Por Pablo Wende - Aunque
nadie se va a sorprender por el dato, el pico de inflación de marzo que el
INDEC divulgará oficialmente el miércoles tendrá una ola expansiva sobre la
economía y la política. Según los analistas que contestan el Relevamiento
de Expectativas de Mercado (REM) que divulga todos los meses el Banco
Central, se estima que el índice de precios minorista subirá 59,2% en
2022, contra 55% que se proyectaba hace apenas un mes. Esto significa que la
guerra en Ucrania estaría agregando “apenas” 4,2 puntos a la inflación del año,
pero claramente el problema viene de mucho antes.
La inflación ya
está corriendo a tasas anualizadas cercanas al 80%, considerando el acumulado
del primer trimestre. Esto genera un fuerte aumento de la “nominalidad” de la
economía, con impacto en salarios, tasas y tipo de cambio.
En marzo la
inflación se ubicaría entre 5,5% y 6%, en parte por la fuerte suba de los
precios de las materias primas que gatilló la invasión de Rusia a Ucrania. El
impacto se hizo sentir sobre todo en los precios de los alimentos, que
rápidamente ajustaron al alza. Pero también pegó el cambio de temporada de
vestimenta y el inicio del ciclo lectivo, lo que por supuesto no tiene nada que
ver, al menos de manera directa, con el conflicto bélico.
El Banco Central
busca reaccionar con las pocas herramientas que tiene para ponerle freno a los
precios. En la última semana aplicó una importante aceleración adicional
del tipo de cambio, a una tasa de 4% mensual. De esta forma, la idea es
que el dólar oficial no se atrase contra la inflación. Es decir, mantener la
paridad real.
La aceleración del
dólar oficial es la antesala de un nuevo incremento de las tasas de interés de
corto plazo. Sin embargo, el titular del BCRA, Miguel Pesce, duda hasta
qué punto es conveniente seguir haciéndolo. En las últimas semanas se
reactivó la “bicicleta financiera”, favoreciendo a quienes apuestan a las
inversiones en moneda local ajustadas por inflación.
Con un dólar libre
que incluso bajó de los $ 200, la rentabilidad en moneda dura de efectuar una
inversión en pesos es altísima. En los últimos dos meses fue posible ganar
arriba del 20% en dólares directo por las tasas cercanas al 45% anual en pesos
contra un dólar libre que viene cotizando en baja.
El peligro de
seguir aumentando las tasas es que se transformen en una mochila cada vez más
pesada para las empresas, generando una contracción económica y al mismo tiempo
una suba mayor de precios, para compensar ese costo adicional.
El último informe
de FIEL advierte que el Gobierno se quedó sin anclas nominales para dominar la
inflación. El dólar oficial que venía aumentando al 1% ahora lo hace al
4%, las tarifas tendrán que subir a un ritmo mucho más rápido para ponerle un
techo a los subsidios y además está pegando de lleno la guerra.
El único dato
positivo para el gobierno es que la brecha cambiaria cayó 70%, pero con la
inflación tan alta podría terminar condicionando la cotización del dólar libre.
Por eso el
pronóstico de inflación del 60% para el 2022 luce incluso conservador. Tendrá
que haber señales muy claras que le pongan un límite a las remarcaciones de
precios, más allá de las políticas de nulo resultado que son los controles.
El ataque de
Feletti
El secretario de
Comercio Interior, Roberto Feletti, fue nuevamente protagonista la semana
pasada, pero no por insistir con sus viejas recetas, sino por haber salido
a atacar de manera explícita al ministro de Economía, Martín Guzmán.
Sus críticas no
pasaron desapercibidas y fueron una clara demostración de las internas del
Gobierno, que enfrentan al “albertismo” con el kirchnerismo duro. La
aceleración inflacionaria provocó que esas peleas sean todavía más visibles.
Se hace evidente
el intento de Cristina Kirchner por despegarse lo más rápido posible del dato
de inflación del miércoles próximo, cargando todas las culpas sobre
Guzmán. Feletti sugirió un aumento de las retenciones a las exportaciones,
insistiendo con fórmulas que ya fracasaron antes. Además afectaría a las
exportaciones y el ingreso de divisas justo cuando arranca la cosecha gruesa.
Además, advirtió que de no aplicarse su receta “se va a poner feo”.
