Luego
de que el Congreso convirtiera en ley la reestructuración de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por u$s45.000
millones, los analistas ponen la lupa sobre la inflación que volvió
a acelerarse en febrero y marcó un 4,7%. El primer bimestre del año comenzó de
esta manera con altos índices de precios, ya que en enero el IPC había marcado
un 3,9%, lo que empieza a arrojar dudas sobre la viabilidad de la proyección
oficial que acordaron el Gobierno y
el FMI, que tiene un techo de 48% para 2022.
En
ese marco, se espera que esta semana el gobierno de a conocer a través de sus
ministros del equipo económico, medidas "anti-inflacionarias" para
contener los precios. La primera de ellas fue anunciada el pasado sábado, con
el aumento del 31% al 33% de los aranceles a la exportación de harina y aceite
de soja y la creación de un Fondo Estabilizador de Trigo.
"El problema del esquema acordado con el FMI es que no hay un ancla
nominal", resumió Roberto Geretto de Fundcorp, y explicó que
"el dólar oficial no puede ser porque el Gobierno acordó que no se puede
atrasar. Tampoco lo es la cantidad de dinero, porque el acuerdo no limita la
emisión indirecta para desarme de 'Leliqs' y compra de reservas, lo cual ayuda
a que el Tesoro consiga financiamiento en el mercado".
"Tampoco
hay un ancla fiscal, ya que reducir el déficit requerirá subir tarifas. A
diferencia de acuerdos pasados donde se esperaba un salto del tipo de cambio e
inflación, en este la licuación se da en cuotas", agregó.
"Pareciera que el Fondo está ayudando al Gobierno a tener un puente
hasta el próximo Gobierno. Si pensamos que este programa es la
solución para la Argentina, me parece que no. Pero sí tal vez es algo
suficiente para entregar el Gobierno a fines de 2023 y que la economía no haya
explotado", dijo en declaraciones radiales Francisco Gismondi de Empiria
Consultores.
"La
situación global podría ser favorable a largo plazo, por ejemplo por la
importancia del país como exportador agropecuario. Pero a corto plazo los
desafíos lucen muy importantes. Las limitaciones políticas y económicas auguran
una continua lucha en el barro de la decadencia si no se encaran cambios
estratégicos", señaló VatNet Research.
"El éxito de cualquier estrategia antiinflacionaria que se encare
requiere de un enfoque integral capaz de atacar al conjunto de los factores inflacionarios. La
clave reside en atacar este flagelo con un conjunto coordinado de medidas
monetarias, fiscales y cambiarias, y contar con la voluntad política de
llevarlo a cabo", señaló Víctor Beker del Centro de Estudios de la Nueva
Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.
"Las
condiciones monetarias siguen siendo relativamente laxas al no observarse un
incremento de la esterilización del banco central para reducir el sobrante
monetario del último trimestre de 2021", estimó Delphos Investment, y añadió
que "no puede esperarse entonces un descenso de la inflación para este
año, que probablemente cierre entre 58% y 60% anual en diciembre".
"Con
el transcurso de los días, ya comienza a vislumbrarse que los potenciales
impactos sobre la actividad global para este año excederían los que provoquen
las turbulencias financieras: el alza en la inflación -donde incide el alza de
las commodities- y las disrupciones en el comercio global podrían resentir la
dinámica del PIB global en 2022", dijo Ecolatina.
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