Por Luisa Corradini - PARIS – La guerra en Ucrania y sus múltiples consecuencias dominan la
agenda de la cumbre especial europea que se abrió hoy por la tarde en Bruselas
y cuyo principal objetivo es llegar a un acuerdo político sobre
el embargo al petróleo ruso que, en una primera etapa, cubriría dos tercios
de las importaciones destinadas a Europa.
La reunión estuvo marcada este lunes por la intervención por
videoconferencia del presidente ucraniano Volodimir Zelensky,
quien la última vez había retado a Viktor Orban por
negarse a darle apoyo militar. Y las cosas no han cambiado demasiado: el primer ministro húngaro sigue oponiéndose, además, al
embargo al petróleo ruso, previsto en el sexto paquete de sanciones propuesto
por la Comisión Europea (CE).
“Al
final tendremos un acuerdo”, afirmó con optimismo Josep Borrell,
alto representante de la Unión Europea (UE) para las Relaciones Exteriores y la
Política de Seguridad, horas antes de la cumbre que se extenderá hasta
mañana. “Seamos pragmáticos: lo importante es hallar un acuerdo aceptable
para los 27 países miembros”, agregó.
Recordando que los países enclavados, como Hungría, República Checa o
Eslovaquia representan entre 7% y 8% de las importaciones de petróleo ruso en
el bloque, Borrell subrayó con diplomacia que “es obvio que tienen
dificultades particulares. Por eso es necesario seguir trabajando para hallar
una solución satisfactoria para todos”.
Esos debates, en efecto, continúan desde hace semanas en el seno del
COREPER (la reunión de embajadores europeos) y las sanciones propuestas han
evolucionado un poco. Ahora sería cuestión de adoptarlas en dos etapas. Primero un embargo limitado al petróleo ruso exportado por barco
que debería ser efectivo antes de fin de año. De ese modo, Hungría,
alimentada por el oleoducto Droubja (que
significa “amistad” en ruso) no estaría concernida y podría levantar su veto.
“El embargo afectará así dos tercios de las exportaciones rusas de
petróleo, lo que ya tendrá un fuerte impacto sobre la economía rusa”,
indica una fuente diplomática desde Bruselas. Pero muchos negociadores del
COREPER —por ejemplo los franceses— no abandonan la idea de hacer adoptar, en
un segundo tiempo, un embargo sobre el petróleo exportado por oleoducto, a
partir del momento en que una solución de remplazo sea hallada para Hungría y
Eslovaquia.
Los 27 también deben debatir la posibilidad de “confiscar” los bienes de los oligarcas concernidos por las
sanciones y no solo congelarlos ya que, por el momento, siguen
teniendo el usufructo de los mismos.
Pero los 27 están más preocupados por la ayuda a corto plazo que pueden
aportar a Kiev. Se estudia una ayuda de urgencia de 5000 millones de euros.
“Las cosechas de trigo serán buenas en Ucrania este verano. Es
absolutamente necesario vaciar los silos para dejar espacio y permitir a
Ucrania comercializar su grano. La cuestión es: ¿Cómo sacarlo
del país?”, se inquietan en Bruselas. La situación es tanto más
preocupante cuanto que una penuria de cereales se traduciría en hambrunas en países extremadamente dependientes de los
cereales ucranianos. África en primer lugar, así como Medio
Oriente. El senegalés Macky Sall, presidente de la
Unión Africana, debe intervenir en videoconferencia el martes por la mañana. Emmanuel Macron, presidente pro tempore de la UE
hasta el 1°de julio, lanzó la operación FARM (Food on Agriculture Resilience
Mission) para prevenir la crisis alimentaria, en asociación con el Programa
Alimentario Mundial.
Bloqueando el puerto de Odessa, Vladimir Putin sabe que tiene
un modo de presión importante contra los occidentales y el mundo africano.
Esta semana se declaró dispuesto a evitar una crisis alimentaria pero, a
cambio, reclama el levantamiento de las sanciones internacionales que asfixian
su país. Por el momento, nada indica que su chantaje vaya a darle buenos
resultados.
“Hay
una línea bastante fuerte sobre el tema”, constata un diplomático belga. Pero, ¿hasta
cuándo? Egipto, por ejemplo, recibe el 80% de sus importaciones de cereales de
Ucrania y de Rusia.
El costo de la guerra es muy elevado para la economía rusa, pero también
lo es para los europeos, sobre todo cuando se trata del precio de la energía.
Desde antes de la guerra, los países del sur (Italia, España y Portugal) piden
la imposición de un precio máximo a los exportadores de hidrocarburos. Pero la
cuestión divide. En la última cumbre, Mario Draghi chocó con la categórica
negativa del holandés Mark Rutte, que califica esa solución de “comunista”. La
cumbre estudiará la forma de plantear la eventualidad con sus socios
internacionales.
En la cumbre de Versalles, los dirigentes europeos habían solicitado a
la Comisión un plan a largo plazo. Y su presidenta, Ursula von der Leyen, hizo los deberes: dicho proyecto se llama RePowerUE y su objetivo es reducir lo más
rápidamente posible la dependencia de los 27 de los hidrocarburos rusos. Los
responsables del bloque deben dar ahora indicaciones, tanto a la Comisión como
al Consejo, sobre el futuro del plan y su financiación.
Además de estudiar el futuro del mercado europeo de la electricidad, la
cumbre se ocupará asimismo de la defensa europea. También
en este terreno la Comisión presentó una serie de propuestas, en momentos en
que el contexto bélico ucraniano pesa en forma particular. Todas las armas que los 27 envían a Kiev vacían poco a poco los
arsenales europeos. Se trata pues de actuar con urgencia, remplazando
esas armas y evitando, en la medida de lo posible, que Estados Unidos se quede
con la totalidad de ese mercado. Los europeos deben, en particular, remplazar
los medios de defensa antiaérea y antimisiles, sobre todo en los Estados
bálticos, los más expuestos a ese tipo de ataque por parte de Rusia.
Para evitar ese estrangulamiento, la Comisión propone crear, como se
hizo con la vacuna anti-Covid, una “task force” y proceder a compras comunes con
una repartición entre los 27, a fin de restablecer los stocks en forma
equitativa. |