Total
desconcierto
El desconcierto
del Gobierno para atacar el problema de la inflación es total. Ni siquiera
el plan acordado con el FMI sirvió al menos por ahora para ordenar las expectativas. Al
contrario, dentro del kirchnerismo se refirieron a él como “letra
muerta”, ante el cambio de las condiciones internacionales por la guerra.
El arreglo establece una reducción gradual del déficit y una disminución
todavía más acelerada de la emisión monetaria como fuente de financiamiento al
Tesoro. Ninguno de los dos objetivos se cumpliría, por lo que tampoco se cuenta
con estas “anclas” para que baje la inflación en los próximos meses.
El arranque de la
“temporada” de paritarias meterá más presión. Los gremios más fuertes se
acercarían al 60% Foto NA
La “temporada” de
paritarias arranca ahora y los principales gremios buscarán aumentos
escalonados que superen holgadamente el 50 por ciento. Atrás quedó la guía
que pretendía Guzmán para alinear las variables a una suba del 40% anual. El
escenario más probable es que los gremios más fuertes se acerquen al 60%, pero
no sucederá lo mismo ni con los informales ni con los millones de
monotributistas o cuentapropistas. La mayoría de ellos perderá claramente ante
la escalada inflacionaria, que pega sobre todo en los precios de los alimentos.
El único dato que
lleva cierta tranquilidad es la caída de la brecha cambiaria al 70%, producto
de un dólar oficial que acelera mientras que el libre cayó de los $ 200. Pero
es un alivio temporal que no va de la mano de la situación económica.
Simplemente refleja que el dólar “contado con liquidación” ya había subido
mucho desde el arranque de la pandemia, por lo que tiene lógica que ahora se
estabilice.
Sería peligroso
cantar victoria. Con la inflación tan alta es esperable que se termine
condicionando también la cotización del dólar libre. Pero además el tipo
de cambio podría volverse más sensible a las señales que empiecen a llegar
desde la política.
La duda que ya
carcome a los inversores es qué hará Cristina Kirchner en 2023. No son pocos
los que consideran que podría ser ella misma la candidata presidencial. El
“experimento” de Alberto Fernández como Presidente no funcionó como muchos
esperaban. Parece raro que la vicepresidenta tenga espacio para concretar algo
parecido el año próximo. Por eso no es descabellado que sea ella misma la que
compita, buscando además asegurarse el bastión de la provincia de Buenos Aires.
Por lo pronto, las encuestas la siguen mostrando competitiva, más allá de
que aún tiene elevados niveles de rechazo.
La disputa
electoral del año que viene podría calentarse incluso antes de tiempo si se
sigue deteriorando la situación económica. Si crece la versión de una
candidatura de Cristina, algo que tiene chances de suceder, impactaría
negativamente en los activos locales (acciones o bonos). Y podría sacar al
dólar de su letargo.
Los inversores se
preguntan si Cristina Kirchner será candidata en 2023. En la imagen, la actual
vice en una pasada campaña electoral
Su decisión de
oponerse férreamente al compromiso con el FMI y ahora de alejarse del próximo
dato de inflación deja en claro que busca preservar su caudal electoral, en
especial en la provincia de Buenos Aires.
Tanto Guzmán como
el titular del BCRA, Miguel Pesce, reaparecerán en escena luego de Semana
Santa, ya que viajan a Washington. Concurrirán junto al staff técnico del
palacio de Hacienda a la reunión de primavera del FMI. Más allá del evento
formal, se calcula que habrá avances para renegociar algunas de las metas
establecidas en el programa, que la Argentina no estará en condiciones de
cumplir. “Ya antes de la guerra teníamos fuertes dudas sobre la posibilidad de
acercarse a los targets que establece el acuerdo con el FMI”, aseguraron desde
Moody´s.
La Argentina
volvió a perder una oportunidad, con un acuerdo que no logró mejorar el humor
de los mercados ni la confianza. Así lo demuestra el riesgo país, que continúa
por encima de los 1.700 puntos básicos.
Ahora el objetivo
del Gobierno debería ser modesto, pero al mismo tiempo desafiante: evitar un
descontrol de precios que lleve a un escenario parecido a la hiperinflación. Si
bien suena exagerado, no lo es tanto. Incluso Venezuela acaba de divulgar un
dato de inflación inferior al de la Argentina por segundo mes consecutivo. Pero
además el “dibujo” de la inflación local es una escalera que sube sin pausa
hace ya casi 20 años. Ningún escenario, ni siquiera los peores, debería
descartarse de antemano. |