Por
Pablo Wende - La principal meta pactada con el FMI en el nuevo acuerdo se aleja
cada vez más. El compromiso con el organismo fue reducir el rojo del 3%
del PBI del año pasado a 2,5%, junto con una fuerte disminución de la emisión
monetaria. Sin embargo, los efectos de la guerra con Ucrania y la inyección de
dinero que implicará la emisión de nuevos bonos por “por única vez” vuelven
sumamente improbable que pueda cumplirse con las condiciones acordados a fines
de enero.
Detrás
del objetivo de reducción del rojo fiscal y menor emisión monetaria para
financiar al Tesoro (que debería caer a 0 el año próximo) está el objetivo
primordial que persigue el acuerdo con el Fondo, que es promover una baja de la
inflación. Pero el arranque de 2022 no tuvo nada que ver con lo que se
había imaginado en la negociación entre el equipo económico y el staff del FMI.
La
inflación acumulada del 16,1% en el primer trimestre y el piso proyectado de 5%
para abril vuelve casi inviable que se cumpla con el rango estipulado en el
acuerdo con el Fondo, que es de 48% a 38%, con una reducción de 5 puntos
porcentuales por año. A esta altura se proyecta que no bajará del 60%.
Incluso con los últimos anuncios, que requerirán una emisión adicional de $
240.000 millones, ya se estima que incluso podría ubicarse por encima de ese
nivel.
Existen
por lo menos tres factores que conspiran contra el cumplimiento de la meta
fiscal pactada con el Fondo, que son los siguientes:
La
guerra en Ucrania: el fuerte salto en los precios de las materias primas
tendría un efecto neutro en el balance cambiario porque entran más dólares por
las exportaciones de productos alimenticios y salen por las mayores
importaciones de energía. Sin embargo, desde el punto de vista fiscal el efecto
es claramente negativo porque el Gobierno sólo cobra hasta 33% por las
retenciones, mientras que las compras de gas implican un aumento mucho mayor
del gasto estatal.
Se
dificulta la baja los subsidios económicos: el ajuste de medio punto porcentual
pautado en el acuerdo debía provenir de esta fuente. Sin embargo, esta opción
quedó prácticamente descartada ante el encarecimiento de la energía. Aún a
pesar de la fuerte suba de tarifas que se viene para el año para la mayoría de
los hogares de la zona metropolitana, a duras penas los subsidios permanecerían
en los mismos valores en relación al PBI que en 2021.
Los
nuevos bonos anunciados ayer agregan presión significativa al gasto: según
estimaron desde el propio equipo económico el esfuerzo será de unos $ 220.000
millones, dependiendo de cuánta gente termine recibiendo la ayuda. Se trata de
un volumen equivalente a 0,34% del PBI, que por ahora no será compensado por
baja del gasto en otros frentes. También está en veremos la creación del
polémico impuesto a la “renta inesperada”, que no obtendría los votos
suficientes en el Congreso.
Este
deterioro fiscal impactaría negativamente en los títulos de la deuda argentina,
que en las últimas semanas venían con una recuperación lenta pero sostenida,
llevando el riesgo país por debajo de los 1.700 puntos básicos.
Salvo
que los mercados internacionales se recuperen significativamente, la deuda
argentina tiene pocas chances de seguir levantando pese a encontrarse aún en
niveles de default. Por ahora, los inversores siguen privilegiando los
bonos ajustados por CER, aprovechando la tranquilidad del dólar. Pero estos
inversores que apuestan a las inversiones en pesos tentados por un alto
rendimiento podrían darse vuelta rápidamente si el tipo de cambio empieza a
tomar velocidad.
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