Por Javier Blanco - Las autoridades del Banco Central (BCRA) dieron
comienzo ayer a una nueva ronda de reuniones con representantes de distintos
sectores productivos para conversar sobre las condiciones de acceso al mercado
oficial de cambios para empresas que importan insumos, tras la oleada de quejas
que se desató luego de que esa entidad prohibió temporalmente el pago
anticipado de este tipo de compras al exterior y dispuso ajustes al control de
la demanda de divisas (comunicación “A” 7376 de hace 13 días), lo que obligó a
bancos y operadores cambiarios a informar anticipadamente toda aquella
operación de compra que supere los US$10.000, contra el límite superior a los
US$50.000 que había regido en el último año.
Los contactos, que repiten los llevados adelante luego de las fuertes
ampliaciones al cepo dispuestas a mediados de septiembre del año pasado, se
iniciaron con la visita realizada anteayer por el presidente y el vice del
Banco Central, Miguel Pesce y Sergio Woyecheszen, a la sede de la Unión
Industrial Argentina (UIA), donde fueron recibidos por el titular de esa
entidad, Daniel Funes de Rioja, quien estuvo acompañado por seis de los
vicepresidentes y el director ejecutivo, y economista jefe, Diego Coatz.
El encuentro sirvió para que los industriales detallaran los
inconvenientes que los ajustes al cepo cambiario le generan a la operatoria
financiera, de comercio exterior y, finalmente, productiva de muchas empresas,
y para que los funcionarios planteen la situación que los llevó a disponer
nuevos ajustes al sistema de administración de divisas, que calificaron de
“temporales” y relacionaron con la situación de un mercado más demandante por
cuestiones electorales, algo que se produce en momentos en que la oferta
estructural de divisas “tiende a menguar” por algunos meses.
Los mayores problemas de la operatoria surgieron al pasar a habilitar el
BCRA la compra de divisas destinadas al pago solo una vez que se haya producido
el “despacho a plaza”. Ese cambio, y la sucesión de feriados, generó las
condiciones para que la entidad no solo deje de perder reservas por
intervenciones sobre el mercado de contado, sino que además pase a comprar un
total acumulado algo superior a US$800 millones en las nueve ruedas posteriores
a su puesta en práctica. La contrapartida fueron menos importaciones, con un
impacto negativo en la actividad.
Al respecto, los industriales explicaron que, más allá de las maniobras
que puedan realizar algunos empresarios para asegurarse un stock de insumos,
temerosos de toparse en adelante con un dólar más caro, el problema radica en
la generalidad de la medida. “En la situación actual del país, con el crédito
internacional cortado y el riesgo argentino por las nubes, a muchas empresas
los vendedores les exigen una cancelación anticipada de lo importado. Es una
imposición que nos excede”, explicaron, y pidieron un régimen que contemple el
caso de las mercaderías ya despachadas hacia el país o excluya de la
prohibición a los bienes de capital.
Miguel Pesce, por su parte, ratificó que el compromiso del Gobierno es
“priorizar el uso de las divisas para sostener el proceso de recuperación
económica” e insistió en “la necesidad de pegar un salto exportador para
superar las restricciones en la balanza de pagos”. Al final, las partes
acordaron la conformación de una “mesa de trabajo conjunta para resolver los
temas vinculados a exportaciones e inversiones”, es decir, algo muy parecido a
lo que habían acordado hace un año.
|