Miércoles 25 - Por Carlos Burgueño - Empoderado,
y a días de cerrar las fiscalizaciones por la misión correspondiente a la
revisión del primer trimestre del Fondo Monetario Internacional (FMI) dentro
del acuerdo de Facilidades Extendidas, Martín Guzmán prepara el
próximo paso para terminar de ordenar la deuda externa
argentina. Una vez que culminen las series de reuniones virtuales, el ministro
de Economía retomará el dialogo con el Club de París para cerrar el último capítulo de
renegociaciones de la deuda externa aún abierto. Y que implica que el país
termine de saldar, con una negociación a plazos, el pago de los aproximadamente u$s2.000 millones que se
le deben a ese organismo.
Para esto, y tal como adelantó este diario, Guzmán cuenta con un apoyo
fundamental: Alemania y Francia ya dijeron que le abrirán las puertas al
ministro para llegar a un acuerdo conveniente para las dos partes, y que este
sea ejecutado lo antes posible. Sólo se deberá esperar a que la primera misión
del FMI se complete, dado que se le avisó ya al ministro que debe haber un
“sello de calidad” en el manejo de la deuda futura de la Argentina, y que el
aval de la primera misión del Fondo es la mejor garantía disponible.
La
intención de Guzmán es llegar a un acuerdo durante junio, antes que el 30 de
ese mes venza el plazo establecido en marzo entre las partes para cerrar un
acuerdo. Mientras tanto, rige el plazo del Puente de Tiempo en el que el país
debía cerrar el Facilidades Extendidas con el Fondo y comenzar a aplicarlo
cumpliendo las metas establecidas.
La fecha del 30 de junio había sido negociada por Guzmán en París el 23 de marzo pasado, cuando el
ministro se había encontrado en Francia con el presidente formal del Club de
París, Emmanuel Moulin, extendiendo el “puente de tiempo” que vencía el 31 de
marzo, y comprometiéndose Argentina a discutir un nuevo plan de pagos que
cierre definitivamente el pasivo. O, en su defecto, un compromiso de pago al
contado para cuando el gobierno disponga del dinero que surja de la aplicación
del blanqueo que Diputados discutiría también durante junio, y que implica la
disponibilidad de un dinero reconocido como evadido por residentes locales;
proyecto que ya tiene media sanción del Senado; y que, según las proyecciones
oficiales (algo optimistas) implican la posibilidad de blanquear unos u$s70.000
millones; lo que determinaría ingresos seguros a las arcas públicas por unos
u$s15.000 millones. Dinero suficiente como para saldar la totalidad de la deuda
con el Club de París y avanzar con los 10el blanqueo. Mucho menos el dinero
recaudado. Si contara con la habilitación potencial para poder usar los
beneficios del llamado para cumplir también con los compromisos ante el club de
París, podría acelerar el llamado a liquidar la cuenta, mucho antes que termine
el plan de pagos que se negocie en los próximos meses. Y, así, ahorrarse
bastante dinero ante el interés de 9% anual que seguramente le cobrará la
entidad a la Argentina.
Dentro
del Club, el primer acreedor es Alemania con un 37,37%, dinero generado de
manera mixta; con créditos directos para empresas privadas (en los 90), sumado
a viejas líneas del gobierno alemán a la Argentina de décadas anteriores. En el listado
luego aparece Holanda con un 7,98% de la deuda.
Se trata de otro caso complicado, donde por cuestiones culturales no existe
mucha flexibilidad para países que no cumplen con sus pagos. Los Países Bajos
votan tradicionalmente en el board del FMI en contra de los acuerdos que
propone Argentina. El cuarto acreedor del país es España, con
un 6,68% de la deuda. Es el rezago generado por el crédito que en 2001 giró el
gobierno de José María Aznar, para ayudar a sostener la convertibilidad y los
giros de dividendos de las compañías españolas radicadas en el país. El total
de ese crédito fue de unos u$s1.100 millones, Argentina los declaró en default
en diciembre de 2001 con el resto de la deuda externa argentina y durante la
primera etapa de gestión de Néstor Kirchner hubo un intento de negociarla por
fuera del Club de París, en mejores condiciones que el resto de los acreedores.
La presión del resto de los socios de la Unión Europea hizo que el pasivo se
sume a la demanda general del Club de París. |