Por Claudio
Zlotnik - No fue el día ideal para volver a encontrarse con Kristalina
Georgieva para definir el primer test del acuerdo. En Buenos Aires, la cotización del dólar blue subió y la
cartelera financiera internacional mostraba tensiones.
Todo
sumaba a la preocupación por el futuro inmediato de la economía argentina. A la
directora gerente del Fondo Monetario no le quedaba otra opción que enfatizar
lo que ya habían insinuado -más crudamente- los técnicos del organismo.
La nueva exigencia del FMI
El FMI pretende
que el Gobierno acelere, aún más, las minidevaluaciones diarias y
que también suba unos escalones adicionales las tasas de interés. Georgieva
y el staff técnicos están muy preocupados por la dinámica inflacionaria de la
Argentina y, en ese contexto, reclaman que no se retrase más el tipo de cambio.
No
es casual que la semana pasada, mientras en Washington se desarrollaba la
cumbre de Primavera del FMI, el
Banco Central aplicó la mayor devaluación semanal desde octubre de 2020. Fue del 1%, con lo que
podría terminar el mes con un alza algo superior al 4%.
Con
una inflación del 6,7% en marzo y un índice que rondará el 5% este mes, en el
organismo quieren que el BCRA sea más categórico en los movimientos
diarios. El año pasado, el tipo de cambio oficial perdió contra la
inflación: tuvo un alza del 22% contra una suba de precios del 51%.
En
lo que va de este 2022, la situación no cambió demasiado, por culpa de la
aceleración inflacionaria. Contra una inflación que en estos primeros cuatro
meses rondará el 22% (estimando un IPC del 5% en abril), la suba del dólar
acumula la mitad: el 11,1%.
El precio del dólar está bajo la lupa del FMI
Para
el FMI, la situación es un límite. Durante el año pasado, los técnicos -en
medio de una dura negociación- permitió que el dólar fuera un ancla y corriera
varios pasos por detrás de la inflación, a la espera de que el Gobierno lograra
una desaceleración inflacionaria.
No
sólo ese esquema falló sino que este año la situación se desbordó por el
impacto de la guerra en Ucrania.
La
complicación del escenario internacional es apreciable, con una tasa implícita
de los bonos a 10 años en Estados Unidos que pasó del 1,8% anual en febrero al
2,9% ahora. La salida de capitales desde los emergentes es notoria, y la
Argentina lo empezó a pagar con una presión adicional en el mercado cambiario.
El dólar,
que venía dormido a pesar de la aceleración inflacionaria, se movió de
forma abrupta la semana pasada. Las cotizaciones alternativas subieron $17
en una semana y terminaron en torno de los $207. Todavía se encuentra por
debajo del récord de $240 pero está claro que estas tensiones ensombrecen las
ya delicadas expectativas sobre la economía.
En
este contexto, la sospecha de los técnicos del Fondo es que en un
mercado cambiario turbulento, el Banco Central no logre comprar los
dólares comprometidos en el acuerdo.
En qué situación están las reservas del BCRA
Recién
este mes, el BCRA está logrando cambiar el preocupante signo negativo que
arrastra desde comienzos de año, a pesar de las liquidaciones récord de las
cerealeras. Durante el primer trimestre, las ventas de CIARA alcanzaron a
u$s7.926 millones contra el anterior pico, de u$s6.700 millones, del mismo
período del año pasado.
Aún
así, el Central no llegó a captar dólares para sus reservas; terminó u$s48
millones abajo. En lo que va de abril, las compras sumaron unos u$s180
millones. El ritmo debería acelerar para llegar a las metas consensuadas con el
FMI.
De
ahí que el Fondo ahora reclama que se acelere el ritmo de minidevaluaciones
diarias en el mercado oficial. El ensanchamiento de la brecha cambiaria le pone
incertidumbre al escenario. Una suba de las cotizaciones alternativas altera
los incentivos: a los exportadores se los quita para liquidar las divisas
mientras que los importadores pugnan por conseguir dólares baratos en el
segmento oficial ($114).
El
peor escenario es un círculo vicioso, donde la inflación no baja, el dólar sube pero
corre por detrás al índice de precios, las reservas no suman lo necesario y las
tasas de interés deben elevarse pero sin poder mejorar este escenario cada vez
más complicado.
El
mensaje de Economía, tras la cumbre de Guzmán y Georgieva del viernes, dando
cuenta de que se empezó a consensuar una "recalibración" de las metas
-por el impacto negativo de la guerra en Ucrania en las cuentas de los
subsidios- no termina de tranquilizar al mercado.
Básicamente porque la
sensación que permanece es que tanto el Gobierno como el FMI corren a la crisis
desde atrás. Y que en este contexto se hará cuesta arriba sostener la
recuperación de la actividad económica. ¿Cómo lograrlo si nadie sabe si el Banco Central
dispondrá de dólares para pagar las importaciones necesarias para asegurar la
actividad?
"No
vamos a cambiar las metas del programa con el FMI, hay una repriorización por
la guerra’, enfatizó el ministro desde Washington al término de su encuentro
con la número uno del Fondo. "Queremos mantener el programa como fue
trazado, es el camino para bajar la inflación", concluyó, para dar cuenta
de lo que piensa hacia adelante. Lo que más preocupa, está más que claro, es
enfriar las expectativas sobre la marcha de los precios.
Precio del dólar: ¿tiene margen de maniobra Guzmán?
El
desafío es muy importante: con una inflación que se ha ido acelerando en las
últimas semanas, una devaluación diaria más profunda podría empeorar la
dinámica de los precios. Pero eso es lo que está reclamando el Fondo para
evitar el retraso cambiario que dificulte la acumulación de reservas.
La
pregunta es cuál es el margen de maniobra que tiene Guzmán para
complacer esa meta. Lo más probable, especulan en las consultoras económicas,
es que la evolución del precio del dólar oficial se mantenga aunque
sea un punto por detrás de la inflación mensual.
¿Alcanzará?
La rueda está en pleno giro, con los precios en alza y los mercados globales
agitados. Con un contexto político interno que, al menos por ahora, no ayuda en
nada. Así va la Argentina.
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