Por Mariano
Boettner - El presidente de
la Unión Industrial Argentina (UIA) y de la Coordinadora de las Industrias de
Productos Alimenticios (Copal) Daniel Funes de Rioja cuestionó el
congelamiento de precios que decidió la Secretaría de Comercio Interior hasta
fin de año y consideró que una medida de esa naturaleza “no sirve para
mucho en ningún país del mundo”, aseguró.
En una rueda de
prensa tras la finalización del evento de Consejo Interamericano de Comercio y
Producción (Cicyp) con la presencia de la candidata a diputada nacional por la
provincia de Buenos Aires Victoria Tolosa Paz, Funes de Rioja, que además
preside esa entidad, criticó la decisión del Poder Ejecutivo de mantener fijos
los valores de una canasta superior a los 1.200 productos en los supermercados,
horas antes de acudir a una reunión con el secretario Roberto
Feletti, quien convocó a las empresas de consumo masivo para concretar la
medida.
“Nosotros queremos
dialogar y construir. Obviamente tenemos puntos de vista, hay reglas de
juego que necesitamos que se respeten en la medida de lo posible, pero vamos a
poner toda la buena voluntad porque no queremos conflicto. Espero que sea así”,
dijo el ejecutivo industrial ante la prensa en el hotel Alvear Palace.
“Ni los controles
de precio ni los congelamientos (nos gustan). Forman parte de una deformación
que es la inflación, que es algo que no le viene bien a nadie. En los 70′ uno
podía ‘cabalgar’ a la inflación, después la hiper nos demostró que era
inmanejable. Si los países de la región están con niveles de inflación diez
veces menor, eso produce disrupciones en todos los mercados. Tratemos de hacer
entre todos un país normal, pero de la noche a la mañana no se hacen esas
cosas”, mencionó Funes de Rioja.
Sobre la medida de
congelamiento específicamente, el empresario directivo de la central de
compañías alimenticias dijo que “es coyuntural y no sirve para mucho en
ningún lugar del mundo, ni siquiera en países que han tenido regímenes mucho
más autoritarios. Gracias a Dios estamos muy lejos de eso”, apuntó.
Días atrás, Funes
de Rioja había afirmado “no somos la causa sino la consecuencia de la
inflación”. “Las políticas de congelamiento no se justifican en el contexto de
multicausalidad de la inflación. Hay que buscar políticas de estado que
permitan estabilizar a la Argentina. Generar empleo, porque es la posibilidad
de acceso a la alimentación, a la salud. Tenemos toda la voluntad de conseguir
soluciones compatibles con todos”, había dicho el sábado en declaraciones radiales.
Esta tarde los
empresarios del sector de consumo masivo apuraban reuniones de urgencia
para llevar una postura común ante Roberto Feletti, con quien tendrán un
encuentro desde las 18 en la sede del Ministerio de Desarrollo Productivo.
El sector privado espera tener una contrapropuesta para presentarle a los
nuevos funcionarios de Comercio Interior. Un ejecutivo de una alimenticia con
presencia en la mesa directiva de Copal descreía este lunes en diálogo
con Infobae que la resolución final sobre cómo se llevará adelante el
congelamiento salga del encuentro de esta tarde, ya que estimaba que “es muy
difícil implementarlo sin hablar empresa por empresa”.
Funes de Rioja como
presidente del Cicyp recibió a Victoria Tolosa Paz
Una de las dudas
que sostienen los empresarios es conocer si la medida estará respaldada con una
normativa por decreto -como por ejemplo Precios Cuidados o como lo fue durante
la primera etapa de la pandemia el programa Precios Máximos- o si será un
reclamo de las autoridades “de palabra”.
Funes de Rioja, por
otra parte, habló sobre la necesidad de un acuerdo político luego de las
elecciones, una tema que puso sobre la mesa el presidente de la Cámara de
Diputados Sergio Massa y que Victoria Tolosa Paz repitió ante la
platea ejecutiva de Cicyp. “La situación de la Argentina favorece a un
consenso. Todo lo que he estudiado sobre políticas de concertaciones en las
últimas décadas en todo el mundo muestra que hay puntos de inflexión. El Covid
es un punto de inflexión porque tiene desafíos muy importantes que obligan a
repensar el país”, dijo el abogado laboralista.
Sobre las
perspectivas para los próximos años, Funes de Rioja dijo que “estamos en días
preelectorales, después del 14 de noviembre habrá que ver”. Y continuó: “Nadie
puede gobernar los próximos 24 meses pensando que ese tiempo va a haber un
cambio sustancial, no de gente sino también de políticas, porque sino nadie
invierte ni por equivocación. Hay que generar ese clima y confianza, it
takes two to tango, se necesita el compromiso al menos de las dos fuerzas
mayoritarias”, mencionó.
“Hay una realidad de presencia política fuerte
de dos corrientes. No hay un partido político dominante en la escena electoral,
está la posibilidad de una alternancia pero son los que más requieren
mecanismos de concertación parlamentaria, sin perjuicio después de cómo lo hace
cada Gobierno y la impronta que tenga”, agregó el empresario de la industria
alimenticia.
Sobre la cuestión
impositiva, un tema que atravesó el discuso de Victoria Tolosa Paz ante el
Cicyp, Funes de Rioja aseguró que “hay tres problemas en la cuestión
impositiva. Que carga solamente sobre el sector formal de la economía, con lo
cual aumenta ferozmente la inequidad sobre el sector que no contribuye en
nada, todo recae en el sector que produce y tiene trabajo en blanco”, comenzó su
crítica.
