Sábado 2 - Por Julio
Calcagnino - Hace más de dos semanas, el presidente habría mantenido una reunión
virtual con la directora gerente del FMI, quien le confirmó que
el board del organismo trataría el acuerdo el
pasado 25 de marzo. Tras su paso por el Congreso, y casi 2 meses
después de su anuncio inicial el pasado 28 de enero, finalmente recibió la
aprobación. Por otro lado, el ministro Guzmán y el presidente
del Club de París, acordaron una nueva extensión del entendimiento alcanzado en
junio del 2021, contándose ahora con un nuevo “puente” de tiempo
hasta el 30 de junio, para seguir negociando la refinanciación de la deuda con
dicho organismo.
Si
bien el contexto internacional no se ha mostrado favorable a la deuda emergente, dado que el iShares JP
Morgan EM High Yield Bond ETF cae en lo que va del año un -7,6%, los títulos públicos locales
no parecen haber acusado una recuperación debido a los consensos
arribados. El
Subíndice de Bonos Largos emitidos en dólares del IAMC, acumula una retracción
en lo que va del año (al 31/03/2022) de casi un -15,9%, habiéndose
desvalorizado un -15,3% en febrero y un -4,4% en marzo.
En
cuanto al equity, se generó un marcado efecto derrame de la revalorización de
los commodities en Latinoamérica, con el iShares Latin America 40 ETF avanzando
un 13,0% en marzo. Pero, nuevamente el Merval en dólares (CCL del GD30) se
mantuvo desacoplado y presentó un avance más magro ( 8,9%).
Esta reciente dinámica de
mercado invita a analizar con detenimiento el acuerdo con el FMI, dado
que las expectativas de que pudiera gatillar una recuperación parecen no
haber sido cumplidas. Naturalmente, se observa cierto cambio de enfoque de parte del
organismo, al admitirse temporalmente cuestiones como los controles de
capitales, que anteriormente no habrían sido aceptadas. Sin embargo, ésta no
parecería ser la razón de la falta de despegue de los activos locales, dado que
parece existir una suerte de “consenso” en torno a la necesidad de aplicar
ciertas políticas “poco convencionales” en países con características similares
al nuestro.
Para
conceder un préstamo, el FMI exige a los países ciertas medidas de políticas
económicas que permitan superar los problemas en los que se encuentran, y poder
así honrar su deuda con el organismo. Estas medidas se plasman en una carta de
intención, y más detalladamente, en un memorando técnico de entendimiento. De
allí se desprende el rumbo de la economía argentina en los próximos meses y
años.
Nos
encontramos frente a un plan que descansa sobre dos pilares fundamentales: la
reducción gradual del déficit fiscal y la
acumulación de Reservas Internacionales (RRII). No obstante, lo que resulta
paradójico, es que no se plantea ninguna receta o referencia a reformas
estructurales para alcanzar ambos objetivos.
Los
objetivos en el corto plazo parecen factibles. En cuanto al objetivo de RRII,
algunos analistas de mercado ven factible su cumplimiento bajo ciertos
supuestos. Desde el Instituto de Trabajo y Economía estimaron, en
su informe de coyuntura de marzo, que se precisarán precios del
GNL entre 30 y 35 dólares el mmBTU, de la soja en u$s 600 la tonelada y el maíz
entre u$s 280 y u$s 290, junto a financiamiento multilateral, para acumular
unos u$s 5.800 millones de RRII. Sin embargo, advirtieron que para
los años 2023 y 2024 las metas lucen mucho más exigentes.
Desde
el frente fiscal, será necesaria una corrección desde un déficit primario de
-3,5% del PBI observado en 2021, luego de excluir ingresos extraordinarios, lo
cual podría ser factible de la mano de un recorte de -1,0% del producto
relacionado a los gastos de emergencia del Covid-19, cifra que se reduce a un
-0,7% si excluimos el gasto en vacunas. Nuevamente, la trayectoria futura de
los recortes continúa siendo incierta.
De
esta manera (y teniendo en cuenta las incertidumbres), logramos poner claridad
sobre la razón por la cual las valuaciones de activos financieros continúan
deprimidas, aún sin considerar la volatilidad que podría acarrear cada una de
las revisiones de cumplimiento de objetivos. Con los precios de los Globales de
cierre de marzo, el mero hecho de cobrar los cupones y enfrentar una
reestructuración que entregue unos u$s 55 el 31/12/2023, implicaría
materializar una TIR del 43,0% con la compra de GD35, si finalmente estos
títulos podrían ser realizados a ese precio.
(*) Analista de mercados de TSA
Bursátil
|