Por Carlos
Burgueño - El Fondo Monetario
Internacional (FMI)
sigue avalando la propuesta, por ahora congelada, de la creación del impuesto a
la “renta inesperada”, pero no aceptará contabilizar dentro de las proyecciones
futuras de la recaudación que presente el Ministerio de Economía los eventuales
ingresos que el nuevo tributo aporte en caso de aprobarse. Los datos fiscales que se analizan en estos días sobre las
proyecciones que desde Buenos Aires comunicaron en las reuniones virtuales que
se mantienen entre los técnicos del organismo financiero internacional y los
funcionarios del oficialismo, no suman lo que se obtendría por el impuesto
presentado en sociedad por Martín Guzmán. Tampoco otras alternativas que se
analizan y que son debatidas en estos tiempos dentro de la política argentina.
La máxima que llegó desde Washington en las
pantallas de los hombre y mujeres que tienen a su cargo la misión es que sólo
se puede hablar de las medidas que ya están reglamentadas y aplicadas, y no
sumar a los cálculos de dinero y porcentajes lo que eventualmente podría
recaudarse. Si luego el gobierno lograra nuevas fuentes de financiamiento, se
tomarán obviamente como válidas y como datos concretos. Pero no se aceptará
contabilizarlos desde hoy.
Todo esto pese a que el
Fondo aceptó y avaló el impuesto planteado por Guzmán en abril pasado.
Y que incluso
recibió el apoyo personal de Kristalina Georgieva durante la presentación del
ministro en la pasada cumbre de primavera del Fondo y el Banco Mundial (BM). Martín Guzmán le había explicado la idea ante Gita Gopinath, la
autoridad interna más importante del organismo financiero que en líneas
generales controlará el Facilidades Extendidas y pujará por una relación
virtuosa con el país, de quien obtuvo un espaldarazo técnico a la iniciativa.
Lo importante de lo conversado con la subdirectora
gerente del FMI fue que, de lograrse la aprobación en el Congreso de la idea de
aumentar la presión de Ganancias sobre los privados, lo recaudado habrá que
esperarlo más para 2023 que para este año. Las empresas que estén alcanzadas
por el impuesto lo declararán recién cuando presenten sus balances de este
ejercicio, algo que sucederá, en su mayoría, entre fines de 2022 y el primer
cuatrimestre de 2023, con lo que la AFIP lo percibiría en el próximo ejercicio
fiscal.
Sin embargo, esto no fue algo que incomodara ni al
ministerio de Economía ni al FMI ya que Martín Guzmán, su equipo y el staff
técnico del Fondo consideran que 2023 será más complicado que este año,
especialmente en términos fiscales. Según las especulaciones financieras y
fiscales del Ejecutivo en general, este año no habría mayores problemas para
lograr un déficit entre ingresos y gastos primarios (sin contar intereses) no
superior al 2,5% del PBI. Incluso desde Economía se especula con un porcentaje
holgado algo lejos de la meta máxima. Esto, además de confiar en un crecimiento
de la economía por arriba del 3,5%.
En esos días, para Economía era más importante que
la “renta inesperada” ayude a lograr la meta de un déficit máximo de 1,9% para
2023; un año que, además, es electoral. En abril se lo veía también como una
alternativa válida para acercar el año próximo posiciones políticas con el
kirchnerismo durante tiempos electorales. De ahí que en esos tiempos el FMI no
sólo veía con simpatía el incremento de la presión tributaria (incluso se
presiona por un incremento aún mayor que el que tiene en mente Guzmán), sino
que el traslado del ingreso real para el ya anticipado complicado 2023 es algo
percibido como fiscalmente más efectivo.
Sin embargo, informados, saben desde
Washington que las posibilidades políticas reales de avanzar con el tributo son
bajas. Lectores de la realidad argentina, conocen en el FMI las
dificultades internas de la coalición gobernante y las escasas posibilidades de
que la “renta inesperada” pueda ser aprobada por un Congreso sin mayorías
oficialistas.
Sobre las verdaderas intenciones actuales del
Gobierno en avanzar en el proyecto y enviar el texto al Congreso aún no hay
muchas novedades ni referencias. Por lo que se sabe, por ahora es un tema en
discusión entre el Ejecutivo y los empresarios. La idea de Guzmán es avanzar
siempre que haya consenso con los privados, algo que aún no se logró. |