Sábado 16 - Por
Néstor O. Scibona - En la Argentina hay un consenso bastante amplio sobre la
necesidad de reformas de todo tipo, ante la evidencia de que no se pueden
lograr resultados diferentes si se hace siempre lo mismo, o peor, que antes.
Pero también existe otro en sentido abstracto: la mayoría de los sectores
(políticos, sindicales, empresariales y sociales) apoyan las reformas solo si
no afectan sus beneficios o privilegios y se aplican sobre los demás.
Bajo estas condiciones
cualquier acuerdo resulta imposible, ya que las reformas implican costos de
corto plazo a cambio de beneficios futuros. Algo que asumen los propios políticos
que evitan las internas para definir candidaturas, rechazan el uso de la boleta
única en reemplazo de las listas sábana o, aun en las peores crisis, se
resisten a reducir el número de legisladores y mucho menos el de sus asesores rentados.
También quienes dicen respaldar la independencia de la Justicia, pero se
dedican a agregar más pasos procesales que extienden durante décadas los
juicios por corrupción. O desacatan el fallo de la Corte Suprema para
reformular el Consejo de la Magistratura, como acaba de hacerlo el kirchnerismo
en el Congreso con su fracasado intento de seguir designando jueces militantes
o “amigos”.
El gobierno de Alberto
Fernández celebró que el acuerdo con el FMI no exigiera reformas estructurales,
como si la obsoleta legislación laboral impulsara la creación de empleos para
reducir la pobreza; o el sistema previsional no estuviera en quiebra porque
solo 1 de cada 4 jubilados cuenta con los años de aportes que establece la ley,
según un informe de Idesa. Como contracara, enfrenta la inflación mensual más
alta de los últimos 20 años y un nivel de inversión tan bajo (18% del PBI, tras
el repunte de 2021), que apenas cubre la depreciación del stock de capital y
acentúa el deterioro de la infraestructura.
Frente a este decepcionante panorama,
la necesidad de reformas es uno de los principales ejes de la agenda de trabajo
para un programa integral de estabilización, crecimiento y cambio de régimen
económico “apolítico y desideologizado” (sic), que está elaborando el equipo
del instituto de estudios (Ieral) de la Fundación Mediterránea, bajo la
conducción de Carlos Melconian. Al presentar sus lineamientos hace dos semanas
en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, el economista afirmó que el programa
estará disponible para quien gane la elección de 2023. Y que, a su juicio,
tendrá el desafío de gobernar en coalición, buscar acuerdos con la oposición y
discutir con los otros poderes un marco legal viable para defender una
Argentina capitalista y progresista, que recree la cultura del trabajo y la
estabilidad de la moneda.
Una síntesis solo enunciativa
de los marcos legales iniciales y algunas de las reformas propuestas revelan la
magnitud de la tarea pendiente para sacar al país de la estanflación de los
últimos años y la decadencia de las últimas décadas, salvo cortos períodos de
estabilidad y crecimiento:
-Marco legal para una nueva
institucionalidad fiscal. Regla fiscal estructural, con límites al gasto, el y
el empleo público. Reforma administrativa. Fondo anticíclico. Fondo mixto
(público y privado) para incentivar la investigación y el desarrollo. Nueva
relación Nación-provincias: coparticipación federal. Reforma tributaria.
Acuerdos de asociación interprovincial.
-Marco legal para un salto de
la productividad privada. Desregulación amplia, abarcativa y capitalista
–incluyendo un marco específico para la inversión en energía– con remoción de
obstáculos y trabas, a diferencia de la desregulación sectorial y a medida.
Liberar el potencial de los sectores con posibilidad de exportar para regionalizar
el desarrollo. Incentivos a la interacción público-privada en ciencia,
investigación y desarrollo, que integre al sistema educativo y al desarrollo
tecnológico del sector privado.
-Reforma del gasto público.
Replanteo de los subsidios económicos, con una reforma integral del sector
energético para introducir racionalidad en los precios relativos, incorporar
compromisos globales y generar señales para recuperar y hacer crecer la
inversión privada. Ídem para el sector transporte.
-Sistema previsional para los
nuevos trabajadores y una regla estable y realista para el régimen residual
teniendo en cuenta la quiebra del actual esquema. Unificación de regímenes y
eliminación de dobles beneficios. Sistemas complemenversión tarios de retiro.
Flexibilidad en la decisión de la edad de retiro. Replanteo total del FGS.
-Riguroso análisis de
prioridades en la inversión pública. Reducir el costo de administración del
Estado, con reformulación del presupuesto de la estructura burocrática para
eliminar la superposición de funciones e intensificar el uso de nuevas
tecnologías. Revisión de todos los organismos descentralizados. Nuevo esquema
de contratos de gestión de las empresas públicas, que incluya la apertura al
capital privado a través del mercado de capitales u otras alternativas.
-Asistencia social y equidad.
Reformas al gasto social, con mejor focalización, sin superposición de
jurisdicciones, sistemas de pago y de quiénes y cómo asignan los planes
sociales, con énfasis en la educación y la capacitación. Consolidación de
programas y eliminación de filtraciones para aumentar la cobertura en sectores
muy marginales, la eficacia distributiva y reducir el clientelismo. Incentivos
para que las empresas contraten a beneficiarios de planes y estos elijan la
formalidad.
-Guía para una reforma
tributaria. Reducción del sesgo antiexportador. Bajar los impuestos al trabajo.
Privilegiar una menor presión tributaria para actividades transables.
Simplificar los procedimientos tributarios para reducir costos. Incentivos
impositivos para la reinendeudamiento de utilidades, en particular en
investigación y desarrollo. Eliminación de superposiciones tributarias y mayor
visibilidad (que el consumidor conozca el componente impositivo de sus gastos).
-Relaciones laborales.
Reordenamiento de los impuestos al trabajo para maximizar la formalidad.
Actualización de los convenios laborales, según la situación regional, el
tamaño de las empresas y el cambio tecnológico. Redefinición del concepto y
alcance de contingencia laboral, en particular para las pymes. Modificaciones
regulatorias para reducir la judicialización de los conflictos.
-Reforma de la organización
federal. Mayor correspondencia fiscal, con recomposición de la autonomía de las
provincias en la recaudación de impuestos y revisión del régimen de
coparticipación. Eliminar la superposición de impuestos sobre una misma base
imponible. Fondo transitorio para transferencias de nivelación de capacidad y
necesidad fiscal, con asignación específica a educación, salud e infraestructura.
-Régimen monetario y
cambiario. Reconocer legalmente la bimonetariedad de la economía argentina. Sin
moneda, no hay mercado de capitales local, ni financiamiento para la inversión
privada de las empresas medianas y pequeñas, ni para el acceso de las familias
a bienes durables y vivienda. El régimen monetario que se adopte y su
contribución al crecimiento es altamente dependiente de la política fiscal y la
solidez del balance del Banco Central para poder reconstruir un mercado de
capitales genuino. Y el régimen cambiario solo será exitoso si logra
incrementar la oferta genuina de divisas y el regreso al circuito productivo
del ahorro externo de los argentinos y extranjeros. ß |