Por Virginia Porcella - Un mercado
completamente distorsionado por la intervención estatal, sometido a un shock
externo de precios en el medio de la peor crisis política del Gobierno que
paraliza la gestión en muchas áreas no puede dar otro resultado que un
desabastecimiento, al menos en el caso del negocio petrolero aunque puede ser
aplicable a otros rubros. Eso es lo que se espera para el suministro de gas en
los próximos meses y es lo que ya ocurre con el gasoil.
La situación se volvió crítica en las últimas
semanas cuando ante el inicio de la cosecha gruesa quedó en evidencia la
escasez del combustible para enfrentar el aumento de la demanda, en un contexto
de disparada de los precios internacionales, que en el caso del gasoil trepó
65% en dólares respecto del año pasado y cotiza en torno a los USD 820 el metro
cúbico.
Para paliar el impacto de semejante suba y
morigerar las pérdidas de las petroleras ante el desacople de los precios
locales con el objetivo de asegurar un mayor suministro, las compañías del
sector, incluida YPF, impulsaron la idea de desgravar la importación del
combustible, aunque sea de manera transitoria en el trimestre clave para el
campo. Pero las desinteligencias entre el ministro de Economía, Martín
Guzmán, y los funcionarios de la secretaría de Energía bajo su órbita por un
lado, y las dificultades en el Congreso para tratar cualquier proyecto por el
otro, traban esa posibilidad.
En rigor, la propuesta del sector petrolero
apunta a subsanar otra de las consecuencias que trajo la pelea política interna
del Gobierno, que es la falta de la sanción del proyecto de Presupuesto 2022.
En ese texto estaba prevista la desgravación de al menos 4 millones de
metros cúbicos de gasoil, una cantidad cuatro veces mayor que la eximida del
pago de los impuestos a los combustibles y al dióxido de carbono prevista en el
Presupuesto del año anterior. Como el proyecto para 2022 nunca se aprobó, quedó
vigente la ley de 2021 en la que está contemplada, entonces, la exención para
apenas unos 800.000 metros cúbicos, destinados exclusivamente a Cammesa para la
generación térmica. En otras palabras, paradójicamente el Gobierno previó
complicaciones en el abastecimiento energético, por lo menos en el caso del
gasoil, pero las diferencias en en el Frente de Todos, que llevaron a Máximo
Kirchner a echar por tierra el acuerdo para aprobar el Presupuesto de este año,
le impiden ahora avanzar en cualquier gestión crítica para alivianar una crisis
que pudo anticipar.
El ex subsecretario de Presupuesto, Nicolás
Gadano, explicó que desde hace años, el Poder Ejecutivo recurre a una
eximición legislativa a través de la sanción del Presupuesto para facilitar la
importación de gasoil a pérdida y disimular sus costos. Se trata de un cupo de
importación que cuenta con una exención al impuesto a los combustibles (ITC) y
al dióxido de carbono que beneficia a los importadores, reduciendo sus pérdidas
ante la regulación del precio en el mercado local. Pero la desgravación
prevista para 2021, cuyo cupo ya se habría agotado, estaba prevista
exclusivamente para la generación térmica, es decir, para Cammesa. Pero la
intención era modificar eso.
“La ley que está vigente, que es la del año
pasado, impide a YPF o a las petroleras importar gasoil para venderle al campo
o a las estaciones de servicio porque era estrictamente para generación térmica.
En el Presupuesto de este año, que no se aprobó, no sólo se aumentaba el
volumen sino que se abarcaba la generación pero no de manera excluyente”, dijo
Gadano. Agregó que, en definitiva, la exención es un subsidio a las
petroleras que, a diferencia del resto de los subsidios a la energía, impacta
en los recursos en vez de reflejarse en el nivel de gasto. Uno de los puntos
clave es que el ITC es un impuesto de asignación específica, cuyos recursos se
destinan a la Anses y a la provincias además del Tesoro. De aplicarse la
exención prevista en el proyecto de Presupuesto rechazado, el costo fiscal
ascendería a unos USD 540 millones, cifra que tal vez podría ser menor en caso
de que el Congreso avanzara en una desgravación transitoria. “Con cuestiones
tributarias no se puede hacer un decreto de necesidad y urgencia, hay que pasar
por el Congreso. Y este momento no parece tan propicio para aprobar leyes”,
opinó el economista.
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