Desde
que la Argentina firmó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI)
los dólares financieros
y el dólar blue comenzaron a ceder y perder terreno. Pero en las últimas
jornadas la presión cambiaria se renovó.
Esa
calma en el mercado cambiario se quebró -no del todo- por algunos factores que
operaron para meter presión sobre el dólar. Veamos:
Inflación
El
Índice de Precios al Consumidor (IPC) de 4,7% de febrero estuvo por encima de
lo que esperaba el Gobierno y los analistas.
La
inflación minorista avanzó 8,8% en los primeros dos meses de 2022, mientras que
en comparación con febrero de 2021 se incrementó 52,3%, según datos los datos
oficiales.
Una
vez conocido el elevado dato de inflación de febrero, difundido el martes, los
dólares alternativos rebotaron desde su “piso”.
Competitividad
El
tipo de cambio real con el que asumió la administración de Alberto Fernández se
ubicaba por encima del promedio histórico de las últimas cuatro décadas, -más,
menos- cualquiera fuera la metodología de cálculo. Pero el atraso cambiario
perpetrado en el marco de las elecciones del año pasado le resta cierto margen
de maniobra al BCRA dado que el peso ya se habría apreciado poco más de un 13%
frente a ese promedio histórico.
Esto
no quiere decir que el tipo de cambio real oficial esté significativamente
atrasado, como ocurrió en varios momentos de las últimas décadas, sino que no
tiene mucho resto para dormirse. Menos con las pautas del acuerdo con el FMI
bajo el brazo. En tal sentido, hasta los analistas más heterodoxos reconocen
que estarían más cómodos con un dólar oficial a $125 (parecido con el de
diciembre de 2019) pero el $109 no lo consideran un dólar atrasadísimo. Claro
que todo depende del contexto inflacionario por delante. Y claro también, de lo
que suceda con la tasa de
interés de política monetaria.
Por
ende, frente al dato de febrero y los sondeos de marzo, el BCRA tiene dos
caminos: mantener el actual ritmo de devaluación lo que implica tender a una
mayor apreciación del tipo de cambio real, o sea, lo que se dice trivialmente
como abaratar el dólar, o bien, acelerar el crawling peg lo que conlleva asumir
el riesgo de inyectar más combustible a las expectativas inflacionarias.
De
modo que por un camino, el de atrasar, el BCRA prolongará la dinámica que se
viene observando desde mediados del año pasado. Mientras que por el otro
camino, el de acelerar, se corre el peligro de elevar aún más el piso mensual
de la inflación. De ahí que los analistas de 1816 señalen que este es uno de
los riesgos del crawling peg: si ante cualquier aceleración de inflación el
dólar spot también se acelera puede iniciarse una carrera nominal desagradable
para la macro. Y como dicen los estrategas de Quinquela, el dato de febrero
genera la necesidad de recalibrar un esquema económico que estaba pensado para
ritmos nominales más bajos, o sea, la necesidad de tomar decisiones se hizo
inminente.
Aquí
entra a terciar también la tasa de interés que redefina el BCRA. Acelerar el
ritmo de crawling peg dependerá de la suba de la tasa de interés, ya que en la
medida que el BCRA la aumente podrá acelerar el ritmo de depreciación sin
generar incentivos negativos para la liquidación de divisas.
El
límite del dólar “ahorro”. El precio del dólar al que accede el público en
bancos, hoy en torno a $190, con el cupo de u$s200, también es señal de
reversión para las cotizaciones alternativas al “cepo”. Y en la última semana,
el dólar al que se le aplica el 30% de recargo por el impuesto PAIS y el 35%
como adelanto de Ganancias llegó a ofrecerse más caro que las variantes MEP y
“liqui”, antes de activarse el rebote.
Reservas
Luego
de que el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) apruebe el acuerdo
firmado con la Argentina por la deuda de u$s45.000 millones, un reciente
informe del Instituto Internacional de Finanzas (IFF) pone la lupa sobre la
recomposición de reservas y
señala que el acuerdo puede sufrir un momento difícil previo a las elecciones
generales del 2023.
El
informe señala que "el nuevo programa desembolsará u$s44.000 millones,
esencialmente reinvirtiendo el 100% del programa anterior" lo que
"reduce un poco el riesgo de estrés de financiamiento cuando la
amortización de bonos comience en el 2024".
Según
los economistas Sergio Lanau, Martín Castellano y Jonathan Fortun, la
"Argentina necesita manejar acuerdos multilaterales y la deuda bilateral y
los posibles déficits en cuenta corriente cuando la economía se recupera a los
precios de las materias primas caen". No obstante, "la financiación
suma este año proyectando un superávit en cuenta corriente"
"El
ajuste de la política es pequeño en comparación con el programa 2018 y la
voluntad política para implementarlo podría flaquear", "nuestra línea
de base es un déficit de cuenta corriente del 0,4% del PBI en 2023, suponiendo
que los precios de las materias primas se mantengan altos".
En
este sentido, "el programa puede tener éxito en la
reconstrucción de algunas reservas amortiguadores este año, pero es probable
que el colchón se erosione en el período previo a las elecciones presidenciales
del próximo año (2023").
Contexto internacional
El
impacto de la decisión de la Reserva Federal de los EEUU de subir las tasas de
interés y la guerra en Ucrania le meten presión al dólar en el mundo, lo que tendrá
también un efecto esperable en la Argentina.
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