Por Pilar Wolffelt - Desde
que se firmó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el
mercado comenzó a especular sobre si las metas fijadas en él eran
cumplibles o no para la Argentina. Hay que recordar que entre los principales objetivos se
encuentran: la reducción del déficit a 2,5% en relación al PBI para este año,
un crecimiento del 3,5% - 4,5% para la economía en 2022, un recorte a la asistencia
del Banco Central (BCRA) al Tesoro de hasta el 1% del producto y una
acumulación de reservas por u$s5.800 millones.
Seguramente
en respuesta a estas especulaciones que circulaban en el mercado,
recientemente, el ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo al
término de una reunión que mantuvo con la directora del FMI Kristalina Giorgieva que "las
metas no se van a cambiar, sino que vamos a priorizar los gastos de la
protección social", en alusión a algunos bonos y asistencias extra que
había anunciado
el Gobierno.
Por
otro lado, fuentes cercanas al equipo económico informaron recientemente a
iProfesional que, "a mayo estamos
bien, no hay mayor dificultad para alcanzar las metas del Fondo" y
señalaron que,
igualmente, el organismo tendrá en cuenta, a la hora de evaluar el nivel de
cumplimiento, qué incidencia tienen los factores exógenos en los desvíos que se
produzcan.
En este sentido, advierten,
por ejemplo, que la necesidad de un reajuste en las tarifas de energía en los próximos meses puede
alterar el sendero de metas de inflación y una mayor necesidad de gasto en ese
rubro podría afectar el objetivo fiscal (recordemos que el programa prevé como
meta reducir el gasto en subvenciones a la energía en torno de 0,6% del PBI),
pero en ambos casos, se debe a un factor que no responde a la política local
netamente, sino al contexto internacional de la guerra entre Rusia y Ucrania,
que afecta la generación de ese recurso y su precio a nivel mundial.
¿El FMI será flexible con la Argentina?
Así,
desde el Gobierno consideran que "el FMI va a mirar en qué se utilizó el
dinero extra que podría incrementar el déficit y cómo reacciona la Argentina
para corregir eventuales desviaciones". Es probable que así sea y que el
Fondo tenga en cuenta qué variables inciden en el sendero de cumplimiento que
escapan el alcance del Gobierno nacional. Pero, en este contexto, surge una
duda en el mercado: ¿qué tan
flexibles son en realidad las metas del FMI?
Para
el economista Fabio Rodríguez, director de MyR Asociados, "las metas que
son criterios de desempeño (déficit, emisión y reservas) no se
van a modificar" y advierte que el director del Fondo para el Hemisferio
Occidental, Ilan Goldfajn, fue claro al respecto en sus últimas declaraciones.
Sin
embargo, no descarta que sí se puedan asumir cambios en la programación de las
variables nominales como consecuencia del actual contexto internacional
(guerra, post-pandemia y las tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos,
entre otros temas).
En este sentido, Rodríguez
anticipa que la palabra "recalibrar" se va a usar cada vez más, pero haciendo énfasis en
ciertos cambios de política que serán necesarios para llegar a las metas debido
a shocks exógenos que puedan ocurrir.
Con qué vara mide el Fondo Monetario
Emilia
Val, becaria postdoctoral del Conicet y experta en reestructuración de deudas,
explica que "la flexibilidad el
Fondo frente a los incumplimientos varía según la coyuntura, el tipo
de programa y la orientación del gobierno, entre otras cosas".
Así,
explica que, en términos técnicos, el FMI puede tener cierta flexibilidad en
torno a las metas indicativas y los parámetros de referencia, pero no tanto en
relación a metas de ejecución y acciones previas. "En este sentido,
creo que en esto fueron claros tanto el ministro Guzmán como las autoridades del FMI: las metas (principalmente de
reservas y fiscales) no se cambian", sostiene Val. Sin embargo, considera que
será necesario revisar las proyecciones de inflación.
La
experta destaca que algunas metas clave, como la de déficit fiscal, hasta el
momento, parecen estar cumpliéndose de acuerdo a lo esperado, pero otras, que si
bien son importantes y problemáticas para la dinámica económica pues generan
distorsiones y desequilibrios, como la inflación, no aparece como meta
específica, sino que reducirla es un objetivo deseable a lo largo del programa,
por lo que podrían ser más flexibles.
Esto
se debe a que, según señala la doctora en economía que se desempeñó como
consultora del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Noemí Brenta,
"hay que diferenciar en el acuerdo las metas
cuantitativas y las estructurales, que se toman como base para las
estimaciones". Brenta explica que estos últimos son los supuestos que
dan fundamento a cómo se van a cumplir las metas, el porcentaje que se asume
que deberían reflejar el crecimiento y la inflación, por ejemplo, en pos de
cumplir los objetivo.
