Por Carlos
Burgueño - El Fondo Monetario Internacional (FMI) quiere conocer, lo
antes posible, un dato que considera fundamental para saber si Argentina podrá
cumplir su promesa de crecer este año entre 3,5 y 4,5% anual. Desde Washington se busca que pronto llegue a la sede del
organismo el dato presumiblemente final de la cuenta que el país deberá pagar
este año para proveerse del gas necesario
para garantizar el uso doméstico y, fundamentalmente, los requerimientos de la
industria.
Para
el FMI el número será muy alto, superior a los u$s2.000 millones extras a lo
presupuestado; dinero que Argentina no estaría en condiciones de generar. En consecuencia,
tendrá que conseguir ese dinero por fuera de lo que se calculó entre el Fondo y
los negociadores locales que discutieron entre diciembre y febrero con los enviados
del organismo los términos finales del Facilidades Extendidas.
Ya
el FMI no le creía a los argentinos los números de dólares disponibles para
garantizar la provisión de insumos para la industria local en 2022; un dato
clave para luego conseguir la meta de crecimiento. Luego, con la invasión de
Vladímir Putin a Ucrania, consideran en Washington que las divisas que podría
conseguir el país son aún más flacas, lo que aquella promesa de entre 3,5 y
4,5% de crecimiento del PBI es hoy aún más lejana que en enero.
Desde
el Ejecutivo hay otra proyección. Se asume que habrá un cheque aún más caro que
habrá que pagar para la importación de gas necesario para el invierno 2022 y la
provisión de insumos para la producción. Pero se hacen sumas y restas, y se
afirma que el incremento de los precios para los commodities que exporta el
país también estará por encima de lo presupuestado y negociado, y reducirá
largamente la cuenta en rojo del gas y la importación de combustibles. Y que,
en todo caso, será a fines del año cuando se pueda y deba evaluar con precisión
el saldo final entre ingresos y gastos extras fruto del conflicto ucraniano.
Igualmente, el dato sobre el costo para la importación extra de gas al país se
conocerá con relativa rapidez, y será decisión del Ejecutivo argentino el
compartir o no el dato con el FMI. O reservarlo hasta fin de año.
La pista sobre el nivel de dólares que habrá que reservar para el gas de 2022
se obtendría en horas, cuando el presidente Alberto Fernández se cruce en
Buenos Aires con su par boliviano Luis Arce, quién visitará el país
exclusivamente para discutir con el argentino la provisión del combustible para
2022, y el precio que se cobrará. La sospecha es que la demanda del gas
boliviano es regional, y que hay intenciones de Arce de renegociar valores ya
firmados. O, en su defecto, reducir la cantidad de combustibles a destinar al
mercado argentino. Son cuestiones que se resolverán esta semana y que
determinarán la tranquilidad (o preocupación) del gobierno argentino.
Mientras
tanto, desde el FMI insisten. Tal como contó este medio, el Fondo no cree que
Argentina pueda lograr crecer entre 3,5 y 4,5% este año; y considera que deberá
ser una meta que también tendrá que rediscutirse durante el viaje fiscalizador
que Julie Kozack y Luis Cubeddu concreten dentro de dos meses. La visión desde
Washington es que no hay divisas suficientes como para financiar la llegada de
los insumos necesarios para sostener un nivel de crecimiento sustentable.
Tampoco para financiar un nivel de consumo energético que coincida con la
demanda de electricidad, combustibles e infraestructura que sostenga el
pronóstico. Y se cuestiona desde Washington que las políticas de trabas de
exportaciones que crónicamente aplica el Gobierno, coincidan con la visión de
un país abierto a la llegada irrestricta de divisas; la única manera de
garantizar un superávit comercial sostenido. Para el FMI no hay manera de
asegurar un crecimiento superior al 2,5% para 2022; nivel que se sostendría en
porcentajes similares durante los ejercicios 2023, 2024 y 2025.
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