Por Julián
Guarino - El Gobierno llegó
a un acuerdo con el staff del FMI. Dicho
de otro modo, que debiera poder leerse de la misma manera, el FMI también
parece haber llegado a un punto de acuerdo con la Casa Rosada. El detalle, no
menor, es que el propio organismo decidió emitir, también y en espejo, un
comunicado, muy parecido al señalado por Economía, pero con
énfasis en los puntos salientes de la clásica política económica que suele
evangelizar el FMI. El ejercicio es, entonces, navegar en las aguas
de lo que el organismo espera que surja del flamante entendimiento, guiándonos
por lo que su equipo escribió a modo de resumen en la jornada del anuncio.
Los
detalles del acuerdo seguramente se conocerán en las próximas horas, pero una
primera lectura podría señalar que el FMI aplicará a la Argentina las
recetas tradicionales de recorte del gasto (subsidios), freno de la emisión,
tasa de interés real positiva, tipo de cambio real con ajuste permanente para
no perder contra la inflación, lo que redundará ineludiblemente en un freno a
la actividad. Poco parece indicar el FMI -pero también el propio Gobierno- de la
política para generar mayores ingresos fiscales (la única posible para evitar
un ajuste importante) y mucho menos si dentro de ese promocionado capítulo, no
existe tampoco un apartado para poner blanco sobre negro en cuestiones tan
sensibles y ninguneadas como la evasión impositiva, el contrabando de granos
para su exportación y la brutal informalidad que afecta tanto a los que no
están dentro del sistema como a los sectores de ingresos medios y pymes que,
estando adentro, registran una presión creciente en materia impositiva. Dicho de otro modo, por lo que se conoce hasta ahora, con lo
expuesto, podría no tenerse una mejora de administración tributaria, por ende,
tampoco una nueva expansión del PBI esperado que alcancen para
cumplir la meta fiscal fijada en el acuerdo.
El
equipo, encabezado por Julie Kozack, Directora
Adjunta del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, Jefe de Misión para Argentina, prefirió
invertir la lógica de lo pactado. Señalaron que el acuerdo se basa en
“políticas económicas y financieras” y que son dichas políticas las que
merecerán el “respaldo” de un Acuerdo de Servicio Ampliado
del Fondo (EFF) de 30 meses. Dice el FMI que el EFF, con un acceso
solicitado de DEG 31.914 mil millones (equivalente a US$ 45 mil millones o 1000
por ciento de la cuota), “tiene como objetivo proporcionar a Argentina apoyo
presupuestario y de balanza de pagos para abordar los desafíos económicos más
apremiantes del país y mejorar las perspectivas de todos los argentinos
mediante la implementación de medidas destinadas a promover el crecimiento y
proteger los programas sociales esenciales”.
Pero
inmediatamente advierte que el acuerdo “aún está sujeto a la
aprobación del Directorio Ejecutivo del FMI”, que ha sido
“informado informalmente” sobre los elementos del programa propuesto. El
organismo señala entonces que “se espera que el Directorio Ejecutivo analice la
solicitud del programa respaldado por el FMI después de que el Congreso
Nacional argentino apruebe el programa económico y financiero incorporado en el
Memorándum de Políticas Económicas y Financieras y los documentos relacionados
que las autoridades compartirán con los legisladores. Esta consideración
legislativa es requerida por el derecho interno argentino”.
Lo
que viene es el epicentro del diagnóstico trazado por el FMI para intervenir en
las políticas económicas argentinas. Dice el Fondo que “los
profundos desafíos socioeconómicos de Argentina se han visto exacerbados por la
pandemia mundial” y que el acuerdo cerrado con el Gobierno es “un
programa pragmático y realista, con políticas económicas creíbles para
fortalecer la estabilidad macroeconómica y abordar los desafíos profundamente
arraigados de Argentina para el crecimiento sostenible”. Acto seguido subraya
lo que, en opinión del organismo, son los puntos centrales a los que apunta el
programa: por un lado, que “el programa busca abordar de manera duradera la
alta inflación persistente” y que la estrategia que se pondrá en juego es la
más conocida por todos: reducción del financiamiento monetario del déficit
fiscal y tasas de interés reales positivas para financiarse en pesos.
Este
es un punto complejo. Lo que pide el FMI (y lo que el Gobierno compromete)
aparenta, a priori, un escenario de dificultad relacionado con la
reducción de la emisión monetaria. Sabido es que el FMI le pide al
BCRA que termine emitiendo apenas 1 punto del PBI para financiar al Tesoro, por
lo que el Gobierno tendría que salir a buscar el financiamiento restante, en
pesos, colocando deuda en
el mercado local. Hay ahí un detalle adicional, porque el
Gobierno no sólo debe emitir deuda nueva en pesos, sino además renovar o
“rollovear” casi 5 billones de pesos de deuda ya emitida durante 2022. Difícil
con un mercado tan poco profundo como el local que, a la postre, también deberá
responder por el trabajo del BCRA esterilizando Leliqs. El problema es que si
el Estado toma todo el crédito disponible, ¿quién le va a prestar al sector
privado? Esto impulsaría más la tasa de interés y frenaría la actividad aún
más. ¿Qué medidas adicionales tendrá reservadas Guzmán?
Sigue.
El FMI menciona la necesidad de un “mejoramiento creíble de las
finanzas públicas” (es decir, menos déficit) y que el mismo se
basará “en un conjunto equilibrado de políticas de ingresos, con énfasis en la
progresividad, la eficiencia y el cumplimiento, y políticas de gastos, que
reduzcan los subsidios energéticos no focalizados y se reorienten hacia
inversiones sociales y de infraestructura más productivas, para fortalecer la
sostenibilidad de la deuda y apoyar la recuperación”.
Sostiene
también el FMI que “el programa también buscará fortalecer la balanza de pagos
de Argentina a través de políticas que apoyen la acumulación de reservas y las
exportaciones netas, y que allanarán el camino para un eventual reingreso de
Argentina a los mercados internacionales de capital” a los que suma
que será necesario incluir “políticas encaminadas a mantener un tipo de cambio
efectivo real competitivo en el contexto del régimen de paridad móvil”. Por
último, sostiene el FMI que “el programa incluirá elementos para mejorar el
crecimiento y la resiliencia a través de políticas para movilizar el ahorro
interno, fortalecer aún más la gobernabilidad y la transparencia, y fortalecer
la inclusión laboral, de género y financiera”.
|