Y,
en este sentido, sostiene que "el estimativo que se tomó para la inflación es
que será del 48% anual, pero, dados los número que venimos viendo hasta
ahora, todo indicaría que ese porcentaje será superado". No
obstante, Brenta considera que esto sería un punto sobre el que existe
flexibilidad y está atenuado también porque la inflación, por estos días, es un
problema mundial.
"El
FMI va a tener en consideración esto, tal como lo ratificó el economista jefe
del hemisferio occidental, quien dijo que lo tienen en cuenta, ya que señaló
que esta variable tiene un comportamiento por estos días que no depende
exclusivamente del control del Gobierno local, sino que está muy atada al
contexto mundial de la guerra entre Rusia y Ucrania y a la post-pandemia",
anticipa Brenta. De hecho, asegura que las variables endógenas, que pueden ser
las cuestiones monetarias y fiscales que incidirían más fuertemente en
inflación, el Gobierno las está cumpliendo, como el requerimiento de no
financiar al Tesoro por más del 1% del PBI.
El impacto del contexto internacional en las
variables económicas locales
En
la misma línea, el economista jefe de la Fundación de Investigaciones para el
Desarrollo, Nicolás Zeolla, apunta que
"el contexto internacional cambió el detalle de objetivos que el
Gobierno se había comprometido a cumplir con el FMI" y, si bien anticipa
que en la primera revisión, en general, los objetivos van a ser cumplidos, advierte que
"lo que puede ser preocupante es la perspectiva".
Prevé
que, dentro de los objetivos de monitoreo cuantitativos, el principal problema
es la cuestión fiscal porque considera que el objetivo del déficit de 2,5 puntos
del PBI no se va a poder cumplir.
En
consecuencia, Zeolla sostiene que "el tema es en qué medida se pueden
administrar los nuevos objetivos sin afectar el resto de los planteos" y
adelanta que se abrirá una etapa de negociación en la que se recalibrarán algunos
puntos.
¿La Argentina deberá recurrir a un waiver?
Rodríguez
considera que, en ese marco "sería pésima idea modificar lo acordado
porque agregaría un frente más de incertidumbre al contexto argentino actual,
que viene ya muy complicado por inercia inflacionaria, paritarias y
tarifas".
No
descarta, al igual que sus colegas, que le se asuman cambios en la programación
de las variables nominales y eso se atribuya a la nueva realidad del contexto
internacional y no descarta que haya problemas para cumplimentar algunas metas
más hacia adelante, en cuyo caso considera que deberá analizarse en su momento
qué explicaciones se dan y si es necesario algún pedido de waiver, pero
sostiene no es conveniente hablar ahora de mover metas cuando las expectativas
están muy volátiles en el mercado.
Además,
Val apunta que "muchos de los
parámetros de referencia estructural están contemplados en revisiones posteriores",
en este sentido, considera que no parece existir la necesidad aún de un
waiver.
Y,
por otro lado, coincide con sus colegas al señalar que, si bien Argentina tiene
sus problemas propios, no escapa de las dificultades que está atravesando el
mundo entero, incluidos los países centrales, y eso puede dar mayores márgenes
para la negociación y niveles de flexibilidad más altos por parte del Fondo.
Reconoce
que las tratativas no estarán exentas de tensiones y roces, dadas las
potenciales dificultades de Argentina para cumplir el acuerdo, pero descarta
que alguna de las dos partes encare las tratativas con intenciones de generar
mucho ruido en una primera revisión. Así, predice que "la conflictividad y
las divergencias pueden incrementarse y aumentar con el transcurrir de las
revisiones, pero creo que todavía primará cierto grado de búsqueda de consensos
y soluciones en caso de encontrase dificultades".
Y,
en relación a lo anterior, considera que el Gobierno argentino tiene a su favor
el mostrar que está trabajando para la implementación del programa, que tiene
la intención de cumplirlo, pero que la coyuntura internacional no lo está
ayudando.
"No
lo veo muy beligerante en su discurso hacia el Fondo, al menos en esta
instancia, y parece estar dispuesto a defender el programa (la permanencia de
Guzmán es un indicador de esto), incluso contra las críticas al interior de la coalición,
lo cual puede ser valorado por las autoridades y accionistas", asegura
Val.
A
lo que Zeolla agrega, por su parte, que "el acuerdo no da ninguna
flexibilidad ni contempla ninguna contingencia a priori, pero que el contexto
internacional cambió respecto de cuando se realizaron las negociaciones y eso
hace que el FMI entienda que el acuerdo tiene que ser revisado".
Igualmente,
tal como señala Rodríguez, este es el escenario hoy, en esta primera revisión.
A futuro, deberá verse cómo evoluciona la situación internacional y de qué
manera el Gobierno logra manejarlos conflictos internos, sostener e implementar
iniciativas que le permitan cumplir el programa y tener cintura en las
tratativas para negociar posible incumplimientos. |