Por
qué la fuerte mejora en el empleo no tiene correlato en una baja similar de la
pobreza
Domingo 10 - Por Santiago Reina - En las últimas semanas se conocieron varias cifras sobre la
situación de los trabajadores en Argentina. Por un lado se verificó una fuerte
mejora en el empleo, que superó ampliamente niveles pre pandemia. Sin embargo, esto
no se reflejó en una evolución similar de los ingresos y, por ende, no tuvo un impacto en la reducción de la pobreza.
Tasa
de empleo récord en por lo menos 6 años
La
performance del mercado de trabajo correspondiente al último trimestre de 2021
fue bastante alentadora. La cantidad de desocupados sobre la Población
Económicamente Activa (PEA) cayó al 7%, su nivel más bajo desde que el
organismo oficial de estadísticas públicas comenzó la nueva serie de datos en
2016. A diferencia de trimestres anteriores, el menor desempleo no se dio
simplemente por una recomposición de la PEA, sino también porque muchos
desempleados encontraron algún tipo de ocupación. La tasa
de empleo alcanzó el 43,6%, también récord de la nueva serie.
Al
analizar la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC se vio que esta
mejora en el empleo fue traccionada tanto por un incremento en la cantidad de
asalariados formales, como en la cantidad de cuentapropistas, a la vez que se
vio menos asalariados informales.
Paralelamente,
el informe del Ministerio de Trabajo correspondiente a diciembre de 2021 mostró
un alza de más de 300.000 trabajadores registrados en comparación con dos años
atrás. A diferencia de lo que se pudo extraer de la EPH, los datos provenientes
del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) reflejaron una menor
incidencia en el repunte del empleo asalariado, que estuvo impulsado
principalmente por el sector público, y una mayor contribución del segmento
registrado no asalariado, fundamentalmente de los monotributistas.
“La
tasa de empleo está por encima de los niveles de fin de 2019, pero la
composición por calidad del vínculo de ese empleo es un poco peor respecto de
aquel entonces; los privados registrados subieron poquito, los
públicos crecieron más, y hay bastante monotributo. El que se vio más
afectado fue el servicio doméstico remunerado (fuertemente feminizado) , sector
para el cual hubo programas específicos (como Registradas)”, detalló en diálogo
con Ámbito Juan Graña, investigador del CONICET y economista
especializado en cuestiones relacionadas con el mercado de trabajo.
"La
escasa suba del empleo asalariado formal privado tiene que ver en parte con que
no había caído tanto con el coronavirus", dijo a este medio Mara
Pedrazzoli, integrante
del departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación.
Paralelamente,
Pedrazzoli sostuvo que "mientras el Gobierno discute cómo registrar cada
vez a más trabajadores, sería favorable observar que crece el empleo informal,
ya que fue el que más cayó durante la pandemia, no porque se haya registrado,
sino por la pérdida de changas".
La
industria se destacó dentro del empleo formal privado
En
cuanto a los puestos de trabajo asalariados formales en el sector privado,
recientemente el Centro de Estudios para la Producción (CEP) remarcó
que en diciembre del año pasado se terminaron de recuperar las 187.000 fuentes
laborales que se habían perdido durante el inicio de la pandemia.
A
nivel sectorial, se observó una importante heterogeneidad durante los últimos
dos años; en términos relativos, las actividades que más empleo crearon fueron
las vinculadas con el comercio electrónico, la salud y los servicios de alta
calificación, como el software.
En
términos absolutos se destacó la industria manufacturera, con la
creación de más de 50.000 empleos nuevos gracias a diversos
factores, como la mayor digitalización por la pandemia, la mayor demanda de
productos para el hogar, la sustitución de importaciones en algunos segmentos
como el textil o el automotriz, y niveles de producción récord en rubros como
el de maquinaria agrícola.
Hay
más trabajo, pero cada vez más trabajadores pobres
Pese
a la notoria mejora, la recuperación del empleo respecto de 2019 no fue
acompañada por una mejora simultánea en el poder adquisitivo de los
trabajadores. Según los analistas esto tuvo que ver con el perfil de
recomposición del mercado laboral y con una dinámica habitual en las salidas de
las crisis.
El
director de la consultora EPyCA, Martín Kalos, remarcó
que lo que creció principalmente en los últimos años “fue el empleo informal,
con excepción de la industria que tiene mejores índices de salario y
formalidad, y viene recuperando lo perdido desde 2016”.
En
ese marco, advirtió que “hay una gran masa de trabajadores que están
consiguiendo un empleo pero que, cuando suman sus ingresos a fin de mes, quedan
por debajo de la línea de pobreza”. “Es decir, hay cada vez más trabajadores
pero aún así son pobres; cada vez hay más trabajadores pobres”,
profundizó.
