Por Carlos
Burgueño - El Gobierno confía. En horas culminará la misión
del Fondo Monetario Internacional (FMI)
correspondiente a la fiscalización comprometida por la firma del Facilidades
Extendidas del 25 de marzo pasado y, si todo sale como se espera desde Buenos
Aires (siguiendo guiños desde Washington), el país habrá cumplido la primera
etapa de los controles. Esto es, lograr un aprobado para el primer trimestre
del año en las metas pactadas con el organismo que maneja Kristalina Georgieva
en los tres terrenos de examen: déficit fiscal, acumulación de reservas y
política monetaria.
Según las últimas conversaciones virtuales mantenidas entre las partes,
y luego de casi un mes de contactos, los técnicos del FMI que fiscalizaron las
cuentas locales no habrían encontrado argumentos para no aprobar los
porcentajes y números necesarios y comprometidos; con lo que habría
recomendación de tilde verde de parte de Julie Kozack y Luis Cubeddu. La
directora adjunta para el Hemisferio Occidental y el responsable del caso
argentino están terminando las reuniones y el período de recolección de datos,
para luego derivar toda la información a la oficina del director gerente para
el Hemisferio Occidental, Ilan Goldfajn; el encargado de elaborar el paper
definitivo de recomendación de aprobación (o no) ante el board. Como los datos
del primer trimestre serían positivos, se especula con que el aval llegaría
relativamente pronto.
Se reconoce en Buenos Aires que esta primera revisión es, en teoría, la
más fácil de superar; el momento de recibir la aprobación será un espaldarazo a
la gestión de Martín Guzmán para poder continuar con su estrategia fiscal,
monetaria y cambiaria para el período abril-junio; el que, obviamente, presenta
más complicaciones fiscales que el período evaluado. El 0,3% de déficit del
primer trimestre se ubica en sintonía con el 2,5% comprometido para todo el
2022. Incluso puede hablarse de algún sobrecumplimiento, ya que se trata de un
desequilibrio de unos $192.700 millones, cifra que se ubica por debajo de la
meta de $222.300 millones del resultado comprometido. Sin embargo, saben ambas
partes, a la cifra se llega con algunos movimientos contables polémicos; los
que a los ojos de Guzmán y su equipo estarían en sintonía con lo negociado con
el FMI y lo aprobado por el organismo en la reunión del board del 25 de marzo
pasado.
Se trata de la contabilización como ingresos por unos $124.000 millones
(casi la totalidad del desequilibrio) y mucho más que el sobrecumplimiento de
$30.000 millones, que son parte de las colocaciones de deuda que realizó el
Gobierno durante los primeros tres meses del año, explicados por la diferencia
entre el lanzamiento de la deuda y el valor nominal de mercado (el famoso Valor
Presente Neto) de la misma. Se trata de una especie de “rentas de propiedad” de
los activos del sector público, cuyo valor se incrementó por los movimientos
del mercado, y que según los analistas no deberían ser tomados como ingresos
genuinos del Estado Nacional; salvo que se aclaren como no disponibles o por
fuera de las metas fiscales. Para Economía todo es lícito y abierto al
análisis, sin contabilidades ocultas. O, dicho de otro modo, lo que importa es
que el FMI lo apruebe como válido.
También se considera aprobada la acumulación relativa de reservas del
primer trimestre del año, donde la meta para el período fue de u$u1.200
millones acumulados; llegando a un nivel de u$s1.700 millones totales en el
período. Desde el FMI se tuvo en cuenta que se trató de una etapa (enero-marzo)
de salida de divisas, casi sin ingresos, ya que los fondos provenientes de los
DEG del organismo llegaron al país contabilizados en abril, días después de
haber cerrado el acuerdo el 25 de marzo. Con lo cual el dinero que tuvo que
presentar en sociedad el BCRA ante los veedores del organismo, era el que el país
pudo ahorrar durante el primer trimestre del año, a fuerza de restricciones de
importaciones y cierto tiempismo en la liquidación de IVA a exportadores. Ahora
la meta será lograr aprobar la del segundo trimestre, mucho más complicada que
el lapso enero-marzo. Para esta oportunidad el Central deberá mostrar reservas
netas por unos u$s4.100 millones, un número alto pero que, confía la entidad,
podrá lograrse a partir de contabilizar (ahora sí), los DEG más el resultado
positivo de las liquidaciones sojeras que en mayo vienen sosteniendo un ritmo
bastante aceptable y que en lo que va del mes marcan un azul de algo más de
u$s650 millones.
Resta definir el resultado de la política monetaria y la meta virtual
cerrada con el FMI para el primer trimestre, el último capítulo en
fiscalización; pero, suponen en Buenos Aires, sin problemas de cumplimiento. Lo
pactado con el organismo era de un tope de giro al Tesoro Nacional desde el
BCRA por unos $236.800 millones; cuando en el período controlado los envíos
alcanzaron los 122.000 millones. El FMI es crítico en este capítulo porque
exigía, en lo posible, un sobrecumplimiento aún mayor. Y dejaron en claro los
veedores del Fondo que los datos del segundo trimestre del 2022 no vienen en
sintonía con lo que sucedió en los primeros tres meses del año. Pero, desde
Buenos Aires, se considera que esa será tarea de conversación para julio o
agosto, cuando se concrete la próxima fiscalización. En lo referente al primer
trimestre, los datos monetarios habrían sido positivos y de cumplimiento
estricto. |