“Nadie duda de los
problemas de pobreza y marginalidad que requieren que todos tengamos una
actitud solidaria pero solidaria hasta un nivel razonable”, dijo. Como segundo
aspecto mencionó que “la educación y formación profesional es clave, y lo tenemos
que hacer. Porque sino tenemos industria y tecnología nos sobran no se cuántos
millones, ahora si la tenemos y no tenemos gente capacitada, el problema es que
no tenemos recursos humanos”, añadió.
Y por último,
mencionó a “la carga burocrática” de la liquidación de impuestos. “Por lo menos
con no menos de 40 impuestos, el empresario pyme o su hijo o el contador vive
para eso solamente. Ordenemos todo eso, para que haya un estímulo a la
inversión productiva”, concluyó. INFOBAE
Argentinos, más
pobres en dólares: el salario medido en esa moneda se desplomó 70% en cuatro
años
Por Ruben
Ramallo - La mejor manera de medir la evolución de la economía de un país es
mediante el seguimiento de determinados indicadores, entre los cuales se
destaca el salario real medido en dólares.
¿Por qué su importancia? Por qué de alguna manera permite
establecer cuál es el poder de compra del asalariado promedio y mucho más que
eso, medir su posición con respecto a lo que ocurre en otros países.
Pero desde el punto
de vista de las finanzas personales tiene una connotación mucho más práctica,
que es la mayor o menor capacidad de poder acceder al mercado cambiario en
cualquiera de sus versiones, habida cuenta que "en Argentina se consume en
pesos y se ahorra en dólares".
Para poder hacer la
comparación, nada mejor que tomar por un lado como fuente confiable a la serie
estadística denominada RIPTE que se define como la "remuneración
promedio sujeta a aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino
(SIPA) que perciben los trabajadores que se encuentran bajo relación de
dependencia y que han sido declarados en forma continua durante los últimos 13
meses". En tanto que por el lado del dólar, una posibilidad es considerar
la evolución del blue.
En cuanto al
salario registrado expresado en dólares, si se observa lo ocurrido entre fines
de 2011, cuando se estableció el cepo cambiario y la actualidad, surgen tres
etapas claramente diferenciadas:
Entre fines de 2011 y enero de 2014 cayó un 40%, pues pasó
de u$s1.168 a u$s694, luego de lo cual
comenzó a recuperar terreno, para llegar a diciembre de 2015 con un valor
cercano a los 1.100 dólares, es decir prácticamente el mismo que el vigente al
inicio del cepo. En dicho período el salario promedio fue de 952 dólares.
A partir de ese momento y con la liberación del mercado
cambiario dispuesto por el gobierno entrante, el salario en dólares comenzó a
subir en forma sostenida, para alcanzar un máximo de u$s1.457 en noviembre de
2017. Posteriormente y debido a las sucesivas subas del tipo de cambio, comenzó a caer en forma acelerada hasta
lograr cierto amesetamiento levemente por debajo de los u$s1.000, pero ese piso
se perforó tras las PASO de ese año, para terminar 2019 con el mínimo de todo
ese período: u$s639. En este contexto signado por una marcada volatilidad, el
precio promedio rondó los 1.120 dólares.
Con la asunción del
actual gobierno se puede observar una leve recuperación inicial, ya que hacia
febrero de 2020, es decir previo al inicio de la cuarentena / pandemia, el
salario se ubicaba en los u$s718, pero luego comenzó
a caer en forma sostenida para tocar un mínimo de u$s332
en octubre del año pasado, por lo
que en solo ocho meses perdió nada menos que el 55% de su poder adquisitivo en
moneda extranjera. Posteriormente, comenzó a recuperarse en forma gradual, para
llegar a los 500 dólares actuales, que coinciden con el promedio del actual
gobierno.
A manera de síntesis,
el salario real en dólares desde fines de 2011 a la fecha puede resumirse de la
siguiente manera:
Según Marcelo
Capello, economista jefe de Ieral, "En los años con fuertes devaluaciones
del peso (2014, 2016 y 2018), la inflación le ganó la carrera a los salarios,
pero en los años subsiguientes (2015 y 2017), los salarios sólo lograban
empatar con la inflación, sin recuperar el terreno perdido".
Si bien esta serie
se inicia a fines de 2011, cabe señalar que en el más largo plazo, el salario
en dólares se ubica en su nivel más bajo desde fines del 2003, por lo que todo
intento de recuperación del mismo debería basarse en una reducción sostenida de
la inflación, que tenga su correlato en la estabilidad cambiaria.
Según el economista
Nery Persichini "los salarios en dólares actualmente se ubican en los
niveles de fines del 2003, cuando la Argentina comenzaba a dejar atrás la
crisis que comenzó en 1998 y explotó a fines del 2001".
Para el economista Gabriel Zelpo, socio de Seido
"una mejora rápida
de los salarios se puede dar si dejan de lado la represión financiera; es decir: menores, controles de
capitales que achiquen la brecha del oficial con el paralelo"
"Obviamente,
un plan de estas características debe incluir un ajuste fiscal, porque, de lo
contrario, no van a poder levantar los controles de capitales", agrega
Zelpo.
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