Por Gustavo Marangoni - "El motín
del Caine" es una película dramática norteamericana rodada en 1954 y
protagonizada por Humphrey Bogart.
Relata la historia del capitán Queeg, designado nuevo comandante de un
dragaminas de la marina estadounidense quien, a poco tiempo de
asumir, se va distanciando de la mayor parte de la oficialidad de la
nave. Decidido a imponer su autoridad el comandante se aisla de sus
subordinados que lo perciben como un obsesivo en asuntos irrelevantes y un
indeciso en cuestiones fundamentales.
Un
tifón en alta mar y la reacción inadecuada del capitán frente al peligro dan
lugar al relevo del mando. Hasta allí el film solo enfoca la mirada en la
conducta y la personalidad de Queeg. Todo parece justificar el motín. Pero con
la narración del juicio posterior que se lleva adelante para establecer la
pertinencia del accionar de los oficiales el guionista y el director comienzan
a aportar un enfoque alternativo.
No
hay dudas acerca de que el comandante es una persona emocionalmente inestable. Sin embargo, una mirada
minuciosa y la reconstrucción de los hechos acontecidos exponen también que el
desplazado comandante ha sido víctima de mobbing, es decir de violencia
psicológica o acoso laboral (ascendente en este caso) por parte de aquellos que
debieron haber colaborado con el. No vamos a spoilear. Invitamos a buscar en
alguna plataforma la obra dirigida por Edward Dmytryk que mereció siete
candidaturas al Oscar.
La
accidentada capitanía de Alberto Fernández
A
partir de aquí nos interesa soltar amarras con la ficción y anclar en nuestra presente
coyuntura. El presidente Alberto Fernández también experimenta un motín en su gobierno:
amenazas de renuncia por parte de sus funcionarios, abandono de Máximo Kirchner a la jefatura del
bloque en diputados, votos en contra del acuerdo con el FMI de legisladoras y
legisladores K y críticas explicitas de distintos integrantes del
oficialismo a su modo de llevar adelante la nave Argentina en la tormenta del
mundo actual.
Muchas
críticas a la "conducción" parecen fundadas y pertinentes. El
mandatario no se muestra muy afecto a las cartas de navegación, improvisa y
suele pasar de la condescendencia al fastidio en lapsos muy breves, distribuye
los tiempos de manera peculiar y la comunicación de sus decisiones suele ser
contradictoria. De hecho, en reiteradas ocasiones, la ciclotimia y la ansiedad
parecen apoderarse de su persona. Pero cabe preguntarse si estos son los
motivos reales de la insubordinación o la misma responde a otros estímulos
definidos a priori.
"El
presidente Alberto Fernández también experimenta un motín en su gobierno"
¿Es
posible que desde el mismo momento del anuncio de la candidatura por parte de
CFK en mayo de 2019 estuviese instalado el ánimo de la desobediencia? La
hipótesis merece tenerse en cuenta. Quizás el origen del Frente de Todos
contiene la semilla de la discordia que germinó en estos años: la
separación de política y gestión. Administrar una crisis del tamaño y la
prolongación de la que aqueja a nuestro país supone la necesidad de un poder
ejecutivo diseñado para honrar su rol, que es precisamente el de ejecutar. La
fórmula que diseñó Cristina obliga al presidente a procrastinar, a postergar
permanentemente las decisiones para preservar la unidad de su fuerza
partidaria.
Primero
está el Movimiento, después está la Patria y en el medio las mujeres y los
hombres con sus reclamos cruzados. Una alteración sustancial de la verdad
número ocho de las otrora famosas y hoy olvidadas veinte verdades peronistas.
Las anteriores divisiones del justicialismo (y el Frente de Todos no es otra
cosa que un fallido intento de reunificación de ese tradicional espacio, no una
coalición) se dieron precisamente por la incapacidad de conciliar divergencias
de intereses económicos, sociales y territoriales. Siempre fue la política, más
allá de las relaciones interpersonales que no ayudan.
Creer
que el problema es el temperamento de CFK o la falta de carácter de Alberto, o
que todo se arregla si "se juntan y hablan" es tributar a una mirada "buenista",
impropia para resolver este tipo de conflictos. "No es personal, son
negocios" dirían en la zaga de los Corleone, aquella que la cinéfila
presidenta del Senado solía recordar en épocas pasadas para denostar al Padrino
Duhalde.
¿Podrán
seguir navegando juntos?
En
esta película de Alberto-Bogart el asunto estaba latente antes de salir del
puerto. El "Caine" del Presidente está poblado
con marineros cristinistas que ante cada orden miran a la primera
oficial de a bordo para ver si cumplen o no. Ahora, cuando el mar picado de la
inflación y las tarifas requiere de mayor coordinación para evitar que el barco
zozobre, surgen diferencias entre virar a babor o estribor.
¿Cómo
pueden llevar adelante sus funciones Guzmán y Kulfas si no logran la obediencia de Martínez, Bernal,
Basualdo y Feletti quienes tienen otras terminales y otras instrucciones?
¿Podrán seguir navegando juntos o algunos serán arrojados por la borda?
"El "Caine" del Presidente está
poblado con marineros cristinistas que ante cada orden miran a la primera
oficial de a bordo para ver si cumplen o no"
Mientras
el Gobierno ve cómo resuelve estos dilemas, la principal fuerza de oposición
aprovecha para intentar fortalecer su músculo electoral. Nadie puede reprochar
la actitud. Es natural a la actividad política. Pero debe señalarse que ese
otro barco también transporta la simiente de futuros motines.
Entre
los economistas de Juntos por el
Cambio hay quienes defienden la dolarización como herramienta válida y quienes la consideran
"una estupidez" y conviven en los mismos camarotes quienes se definen
liberales de izquierda con referentes orgullosos de la nueva derecha.
La
consigna "para resolver las diferencias están las PASO" resulta más
efectista que efectiva. Las internas abiertas pueden ser de gran utilidad para
seleccionar candidatos, pero insuficientes para cerrar distancias
conceptuales. Como el "Caine", los países necesitan liderazgo, responsables
a cargo que tengan autoridad. Esta última cualidad refiere, de acuerdo a
la Real Academia, "al prestigio y crédito que se reconoce a una persona o
institución por su legitimidad, su calidad y su competencia".
No
sabemos quiénes en el poder leyeron o leerán el interesante libro de Juan
Carlos Torre "Memorias de una temporada en el quinto piso". Pero
esperamos alguna consulta previa al viejo diccionario para fijar conceptos
básicos y comprender mejor lo que el autor de esa obra quiso transmitir. .
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