Al
respecto, un estudio del investigador del CEDLAS, Leonardo Tornarolli, plasmó
que en el primer semestre de 2021 el 31,5% de los ocupados fueron
pobres, cinco puntos porcentuales más que a fines de 2019 y 13 puntos más que
en 2017. Dentro de los trabajadores, la mitad o más de los asalariados
informales y los cuentapropistas sin estudios universitarios o terciarios
tuvieron ingresos por debajo de la línea de pobreza a comienzos del año pasado.
A
partir de su vínculo con empresarios de distintos rubros, el Doctor en Desarrollo Económico, Gustavo Ludmer, vislumbra que hoy la baja en el desempleo
se está reflejando en la dificultad de las empresas para contratar gente. “En
confección de indumentaria se están amontonando talleres para enseñar a la
gente a coser porque hoy el gran cuello de botella es la falta de mano de obra
especializada. Lo mismo pasa en textil, en autopartes, en madera y muebles. El
problema es que los ingresos vienen muy golpeados”, aseguró.
La
coyuntura actual llevó a que, si bien en el segundo semestre
del año pasado la pobreza fue del 37,3% y bajó respecto de los tres semestres
anteriores, todavía se mantuvo detrás de la cifra de fines de 2019 (35,5%).
Salarios
rezagados y perspectivas poco alentadoras
El
hecho de que haya cada vez más trabajadores pobres responde al rezago que
vienen acumulando los salarios reales fundamentalmente desde 2018, los cuales
solo vieron una tenue recuperación a fines de 2021. El índice de salarios del INDEC avanzó cerca de 104% entre
diciembre de 2019 y diciembre de 2021, contra una inflación superior al 105% en
el mismo período.
Dentro
del universo de trabajadores, nuevamente se percibió una marcada heterogeneidad. En el sector privado formal se
verificó un aumento nominal de 108,6% en estos dos años, por lo cual crecieron
en términos reales. Por el contrario, en el sector público la suba fue del
101,2%, mientras que los empleados informales percibieron una corrección de
95,4%, 10 puntos por debajo de los aumentos de precios a nivel general.
Asimismo,
dentro del total de ocupados de la población la EPH exhibió que fueron los
deciles medios (que representan el 40% de la población) los más perjudicados,
con una suba de ingresos acumulada de 99,1% en los últimos dos años. La
distribución del ingreso mejoró debido a que los deciles más bajos lograron
ganarle levemente a la inflación, aunque, claro está, no lograron salir de la
pobreza.
“Hay
que tener claro que la recuperación del mercado de trabajo se da después de una
crisis. A uno le encantaría que fuera de otra manera pero siempre en estos caso
se da primero el crecimiento, después el empleo, que se va formalizando, y a
partir de allí se mejoran las condiciones para dar mejoras de salarios”, explicó Graña.
Aun
así, el docente de Cuentas Nacionales en la UBA sostuvo que dicha secuencia
podría acelerarse vía políticas públicas por fuera de las paritarias, apuntando
a mecanismos más generales como el salario mínimo o la jubilación mínima. “Sin
embargo, con la actual aceleración de la inflación la situación se va, como
mucho, a mantener, sino a empeorar. Tiene que bajar la inflación para que
dichos mecanismos tengan efecto en bajar la pobreza”, alertó.
Por
su parte, Kalos aseguró que “el reciente adelantamiento de paritarias tiene un
efecto simbólico pero poco práctico, ya que nadie garantiza que terminen en
negociaciones alcistas y, además, dichas paritarias se iban a negociar de todas
maneras de acá a un mes”. Por ende, expresó que un buen puntapié podría ser que
el Estado adelante sus propias paritarias con los empleados públicos para dar
una señal.
Más
allá de eso, aclaró que hoy Argentina “necesita una dinámica que lleve a las
empresas a contratar porque esperan más demanda a futuro”. “Hoy es todo a corto
plazo, con poca apuesta a futuro porque falta claridad respecto a las políticas
macroeconómicas que favorezcan un crecimiento sostenido”, sentenció.
Para
Ludmer la reapertura de paritarias va a permitir frenar la caída del salario
pero tiene dos cosas negativas, ya que, por un lado, amplificaría la dinámica
inflacionaria y, por el otro, podría profundizar la heterogeneidad entre los
trabajadores, afectando aún más a los empleados informales y los del sector
público”, aunque relativizó esto último ya que, en algunos sectores, como el
sucede en indumentaria, los ingresos de los informales vienen creciendo más que
los formales. |