Sábado 30 - El Congreso sancionó solo una ley en lo que va de
2022. Fue la que avaló el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por la
renegociación de la deuda. Su funcionamiento insumió $15.000 millones, casi el
40% del presupuesto anual.
Por
la parálisis, en la Cámara de Diputados restan constituirse 32 comisiones, algo
inédito para la época del año. Además, hay 23 decretos de necesidad y urgencia
enviados por el Presidente que no fueron aún revisados.
Enredados
en una inédita paridad de fuerzas, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio
tardaron meses de tensas negociaciones para repartirse el liderazgo de las
comisiones y sus correspondientes mayorías. Argumentan desde ambas coaliciones
que la parálisis se debió también a sus peleas internas.
El
letargo en Diputados podría romperse el jueves próximo, cuando la oposición
impulse una sesión por la boleta única.
Durante
los últimos cuatro meses los pasillos de la Cámara de Diputados fueron un
páramo. Con las comisiones inactivas y sin sesiones en el recinto, los pocos
legisladores que andan por el edificio se desconciertan ante tan prolongada
parálisis. Cuando se pregunta por el motivo, el Frente de Todos y Juntos por el
Cambio, los dos bloques mayoritarios, no tardan en achacarse mutuamente la
culpa, ensimismados en su enfrentamiento estéril.
Los
resultados están a la vista: en lo que va del año el Congreso sancionó una sola
ley, la que ratificó el acuerdo de nuestro país con el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Pese a tan bajo rendimiento, ya consumió $15.000 millones
para su funcionamiento, casi el 40% del presupuesto asignado.
Recién
esta semana, cuando ya pasaron cuatro meses, las pocas comisiones que fueron
conformadas en la Cámara de Diputados arrancarán con su agenda, pero aún resta
constituir otras 32. La demora, tan prolongada como inexplicable, no tiene
antecedentes en el cuerpo, coinciden los veteranos en las lides legislativas.
La
primera víctima es la agenda de la Casa Rosada, que remitió a la Cámara baja la
mayoría de sus prioridades legislativas. Hasta ahora el oficialismo, en minoría
y convulsionado por sus divisiones internas, no pudo ofrendarle ninguna.
En
contrapartida, en el Senado la mayoría oficialista, comandada por Cristina
Kirchner, integró las comisiones en tiempo y forma, aunque focalizó sus
prioridades en la agenda de la vicepresidenta: ya dio media sanción a la
modificación de la ley del Consejo de la Magistratura y ahora va por la
ampliación de la Corte Suprema. Los asuntos de interés de la Casa Rosada, salvo
el acuerdo con el FMI, quedaron relegados a un segundo plano.
Las
dos funciones básicas que la Constitución nacional le asignó al Poder
Legislativo -la de legislación y la de control- destacan por su incumplimiento.
El
Poder Ejecutivo está de parabienes en su silenciosa táctica de emitir decretos
de necesidad y urgencia (DNU), un atajo que le permite dictar medidas sin
esperar la aprobación parlamentaria. Hasta ahora se acumularon 23 DNU en la
Comisión Bicameral de Seguimiento de Trámite Legislativo a la espera (por ahora
vana) de que los diputados y senadores los revisen.
No
parece haber demasiado apuro: pese a que se trata de una de las comisiones más
relevantes del Congreso -de hecho, por la materia que trata debe reunirse
incluso en tiempos de receso legislativo-, aún no fue constituida. Ya pasaron
cuatro meses y, pese a su inactividad, ya consumió sus $12 millones de
presupuesto anual asignados.
Una
situación casi idéntica se replica en otras comisiones bicamerales de control.
En efecto, tampoco fueron conformadas las comisiones de Seguimiento del
Ministerio Público, la de Control de los Fondos de la Seguridad Social y la de
Seguimiento de la Deuda Externa. Sin embargo, según los datos de ejecución
presupuestaria, ya gastaron toda su asignación.
La
única comisión bicameral que esquivó la parálisis fue la de control de los
organismos de inteligencia. Se explica: el kirchnerista Leopoldo Moreau, su
presidente, está obsesionado en escudriñar los detalles del presunto espionaje
ilegal cometido durante el gobierno de Mauricio Macri.
Es
una excepción a la regla. Aunque el Senado se mantenga activo -aun con su
agenda sesgada-, el Congreso no podrá salir de su parálisis mientras la Cámara
de Diputados no normalice su funcionamiento.
Como
en el tango, para sancionar una ley se necesitan dos cámaras.
Proyectos
no faltan. Desde el 1° de marzo -fecha de inicio de las sesiones ordinarias-
hasta ahora los diputados presentaron 1940 iniciativas. La mayoría fue girada a
sus comisiones respectivas, pero como la mayoría no se conformó aún, acumulan
polvo en algún cajón.
¿Cuál
es el motivo de la demora? Ante la pregunta, la primera reacción de los dos
bloques mayoritarios es la de culparse mutuamente. Enredados en una inédita
paridad de fuerzas, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio tardaron largas
semanas de tensas negociaciones para repartirse el liderazgo de las comisiones
y sus correspondientes mayorías. Puertas adentro de los respectivos
interbloques, otra soterrada pero no menos feroz puja entre las distintas
corrientes internas por ocupar lugares de poder demoró aún más las
definiciones.
La
fumata llegó hace un par de semanas, pero hasta ahora solo se constituyeron 14
comisiones. La oposición amenaza con emplazar al presidente de la Cámara de
Diputados, Sergio Massa, a que normalice el funcionamiento del cuerpo.
Decididos
a sacar a la Cámara baja de su letargo, distintos bloques opositores pretenden
dar un golpe de efecto el jueves próximo con una sesión especial. Para ello
escogieron como tema principal la boleta única (ver aparte), una iniciativa que
logra consensos transversales en la mayoría de las bancadas, salvo en el
oficialismo y la izquierda.
La
oposición se ilusiona con alcanzar el quorum y forzar el debate el jueves que
viene. Sin embargo, de lograr arrancar la sesión, el oficialismo rápidamente se
ubicará en sus puestos para bloquearles a los opositores el camino hacia los
dos tercios de los votos, mayoría que el reglamento le exige porque el proyecto
no tiene dictamen. Los opositores no lograrán su cometido, pero al menos
buscarán emplazar al oficialismo para que la iniciativa se trate en la comisión
en un plazo acotado, sin dilaciones. La parálisis legislativa promete llegar a
su fin. No será por la vía del consenso, sino por la del conflicto.● |