobierno de izquierda en el país
trasandino –dice Newland– son quizás el mejor ejemplo del descalce entre una
elite gobernante y la mentalidad que reina en esa población.
Otro hallazgo del estudio: las nuevas generaciones en las naciones más
capitalistas del mundo, como los Estados Unidos, muestran una actitud mucho más
proclive a la regulacióndelEstado,mientrasquelo contrario ocurre en los más
jóvenes de las ex naciones comunistas, que actualmente son muchos más
favorables al capitalismo que sus mayores. Quizás este último punto, tras
décadas de dirigismo estatal en la Argentina, explique algo del “efecto Milei”
entre los jóvenes.
Newland afirma que, como en los 90 (luego de la hiperinflación), la
mentalidad a favor del libre mercado puede estar creciendo actualmente como
solución alternativa a la propuesta ante la suba de los precios. En rankings
previos sobre mentalidad económica de la población en el país, la Argentina
estaba diez puestos más cerca del populismo que en la actualidad, lo que
refleja, explican los expertos, cierto agotamiento de una determinada pulsión
estatista.
Sin embargo, la ubicación actual del país en esa tabla sigue más cerca
de una mentalidad populista. Por eso, la actual crisis abre un interrogante de
futuro: ¿ese agotamiento detectado por políticos y analistas es un paréntesis
tras el que se volverá a una mentalidad más “dirigista” o tiene algo de
permanente? Para Newland, la verdad está más cerca de la primera opción.
Los candidatos no tienen problemas con estos vaivenes de la Argentina.
Se adaptan fácilmente. La crítica de Larreta a Fernández podría haber ido
dirigida en otra época al propio Macri. A fines de octubre de 2009, el entonces
jefe de gobierno porteño pasó a 17.000 empleados a planta permanente para
“recuperar el prestigio y la calidad del empleo público”. Otro espíritu
recorría la Argentina.ß |