Por Gabriela Origlia - CÓRDOBA.– La torta del consumo masivo en la
Argentina es más chica y más económica. A fines de 2021, ese segmento era 12% más
chico que en 2011, mientras que la demanda de las primeras marcas cayó el
doble, 25%. Los factores que influyen son varios, pero uno importante, según
los analistas del sector, es el de Precios Cuidados. Los supermercadistas
destacan que se “achataron” las diferencias entre primeras marcas y el resto,
por lo que hay menos acciones “diferenciadoras” por producto.
“No hay incentivos para estrategias de diferenciación más potentes”,
resume el referente de una cadena de supermercados nacional ante la nacion. Las
referencias son al consumo masivo, no a algunos segmentos donde sí hay cambios.
Colegas de otras dos cadenas ratifican que hay menos innovación de parte
de la industria alimentaria fuera de los cambios de presentación de los
productos. Para graficar destacan que la variedad de gustos en yogures, postres
y gelatinas es “básica” en comparación con otros mercados de la región, al
igual que en comidas semielaboradas, en panificados y en los formatos de venta
de frutas y verduras.
En el segmento Premium, al achatamiento en la diferencia de precios se
suma la menor oferta de productos importados por las restricciones vigentes.
Incluso ahí las promociones son claves para empujar la rotación de la
mercadería: “Aun cuando en pesos hay productos más baratos que en el exterior,
el cliente espera un aliciente”, señalan en los supermercados.
Sebastián López Perea, director de la consultora Fixer, subraya que los
controles de precios y la “falta de claridad” en el mercado reducen los
lanzamientos de productos. Compara que, mientras en el mundo crecen las
categorías de frescos, a nivel local “apenas se ven novedades”. Por ejemplo,
las líneas para vegetarianos y veganos, que ya llevan un tiempo en el mercado,
empezaron a llegar más recientemente a los súper.
“Las industrias eficientizan las producciones y hay menos alternativas
de productos para el consumo masivo. Del lado de la demanda, la percepción es
que todo está muy caro y a la decisión de resguardo del dinero se suma, en los
que tienen más capacidad de compra, el pudor que da consumir. A eso hay que
sumarle que todos los consumidores tienen pérdida de poder adquisitivo”,
enuncia Oscar Piccardo, presidente de 1por1, consultora con clientes en
distintos países de la región.
Para Damián Di Pace, director de Focus Market, los controles de precios
en sus diferentes versiones tienen el efecto de reducir la innovación: “Desde
hace una década no se lanzan fuerte nuevos productos; hay categorías en el país
que están prácticamente que igual hace una década. Hacer una innovación implica
inversiones, sea de investigación y de desarrollo como, en algunos casos,
importación de insumos. ¿Quién la hace ante el riesgo de que después termine en
un congelamiento? Se frena todo”.
Los programas de precios tuvieron diferentes formatos, pero todos fueron
sumando volumen de productos. Por caso, en 2013 el Mirar para Cuidar incluyó el
congelamiento de 500 productos, mientras que el actual “Precios Cuidados” tiene
1763. El vigente va directo sobre el precio de venta al público y recién en febrero
pasado se empezó a avanzar en un margen diferencial según el tamaño del local.
Desde abril –se suponía– tienen que estar en todo el país, pero en los centros
de almaceneros del interior dicen que, hasta hace una semana, no estaban y que
si algún mayorista los tenía no eran los 70 anunciados. Además, subrayan que la
mayoría de los ítems que se incluyeron no son los de alta rotación.
En los retailers de todos los tamaños consultados por este diario hay
consenso en que no se puede “culpar” a la industria por no apostar a una mayor
diferenciación. “Los controles de precios generan estos problemas, limitan no
solo la cantidad sino la variedad. Por qué alguien apostaría a una propuesta
novedosa si en dos meses puede terminar en un programa oficial y tiene que hacer
otra más para escaparle”, apuntan en un supermercado regional.
Un dirigente supermercadista señala que el “espíritu” de un programa
como Precios Cuidados es frenar la escalada de precios. “Si una gaseosa de
primera marca tiene que vender a un determinado precio, eso condiciona a la
familia de otras que no pueden subir porque la primera le pone el techo. El
problema es que los volúmenes que se entregan no alcanzan ni llegan a todos
lados porque la inflación impacta”.
“Es un mercado que genera poco entusiasmo; es chico y low cost”, apunta
Guillermo Oliveto, CEO de W, y advierte que, aun así, “nadie saca los pies del
plato; las empresas locales pueden encontrar algo más de espacio para el
desarrollo que las multinacionales, que siguen sin ‘hacer olas’”.
Con las primeras estimaciones del censo de este año, el PBI per cápita
es de unos US$10.000 oficiales y US$5500 blue, “de los más bajos en mucho
tiempo”, agrega Oliveto, y enfatiza que el mayor problema no son los volúmenes
vendidos, sino la rentabilidad. En ese contexto, sacan ventaja aquellas
compañías que mejor gestionan las denominadas “primeras marcas sin marketing”,
un eufemismo para no catalogarlas como “low cost”. En esa línea, hay varias en
el segmento de lácteos, yerbas y gaseosas que lograron posicionarse y que,
incluso, son las que innovaron en un mercado sin esa característica como
dominante.
“La cantidad de códigos creció fuerte porque es el bypass que
encontraron para saltar los controles –describen desde una cadena regional–,
pero es cierto que en variedad no hay modificaciones fuertes. La percepción es
que, por causas diversas, no producen todo lo que podrían”.
Piccardo ratifica que el fenómeno de “deterioro” en el consumo masivo
argentino no se da en otros países y tampoco es comparable, según su análisis,
con otras crisis locales porque “no siempre hubo cepo a las importaciones”, lo
que afecta la oferta.
Mercados alterados
En esa línea, Di Pace suma que para diferenciarse hay que “agregar
valor”, pero ahora “todos compiten por precio, que es la lógica del Gobierno.
Los quesos de primera, segunda y tercera marca valen casi lo mismo; los
controles no solo generan impacto en la industria del consumo masivo sino en la
competencia en el canal minorista, ya que los más chicos quedan afuera porque
no tienen la oferta. La intervención del Estado altera el mercado”.
En abril, Precios Cuidados se renovó con un alza de 6,37% en el trimestre
hasta junio, mientras que los productos por afuera del programa suben 10% o
15%. “Por eso el comercio de cercanía pierde, la dispersión es tremenda”,
configura Di Pace.
Además, en un contexto inflacionario todo el consumo está alterado. Las
fuentes señalan el caso de la carne vacuna, en el que los precios rebajados
para estimular el consumo no tienen el resultado esperado. En abril, el consumo
per cápita fue de 46,1 kilos por habitante por año, según el Ministerio de
Agricultura y Ganadería (frente a 52,9 kilos del mismo mes en 2020).
“En un mercado trabado y cerrado, el management dispone de un plazo muy
corto entre la reflexión y la acción –sostiene Oliveto–. Las multinacionales
tienen otros protocolos, incluso las que llevan muchos años en la Argentina
enfrentan otra lógica con una inflación proyectada del 70% anual. Es un terreno
pantanoso”. |